El cuento del mes

La solución contra la mosca del gusano barrenador

Este es un cuento que se publicó etiquetado como ciencia ficción, pero en realidad es de terror: ¿qué pasaría si la misoginia, el odio contra las mujeres, llegara hasta sus últimas consecuencias en toda la Tierra? Su autora es Alice Bradley Sheldon (1915-1987), narradora que publicó su obra principalmente bajo el seudónimo «James Tiptree, Jr.».
      Hija de una escritora de viajes y un naturalista, Sheldon viajó por el mundo desde temprana edad, trabajó en la Fuerza Aérea y la CIA de su país, y pese a sus logros siempre se sintió limitada por los prejuicios contra las mujeres en el tiempo que le tocó vivir. El seudónimo masculino, según ella, era una forma de reclamar un poder que no podía tener de otra manera. Lo usó durante casi diez años, mientras ganaba premios y reconocimiento en el mundo de la Science Fiction anglosajona que se le negaron después, cuando su identidad ya había sido descubierta. Es famosa su correspondencia con figuras como Joanna Russ, Ursula K. LeGuin e Italo Calvino. Murió en un pacto suicida junto con su esposo, Huntington Sheldon, con quien tenía una relación abierta.
      Sheldon usó otro seudónimo, «Raccoona Sheldon», para firmar algunas de sus narraciones más combativas y abiertamente feministas. «The Screwfly Solution» es una de ellas. Apareció en la revista Analog en 1977 y ganó el Premio Nebula al año siguiente. La traducción es mía, aunque sé que hay una publicada con anterioridad, que no he podido encontrar.

Alice Sheldon (fuente)

LA SOLUCIÓN CONTRA LA MOSCA DEL GUSANO BARRENADOR
Alice Sheldon (como Raccoona Sheldon)

El hombre sentado a 2°N, 75°O dedicó una mirada levemente asesina al ventilador de pie que no funcionaba y siguió leyendo su carta. Estaba sudando mucho, desnudo hasta sus pantalones cortos en el horno de lo que pasaba por una habitación de hotel en Cuyapán.

¿Cómo le hacen otras esposas? Estoy ocupadísima con los programas de revisión de becas de Ann Arbor y el seminario, y digo alegremente: “Ah, sí, Alan está en Colombia estableciendo un programa de control biológico de plagas, ¿no es maravilloso?” Pero en el fondo te imagino rodeado de bellezas de cabello negro de diecinueve años, haciéndote carantoñas, jadeando de pura dedicación social y asquerosamente ricas. Y con cuarenta pulgadas de pecho saliendo de su delicada lencería. Hasta lo calculé en centímetros: 101,6 centímetros de busto. Ay, cariño, cariño, haz lo que quieras, sólo vuelve a casa sano y salvo.

      Alan sonrió con cariño, imaginando brevemente el único cuerpo que anhelaba. Su chica, su mágica Anne. Luego se levantó para abrir la ventana con cautela, sólo un poquito más. Un rostro largo, pálido y triste miraba hacia adentro: una cabra. La habitación se abría al corral de cabras, el hedor era espantoso. Pero igual era aire. Volvió a la carta.

Todo está en general como lo dejaste, excepto que el horror de Peedsville parece estar empeorando. Ahora lo llaman la secta de los Hijos de Adán. ¿Por qué no pueden hacer algo, incluso si se trata una religión? La Cruz Roja ha establecido un campo de refugiados en Ashton, Georgia. Imagínate, refugiados en los EE.UU. Escuché que sacaron a dos niñas pequeñas, apuñaladas. Ay, Alan.

Lo cual me recuerda que Barney vino con un fajo de recortes que quiere que te envíe. Los estoy poniendo en un sobre separado; sé lo que sucede con los sobres muy gordos en las oficinas de correos extranjeras. En caso de que no te lleguen, él dice: ¿qué tienen en común los siguientes? Peedsville, Sao Paulo, Phoenix, San Diego, Shanghai, Nueva Delhi, Trípoli, Brisbane, Johannesburgo y Lubbock, Texas. Dice que la pista es que recuerdes dónde está ahora la zona de convergencia intertropical. Eso no tiene sentido para mí, pero tal vez lo tenga para tu cerebro ecológico superior. Todo lo que pude ver de los recortes fue que eran relatos bastante horribles de asesinatos o masacres de mujeres. El peor fue el de Nueva Delhi, sobre «balsas de cadáveres femeninos» en el río. El más gracioso (!) fue el oficial del ejército de Texas que le disparó a su esposa, a sus tres hijas y a su tía, porque Dios le dijo que limpiara su casa.

