Taller literario

El nunca

14 comentarios

En uno de los incontables casos insólitos recogidos por Robert Ripley, un corresponsal describía su vida por medio de negaciones: nunca había conducido un coche, nunca había bebido, nunca había peleado con nadie, nunca había viajado en avión, nunca había viajado en barco, nunca había viajado en tren, nunca había salido de su estado natal, nunca había montado un caballo, nunca se había casado, nunca había tenido una novia, nunca había tocado un instrumento musical, nunca había vestido de etiqueta, nunca había ido a un baile, nunca había sufrido la pérdida de un ser querido… La lista (que yo encontré en este número de la revista Luna Córnea) era larguísima y sugería una vida terriblemente mediocre, o más aún: monótona hasta un grado increíble.

La propuesta es describir a una persona real cualquiera por medio de una lista semejante: la de todo lo que no ha hecho. En este caso la idea es que no se trate necesariamente de un individuo mediocre. Como cualquier lista de este tipo es potencialmente infinita (la princesa Diana, digamos, no vivió en 1635; no vivió en 1634; no vivió en 1633, etcétera), hay que seleccionar negaciones que sean significativas para el lector. Si se quiere hacer más complicado, se puede proponer como una «adivinanza» y no revelar de inmediato quién es el personaje descrito.

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  • Información Bitacoras.com…

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  • HOla ALberto
    hay un programa de TV inglès que se llama «I’VE NEVER SEEN STAR WARS» y la idea es ponder a los invitado a hacer algo que nunca hasyan hecho, un actor que nunca ha entrado a star5buck, un director de orquesta que nunca había escuchado thriller de M. Jackson, un comediante que nunca había leido «los hombres son de marte, las muejres son de venus», etc.
    Son situaciones curiosas, sin caer en esa mediocridad que mencionasd
    se puede ver en youtube
    saludos

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  • Hola, Vagabo. No sabía de esa serie. Me asomaré. Saludos.

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  • ¡Caramba! Tres ejercicios en una semana…

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  • Dodgson no pudo nunca entenderse con gente de su edad. No con aquellos que organizaban fiestas pomposas, giraban instrucciones, bebían té a las seis y corrían a atender sus compromisos al minuto siguiente. No pudo nunca entender de solemnidades ni de aristocracia, ni logró jamás sentirse cómodo entre adultos. Nunca supo relacionarse sincera y abiertamente con gente que no fuera como ellas, las nínfulas que registraba con su cámara al otro lado del espejo. Dodgson no pudo nunca perdonarse lo que hizo con Alicia.

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  • Felipe Huerta
    08/05/2009 7:23 am

    ¿será por eso que Lutwidge siempre se miraba a través del espejo?
    🙂

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  • Bien puede ser, ¿no, Felipe? 😛

    Gracias, Fernanda, por aventarte con la sobredosis de esta semana. 🙂

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  • Eduardo De la Rosa
    10/05/2009 12:26 am

    El nunca acabo una carrera, quizás ni la primaria termino. El nunca aprendió a dar, siempre ha querido recibir a cambio de nada. El nunca ha sido honesto y transparente. El nunca ha querido respetar las leyes ni mucho menos ayudar a los demás. El nunca ha visto la película «La ley de herodes» ni tampoco «Todo el poder», quizás solo ha visto la trilogía del «Torito» de Pedro infante y nunca ha pensado que los Mexicanos podemos tener una mejor actitud ante la vida que solo quedarnos a llorar nuestras penas. El nunca ha pensado mas que en si mismo. El nunca ha pensado, punto.

    ¿De quien se trata?

    Solo volteemos a ver a cualquiera de nuestros políticos y ahí esta la respuesta (también aplica para Ella nunca … para las cosas mal hechas también hay diversidad)

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  • Nunca logré crear un personaje verosímil que no fuera yo mismo. Y vaya que lo intenté. Incluso salí de casa y me fui a la plaza del centro. Quería ver gente, pero apenas había sólo un par de sujetos y, como es obvio, no pude aprehender nada de ellos que fuera al menos un punto de partida.

    Cierto es que me acerqué unos pasos, para oír su conversación y descubrir las pasiones ocultas que los regían. Me pareció sumamente ajena la idea, puesto que, para empezar, no estoy seguro que toda la gente viva con pasiones ocultas, y en verdad suena más a algo que leí en algún lado.