El viejo Barney es tan lindo que vendrá el domingo para ayudarme a abrir el desagüe del techo y ver qué lo está bloqueando. Ahora mismo debe estar bailando en el aire: desde que te fuiste, su programa de antiferomonas contra el gusano de las yemas del abeto finalmente ha dado frutos. ¿Sabes que probó más de 2,000 compuestos? Bueno, parece que el 2,097 realmente funciona. Cuando le pregunté qué hace, solo se ríe, ya sabes lo tímido que es con las mujeres. De todos modos, parece que un programa de pulverización de una sola vez salvará los bosques, sin dañar nada más. Las aves y las personas pueden comer el compuesto todo el día, dice.

Bueno, cariño, esas son todas las noticias, excepto que Amy regresa a Chicago a la escuela el domingo. El lugar será una tumba, la extrañaré espantosamente a pesar de que está en la etapa en la que soy su peor enemigo. Los hoscos y sexys preadolescentes, dice Angie. Amy le manda cariños a su Papi. Yo te envío todo mi corazón, todo lo que las palabras no pueden decir.

Tu Anne

Alan guardó la carta en su archivo de notas y echó un vistazo al resto del delgado paquete de correo, negándose a soñar con su hogar y con Anne. El “sobre gordo” de Barney no estaba allí. Se acostó sobre el catre arrugada, tirando del cable de la luz un minuto antes de que el generador del pueblo se apagara para noche. En la oscuridad, los últimos lugares que Barney había mencionado se extendieron alrededor de un globo brumoso que giró brevemente, inquietante, en sus pensamientos. Algo…
      Pero entonces el recuerdo de los niños horriblemente parasitados con los que había trabajado en la clínica ese día se apoderó de sus pensamientos. Se puso a considerar los datos que debía recopilar. Busquen el eslabón vulnerable en la cadena de comportamiento: con qué frecuencia Barney, el Dr. Barnhard Braithwaite, se lo había machacado contra el cráneo. ¿Dónde estaba, dónde? Por la mañana comenzaría a trabajar en jaulas para moscas de caña más grandes…
      En ese momento, a cinco mil millas al norte, Anne estaba escribiendo:

Ah, cariño, cariño, tus primeras tres cartas están aquí, todas llegaron juntas. Sabía que estabas escribiendo. Olvídate de lo que dije sobre las herederas morenas, todo eso era una broma. Querido mío, yo nos conozco. Qué espantosas larvas las de la mosca de la caña, pobres de esos niños pequeños. Si no fueras mi esposo, pensaría que eres un santo o algo así. (Lo hago de todos modos).

Tengo tus cartas pegadas por toda la casa, lo que la hace mucho menos solitaria. No hay noticias reales por aquí, excepto que todo se siente silencioso y un poco espeluznante. Barney y yo abrimos el desagüe: estaba lleno de un gran montón podrido de nueces de ardilla. Deben haberlas estado dejando caer por la parte superior. Pondré una malla encima. (No te preocupes, esta vez usaré una escalera).

Barney está de un humor raro y sombrío. Se está tomando muy en serio eso de los Hijos de Adán, parece que va a estar en el comité de investigación si es que alguna vez arranca. La parte extraña es que nadie parece estar haciendo nada, como si fuera algo demasiado grande. Selina Peters ha estado publicando algunos comentarios ácidos, cosas como “Cuando un hombre mata a su esposa, lo llamamos asesinato, pero cuando un número suficiente hace lo mismo, lo llamamos estilo de vida”. Creo que se está extendiendo, pero nadie lo sabe porque se ha pedido a los medios que le resten importancia. Barney dice que lo consideran una forma de histeria contagiosa. Insistió en que te enviara una entrevista horrenda, impresa en papel de copia. No se va a publicar, por supuesto. Sin embargo, el Silencio es peor, es como si algo terrible estuviera sucediendo fuera de la vista. Después de leer lo de Barney, llamé a Pauline en San Diego para asegurarme de que estaba bien. Sonaba rara, como si no me estuviera diciendo todo… Mi propia hermana. Justo después de que dijo que las cosas estaban geniales, de repente preguntó si podía venir y quedarse aquí un tiempo el próximo mes. Le dije que viniera de inmediato, pero ella quiere vender su casa primero. Ojalá se dé prisa.

Ah, y el auto diésel ya está bien, solo le hacía falta un cambio de filtro. Tuve que ir a Springfield para conseguir uno, pero Eddie lo instaló por solo $2.50. Va a llevar a su garaje a la bancarrota.

En caso de que no lo hayas adivinado, los lugares que Barney menciona tienen que ver con las latitudes 30° N o S, las latitudes del caballo. Cuando dije que no era así exactamente, él me contestó que recordara los desplazamientos de la zona de convergencia ecuatorial en invierno, y que agregara Libia, Osaka… y un lugar que olvidé, espera. Alice Springs, Australia. ¿Qué tiene esto que ver con nada?, pregunté. Él dijo: «Nada…, espero». Te lo dejo a ti, los grandes cerebros como Barney pueden ser raros.

Ah, querido mío, aquí está todo de mí para todo de ti. Tus cartas hacen la vida posible. Pero no sientas que tienes que mandarlas, sé lo cansado que debes estar. Sólo recuerda que estamos juntos, siempre en todas partes.

Tu Anne

Oh PD, tuve que abrir el sobre para meter lo de Barney, no fue la policía secreta. Aquí está. Todo mi amor de nuevo. A.

· · · · ·

En la habitación infestada de olor a cabra donde Alan leyó esto, la lluvia tamborileaba en el techo. Se llevó la carta a la nariz para atrapar el tenue perfume una vez más, y la dobló. Luego sacó el papel copia amarillento que Barney había enviado y comenzó a leer, frunciendo el ceño.