    Hablaron quince minutos, quizá más, y luego se fueron porque descubrieron mi intrusión y la situación se tornó incómoda. En suma, no entendí nada de sus palabras. Era como si hablaran en un código de guerra; la gramática estaba ahí, pero el significado se había perdido al llegar al enemigo.

    Sigo recordando y temo que las pocas facciones que he logrado rescatar de mis dos personajes en la memoria son ficticias. Veo mi nariz en sus caras, por ejemplo. Y si reconstruyo el rompecabezas de su diálogo, en forma de frases sueltas, todas se refieren a que cada uno ganó el premio de novela juvenil que efectivamente yo gané hace unos meses. “Una mirada introspectiva hacia ninguna parte”, alcancé a descifrarle al sujeto con mi nariz, que en realidad eran los dos.

    Al final decidí que no valía la pena arriesgar el pellejo encontrándome con más usurpadores, ya que siempre queda la duda sobre si en realidad uno es el escritor original: una duda sin duda trillada si se tratara de un final de cuento de ciencia ficción, pero temible cuando me doy cuenta de que no tengo tantas facciones como antes creía. Desde unos días, incluso me invade la noción de que mis palabras son un cúmulo de sinsentido.

    (muy interesante el ejercicio… saludos!)

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  • NUNCA HA DEJADO DE MOVERLO

    AUNQUE SALIÓ CORRIENDO DESNUDO, NUNCA ESTUVO LOCO. En su tiempo sus textos no fueron muy conocidos, a diferencia de sus invenciones. ¿No habría sido nunca capaz de inventar la palabra invención? ¿Ni de hacer una milagrosa máquina de plegarias?
    Nunca huyó de su ciudad sitiada pero inventaba armas de asedio, máquinas que sacaban barcos del agua y otras que los incendiaban.
    Jamás dio con el número Pi pero halló una aproximación harto precisa. A pesar de que Heráclides escribió su biografía, nunca conoceremos a detalle su vida, ni si se casó o tuvo hijos, o hijas matemáticas, o poetisas, o si adoptó pequeños astrógnomos.
    Jamás debió ser herido pero un soldado romano lo mató y nunca tendremos la ciencia, ni la tecnología del cronoscopio o de cronoauricula ninguna, que nos diga si en aquel instante, antes de desgarrar la virginal epifanía de la muerte, le dijo «Noli turbare círculos meos» y feneció consignado por siempre a la gravidez de ese suelo terroso, sepultando con su cuerpo el diagrama matemático del problema que nunca nos resolvió.
    Jamás imaginaré, sin ficción científica, que una de sus máquinas le desenterrara y le volviera a parir, esta vez encima de los versos de su mausoleo antes de que los leyera Cicerón.
    Nunca sabremos si esto hubiera sido tan factible como el logro, documentado en su tratado El contador de arena, de responder que ocho por diez elevado a la potencia sesenta y tres es el número de granos de arena que llenan el universo.
    Nunca dejará de asomarse un “Eureka” a nuestra mente ante el júbilo de resolver un problema, como cuando él notó que su cuerpo en la bañera desplazaba una cantidad de agua igual a su propio volumen y con esto resolvió el problema de una corona. Nunca habrá nadie, ni titán de la mitología, ni peón de la ciencia, incapaz de ofrecer su brazo -de palanca- a torcer, o su lomo -a partir- con tal de servirle como ese único punto de apoyo que necesitaba él, Arquímedes, para mover el mundo.

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  • Luis M Moncada
    12/05/2009 9:55 am

    Ese hombre nunca nació

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  • Luis M Moncada
    12/05/2009 9:56 am

    Dios nunca murió

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  • MIGUEL LUPIAN
    12/05/2009 2:04 pm

    Solo, cansado y viejo… Nunca me imaginé así.
    Ahora que analizo con detenimiento al pasado, me he dado cuenta que todo ha sido como un sueño, que nunca he vivido…
    Así que nunca moriré.

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  • Mar Mares
    23/05/2009 8:37 pm

    El, nunca salio de su mundo rosa, nunca fue capaz de decir NO, jamas puso fin al sometimiento del que fue objeto, siempre vegetando, cubriendo su cuerpo con la obesidad para que ese pasado no salga , nunca dejará que asome una ilusion para no volver a ser herido, nunca ha buscado la solución, siempre teme hablar por miedo al ridículo. nunca pudo perdonarse no salir de su jaula.

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