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ESPECIAL DE LA SECTA DE PEEDSVILLE/HIJOS DE ADÁN. Declaración del conductor Sargento Willard Mews, Globe Fork, Ark. Llegamos al retén de la carretera a unas 80 millas al oeste de Jacksonville. El mayor John Heinz de Ashton nos estaba esperando, nos dio una escolta de dos vehículos antidisturbios encabezados por el capitán T. Parr. El mayor Heinz pareció sorprendido al ver que el equipo médico de los Institutos Nacionales de Salud incluía a dos mujeres médicas. Nos advirtió del peligro en los términos más enérgicos. Así que la Dra. Patsy Putnam (Urbana, Illinois), la psicóloga, decidió quedarse en el cordón del Ejército. Pero la Dra. Elaine Fay (Clinton, Nueva Jersey) insistió en ir con nosotros, diciendo que ella era la epi-algo (epidemióloga).
      Condujimos detrás de uno de los autos antidisturbios a 30 mph durante aproximadamente una hora sin ver nada inusual. Había dos grandes letreros que decían «HIJOS DE ADÁN: ZONA LIBERADA». Pasamos por algunas pequeñas plantas empacadoras de nueces y una planta de procesamiento de cítricos. Los hombres allí nos miraron pero no hicieron nada inusual. No vi a ningún niño ni mujer, por supuesto. A las afueras de Peedsville nos detuvimos en una gran barrera hecha de barriles de gasolina frente a un gran almacén de cítricos. Esta área es antigua, una especie de barrio de casas improvisadas y parque de casas rodantes. La parte nueva de la ciudad con el centro comercial y los desarrollos está aproximadamente a una milla más adelante. Un trabajador del almacén con una escopeta salió y nos dijo que esperáramos al alcalde. No creo que viera a la Dra. Elaine Fay entonces, ella estaba sentada como inclinada en la parte de atrás.
      El alcalde Blount llegó en una patrulla de la policía y nuestro jefe, el Dr. Premack, explicó nuestra misión encargada por el Cirujano General. El Dr. Premack tuvo mucho cuidado de no hacer ningún comentario insultante a la religión del alcalde. El alcalde Blount accedió a dejar que el grupo continuara hasta Peedsville para tomar muestras del suelo y el agua, etc., y hablar con el médico que vive allí. El alcalde medía aproximadamente 6’2 «, pesaba tal vez 230 o 240 libras, estaba bronceado, con cabello grisáceo. Sonreía y se reía de manera amistosa.
      Luego miró dentro del auto y vio a la Dra. Elaine Fay y explotó. Comenzó a gritar que todos teníamos que regresar. Pero el Dr. Premack logró hablar con él y calmarlo y finalmente el alcalde dijo que la Dra. Fay debería ir a la oficina del almacén y quedarse allí con la puerta cerrada. Tuve que quedarme allí también y ver que no saliera, y uno de los hombres del alcalde llevaría al resto.
      Así que el personal médico y el alcalde y uno de los vehículos antidisturbios entraron en Peedsville y yo llevé a la Dra. Fay de regreso a la oficina del almacén y me senté. Hacía mucho calor y estaba sofocante. La Dra. Fay abrió una ventana, pero cuando la escuché tratando de hablar con un anciano afuera, le dije que no podía hacerlo y cerré la ventana. El anciano se fue. Luego quiso hablar conmigo, pero le dije que no tenía ganas de conversar. Sentí que estaba muy mal que ella estuviera allí.
      Entonces comenzó a revisar los archivos de la oficina y a leer los periódicos que estaban allí. Le dije que era una mala idea, que no debería hacer eso. Dijo que el gobierno esperaba que investigara. Me mostró un folleto o revista que tenían allí, se llamaba El hombre escucha a Dios por el reverendo McIllhenny. Tenían una caja llena en la oficina. Comencé a leerlo y la Dra. Fay dijo que quería lavarse las manos. Así que la llevé de regreso por una especie de pasillo cerrado al lado de la cinta transportadora hasta donde estaba el baño. No había puertas ni ventanas, así que regresé. Después de un rato, gritó que había un catre allí, que se iba a acostar. Pensé que estaba bien debido a que no había ventanas, también me alegré de deshacerme de su compañía.
      Cuando llegué a leer el folleto, fue muy intrigante. Eran pensamientos muy profundos sobre cómo el hombre está siendo juzgado con Dios y si cumplimos con nuestro deber, Dios nos bendecirá con una auténtica nueva vida en la Tierra. Las señales y los presagios lo demuestran. No era como, ya saben, cosas de escuela dominical. Era profundo.
      Después de un rato escuché algo de música y vi a los soldados del otro auto antidisturbios al otro lado de la calle junto a los tanques de gasolina, sentados a la sombra de algunos árboles y bromeando con los trabajadores de la planta. Uno de ellos tocaba una guitarra, no eléctrica, simple. Todo se veía muy pacífico.
      Luego, el alcalde Blount llegó solo en la patrulla y entró. Cuando vio que estaba leyendo el libro, me sonrió de modo paternal, pero parecía tenso. Me preguntó dónde estaba la Dra. Fay y le dije que estaba acostada en la parte de atrás. Dijo que estaba bien. Luego suspiró y volvió por el pasillo, cerrando la puerta detrás de él. Me senté y escuché al de la guitarra, tratando de entender lo que estaba cantando. Sentí mucha hambre, mi almuerzo fue en el auto del Dr. Premack.
      Después de un rato, la puerta se abrió y el alcalde Blount volvió a entrar. Se veía terrible, su ropa estaba desordenada y tenía marcas de rasguños ensangrentados en la cara. No dijo nada, solo me miró con dureza, feroz, como desorientado. Vi que su bragueta estaba abierta y había sangre en su ropa y también en sus (partes íntimas).
      No me sentí asustado, sentí que había sucedido algo importante. Traté de que se sentara. Pero me hizo señas para que lo siguiera por el pasillo, hasta donde estaba la Dra. Fay. “Tienes que ver”, me dijo. Él pasó al baño y yo entré en una especie de cuartito que estaba ahí, donde estaba el catre. La luz era bastante buena, se reflejaba en el techo de hojalata en donde acababan las paredes. Vi a la Dra. Fay acostada en el catre, con una apariencia pacífica. Estaba acostada derecha, su ropa estaba hasta cierto punto diferente, pero sus piernas estaban cerradas. Me alegró ver eso. Su blusa estaba levantada y vi que había un corte o incisión en su abdomen. La sangre estaba saliendo por ahí, o había estado saliendo por ahí, como de una boca. En ese momento no se movía. También tenía abierta la garganta.
      Regresé a la oficina. El alcalde Blount estaba sentado, se veía muy cansado. Se había limpiado. Me dijo: “Lo hice por ti. ¿Entiendes?”
      Parecía mi padre, no puedo decirlo mejor. Me di cuenta de que estaba bajo una presión terrible, se había echado encima una gran carga por mí. Pasó a explicar cómo la Dra. Fay era muy peligrosa, ella era lo que se llama una cripto-mujer (¿cripto?), el tipo más peligroso. Él la había expuesto y purificado la situación. Fue muy directo, no me sentí confundido en absoluto, sabía que había hecho lo correcto.
      Discutimos el libro, cómo el hombre debe purificarse y mostrarle a Dios un mundo limpio. Dijo que algunas personas plantean la pregunta de cómo puede el hombre reproducirse sin mujeres, pero esas personas no ven lo importante. Lo importante es que mientras el hombre dependa del viejo y sucio modo animal, Dios no lo ayudará. Cuando el hombre se deshaga de su parte animal, que es la mujer, esta será la señal que Dios está esperando. Entonces Dios revelará el nuevo camino verdaderamente limpio, tal vez los ángeles vengan trayendo nuevas almas, o tal vez vivamos para siempre, pero no nos corresponde especular, sólo obedecer. Dijo que algunos hombres de aquí habían visto a un ángel del Señor. Esto fue muy profundo, parecía que resonaba dentro de mí, sentí que era inspiración.
      Luego llegó el grupo médico y le dije al Dr. Premack que se había atendido a la Dra. Fay y se le había despedido, y me subí al auto para sacarlos de la Zona Liberada. Sin embargo, cuatro de los seis soldados del retén se negaron a irse. El capitán Parr trató de convencerlos de que lo hicieran, pero finalmente estuvo de acuerdo en que podían quedarse para proteger la barrera de barriles de gasolina.
      Me hubiera gustado quedarme también el lugar era muy tranquilo pero necesitaban que condujera el auto. Si hubiera sabido que iba a haber toda este lío nunca les hubiera hecho el favor. No estoy loco y no he hecho nada malo y mi abogado me sacará. Eso es todo lo que tengo que decir.

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En Cuyapán, la lluvia calurosa de la tarde había cesado temporalmente. Cuando los dedos de Alan soltaron la declaración horrible del sargento Willard Mews, vio palabras garabateadas a lápiz en el margen. La letra de araña de Barney. Entrecerró los ojos.

La religión y la metafísica del hombre son las voces de sus glándulas. Schönweiser, 1878.

      Alan no sabía quién diablos era Schönweiser, pero sabía lo que Barney intentaba decir. La religión asesina y demente del reverendo Comosellamara era un síntoma, no una causa. Barney creía que algo estaba afectando físicamente a los hombres de Peedsville, generando psicosis, y que un demagogo religioso local había surgido para “explicarlo”.
      Bueno, tal vez. Pero, causa o efecto, Alan solo pensaba en una cosa: había ochocientas millas entre Peedsville y Ann Arbor. Anne tendría que estar a salvo. Tenía que estarlo.
      Se tiró en el catre lleno de bultos, su mente de vuelta, exultante, a su trabajo. A costa de un millón de picaduras y cortes de caña, estaba bastante seguro de haber encontrado el eslabón más débil en el ciclo de la mosca de la caña. El comportamiento de los machos durante el apareamiento masivo, la escasez relativa de hembras ovulantes. Sería la solución contra la mosca del gusano barrenador, de nuevo, pero con los sexos invertidos. Concentrar la feromona, liberar hembras esterilizadas. Afortunadamente, las poblaciones en situación reproductiva estaban comparativamente aisladas. Lo lograrían en un par de temporadas. Entretanto, tendrían que seguir dejando a la gente rociar veneno, por supuesto; una maldita lástima, porque estaba acabando con todo y metiéndose en el agua, y las moscas de la caña habían desarrollado inmunidad de cualquier manera. Pero en un par de temporadas, tal vez tres, podrían reducir las poblaciones de moscas de la caña por debajo de la viabilidad reproductiva. No más cuerpos humanos atormentados con esas larvas apestosas en las fosas nasales y el cerebro… Tomaría una siesta. Se fue durmiendo, sonriente.

· · · · ·

En el norte, Anne se mordía el labio de vergüenza y dolor.

Mi amor, no debería admitirlo, pero tu esposa está un poco nerviosa. Son sólo nervios femeninos o algo así, nada de qué preocuparse. Todo está normal por aquí. Inquietante de tan normal: nada en los periódicos, nada en ninguna parte excepto lo que escucho a través de Barney y Lillian. Pero el teléfono de Pauline no contesta en San Diego; al quinto día, un hombre extraño me gritó y colgó el teléfono. Tal vez ella vendió su casa, pero ¿por qué no me llamó?

Lillian está en una especie de comité de protección a las mujeres, como si fuéramos una especie en peligro de extinción, ja, ja, ya sabes, Lillian. Parece que la Cruz Roja ha comenzado a establecer campamentos. Pero ella dice que, después de un primer periodo frenético, las salidas de lo que llaman “las áreas afectadas” son a cuentagotas. No salen muchos niños, ni siquiera niños pequeños. Y hay algunas fotos aéreas alrededor de Lubbock que muestran lo que parecen fosas comunes. Ay, Alan… Hasta ahora parece que se está extendiendo principalmente hacia el oeste, pero algo está pasando en St. Louis, porque están incomunicados. Muchísimos lugares parecen simplemente haber desaparecido de las noticias. Tuve una pesadilla en la que no quedaba una mujer viva allá. Y nadie está haciendo nada. Por un tiempo hablaron de rociar con tranquilizantes, pero luego ya no. ¿De qué iba a servir? Alguien en la ONU había propuesto una convención, no lo vas a creer, sobre los feminicidas. Suena a insecticidas.

Disculpe cariño, parece que estoy un poco histérica. George Searles regresó de Georgia hablando de la Voluntad de Dios. ¡Searles, el ateo de toda la vida! Alan, algo horrible está pasando.

Pero no hay información. Nada. El Cirujano General emitió un informe sobre los cuerpos de los Arañas de Hierro de Rahway, supongo que no te conté de eso. De todos modos, no pudieron encontrar ninguna patología. Milton Baines escribió una carta diciendo que, en el estado actual de las ciencias, no podemos distinguir el cerebro de un santo del de un asesino psicópata, así que ¿cómo esperan encontrar lo que no saben cómo buscar?

Bueno, basta de tantos nervios. Todo habrá terminado para cuando regreses, será historia. Todo está bien aquí, volví a arreglar el silenciador del auto. Y Amy regresa a casa para las vacaciones, eso me quitará de la mente los problemas lejanos.

Oh, algo divertido para terminar: Angie me contó lo que la enzima de Barney le hace al gusano de las yemas del abeto. Parece que impide que el macho se dé la vuelta después de conectarse con la hembra, de modo que se aparea con la cabeza. Como un reloj al que le faltara un engranaje. Habrá algunas hembras de gusanos de abeto bastante desconcertadas. Pero dime, ¿por qué Barney no pudo decirme eso? Realmente es un encanto, tímido y dulce. Me ha dado algunas cosas para ti, como de costumbre. No las leí.

No te preocupes, querido, que todo está bien.

Te amo, te amo tanto.

Siempre, de todas las maneras, tu Anne.

· · · · ·

Dos semanas después, en Cuyapán, cuando los documentos de Barney se salieron del sobre, Alan tampoco los leyó. Los metió en el bolsillo de su chaqueta con mano trémula y empezó a agrupar sus notas sobre la mesa desvencijada, con un mensaje garabateado para Sor Dominique en la parte superior. Anne, mi querida Anne. Al diablo con la mosca de la caña, al diablo con todo excepto ese temblor en la letra de su valiente chica. Al demonio con estar a cinco mil millas de distancia de su mujer, su hija, mientras allá se extendía una locura mortífera. Metió sus escasas pertenencias en su bolsa de lona. Si se apresuraba, podría tomar el autobús a Bogotá y tal vez llegar a tiempo para el vuelo a Miami.
      En Miami encontró que los vuelos hacia el norte estaban colapsados. No pudo abordar ninguno de último minuto; seis horas de espera. Era hora de llamar a Anne. Cuando la llamada entró, con alguna dificultad, no estaba preparado para la oleada de alegría y alivio que estalló a través de los cables.
      —¡Gracias a Dios! No puedo creerlo… Ay, Alan, mi amor, ¿eres realmente…?
      Descubrió que él también se estaba repitiendo, y además mezclando los datos de la mosca de la caña. Ambos se reían histéricamente cuando él colgó por fin.
      Seis horas. Se acomodó en una silla de plástico agrietado frente a Aerolíneas Argentinas, con la mente medio en la clínica, medio en la multitud que pasaba a su lado. Pronto se dio cuenta de que algo era extrañamente diferente. ¿Dónde estaba la fauna decorativa que él solía disfrutar en Miami, el desfile de chicas jóvenes con jeans color pastel apretados en la entrepierna? ¿Los volantes, las botas, los sombreros y peinados extravagantes y las sorprendentes extensiones de piel recién bronceada, las telas brillantes que apenas confinaban el balanceo de senos y de nalgas? Aquí, no… Un momento. Mirando con cuidado, descubrió dos rostros jóvenes escondidos bajo parkas poco halagadoras, los cuerpos envueltos en faldas voluminosas y anodinas. De hecho, hasta donde alcanzaba su vista podía ver lo mismo: ponchos con capucha, ropas y pantalones holgados puestos unos sobre otros, colores apagados. ¿Un nuevo estilo? No, pensó que no. Le parecía que los movimientos sugerían cautela, miedo. Y se movían en grupos. Vio a una niña solitaria esforzándose por alcanzar a otras que estaban delante de ella, al parecer desconocidas. La aceptaron sin palabras.
      Están asustadas, pensó. Tienen miedo de llamar la atención. Incluso la matrona de cabello gris con un traje pantalón, que lideraba resueltamente a una bandada de niñas, miraba a su alrededor con nerviosismo.
      Y en el mostrador argentino frente a él vio otra cosa extraña. Dos filas tenían un gran letrero sobre ellas: Women. Mujeres. Las filas estaban llenas de siluetas informes y muy silenciosas.
      Los hombres parecían comportarse normalmente; se apresuraban, descansaban, se quejaban y bromeaban en las filas mientras pateaban su equipaje. Pero Alan sintió una corriente de tensión, como un irritante en el aire. Fuera de la línea de escaparates detrás de él, unos pocos hombres aislados parecían estar repartiendo folletos. Un asistente del aeropuerto habló con el hombre más cercano; éste simplemente se encogió de hombros y se movió unas puertas más abajo.
      Para distraerse, Alan tomó un Miami Herald del asiento de al lado. Le sorprendió que estuviera tan delgado. Las noticias internacionales lo ocuparon por un rato; no había visto ninguna durante semanas. La sección también estaba extrañamente vacía, incluso las malas noticias parecían agotadas. La guerra africana que había estado en marcha parecía haber terminado, o ya no se reportaba acerca de ella. Una cumbre comercial estaba regateando sobre los precios de los cereales y el acero. Llegó hasta las páginas de los obituarios, columnas de letra muy cerrada dominadas por la foto de un exsenador desconocido y difunto. Luego su mirada se posó en dos anuncios en la parte inferior de la página. Uno era demasiado florido para entenderse de inmediato, pero el otro decía en claras negritas:

LA FUNERARIA FORSETTE
LAMENTA ANUNCIAR
QUE YA NO ACEPTARÁ
CADÁVERES DE HEMBRAS


Dobló el periódico despacio, mirándolo con aturdimiento. En la última página había un artículo titulado Advertencia de peligro para la navegación en las noticias del puerto. Sin asimilarlo realmente, leyó:

AP/NASSAU: El trasatlántico Carib Swallow llegó hoy remolcado a puerto, luego de chocar con una obstrucción en la Corriente del Golfo frente al cabo Hatteras. La obstrucción fue identificada como parte de la red de cerco de un barco de arrastre comercial, que fue llevada a la superficie por cadáveres femeninos. Esto confirma informes de Florida y el Golfo acerca del uso de dichas redes de cerco, algunas las cuales tienen más de una milla de largo. Informes similares provenientes de la costa del Pacífico y de lugares tan lejanos como Japón indican un peligro creciente para el transporte marítimo en toda la costa.

Alan tió el diario en un recipiente de basura y se sentó, frotándose la frente y los ojos. Gracias a Dios había seguido su impulso de volver a casa. Se sentía totalmente desorientado, como si hubiera aterrizado por error en otro planeta. Cuatro horas y media más de esperar…. Por fin recordó las hojas de Barney que se había metido en el bolsillo, las sacó y las alisó.
      El artículo principal parecía venir de Anne, o al menos era del Ann Arbor News. La Dra. Lillian Dash, junto con varios cientos de otras integrantes de su organización, había sido arrestada por manifestarse sin permiso frente a la Casa Blanca. Al parecer habían incendiado un barril de gasolina, lo que se consideró particularmente atroz. Habían participado varios grupos de mujeres; el total le pareció a Alan más de miles que de cientos. Se estaban tomando precauciones de seguridad extraordinarias, a pesar de que el presidente estaba fuera de la ciudad en aquel momento.
      El siguiente artículo tenía que venir de Barney, si Alan podía reconocer el humor mordaz del anciano.

UP/CIUDAD DEL VATICANO 19 de junio. El Papa Juan IV dio a entender hoy que no planea comentar oficialmente sobre las llamados sectas de Purificación Paulina que abogan por la eliminación de las mujeres como un medio para justificar al hombre ante Dios. Un portavoz enfatizó que la Iglesia no toma ninguna posición sobre estas sectas, pero repudia cualquier doctrina que implique un “desafío” hacia o de Dios para revelar sus planes futuros al hombre.
      El cardenal Fazzoli, portavoz del movimiento paulino europeo, reafirmó su opinión de que las Sagradas Escrituras definen a la mujer como una mera compañera temporal e instrumento del hombre. Las mujeres, afirma, no se definen en ninguna parte como humanas, sino simplemente como un recurso de uso temporal o estado de transición. “El momento de la transición a la humanidad plena está cerca”, concluyó.

El siguiente artículo parecía ser una fotocopia de una edición reciente de Science:

INFORME RESUMIDO DEL COMITÉ ESPECIAL
DE EMERGENCIA SOBRE FEMINICIDIO

Los recientes brotes de feminicidio en todo el mundo, aunque localizados, parecen representar una recurrencia de brotes similares, llevados a cabo por grupos o sectas, que no son infrecuentes en la historia mundial en tiempos de estrés psíquico. En este caso, la causa fundamental es, sin duda, la velocidad del cambio social y tecnológico, aumentada por la presión demográfica, y su propagación y alcance se ven agravados por las comunicaciones mundiales instantáneas, que dejan expuestas a más personas susceptibles. No se considera un problema médico o epidemiológico; no se ha encontrado ninguna patología física. Más bien es similar a las diversas manías que asolaron Europa en el siglo XVII, como por ejemplo, el llamado Mal de San Vito, y como éste, deberá seguir su curso y desaparecer. Los cultos escatológicos que han surgido alrededor de las áreas afectadas parecen no tener relación con éstas, pues sólo tienen en común de que se revelará un nuevo medio de reproducción humana como resultado de la eliminación «purificadora» de las mujeres.
      Recomendamos que (1) se suspendan los informes incendiarios y sensacionalistas; 2) se establezcan y mantengan centros de refugiados para las mujeres que escapen de las zonas de actividad; (3) la contención de las áreas afectadas mediante cordones militares se continúe y mantenga; y (4) después de un período de enfriamiento y la desaparición de la manía, equipos de salud mental calificados y personal profesional apropiado ingresen para realizar tareas de rehabilitación.

RESUMEN DEL INFORME DE MINORÍA DEL COMITÉ ESPECIAL

Los nueve miembros firmantes de este informe coinciden en que no hay evidencia de contagio epidemiológico del feminicidio en sentido estricto. Sin embargo, la relación geográfica de las áreas focales del brote sugiere fuertemente que no pueden descartarse como fenómenos puramente psicosociales. Los brotes iniciales han ocurrido en todo el mundo cerca del paralelo 30, el área de principal flujo atmosférico descendente de vientos superiores provenientes de la Zona de Convergencia Intertropical. Por lo tanto, cabría esperar que un agente o condición en la atmósfera ecuatorial superior alcanzara el nivel del suelo a lo largo del paralelo 30, con ciertas variaciones estacionales. Una variación principal es que el flujo descendente se mueve hacia el norte sobre el continente asiático oriental durante los últimos meses del invierno, y las áreas al sur (Arabia, India occidental, partes del norte de África) estuvieron de hecho libres de brotes hasta hace poco, cuando la zona de flujo descendente se desplazó hacia el sur. Un flujo descendente similar ocurre en el hemisferio sur, y se han reportado brotes a lo largo del paralelo 30 que atraviesa Pretoria y Alice Springs, Australia. (De momento no hay información disponible de Argentina.)
      Esta correlación geográfica no puede descartarse y, por lo tanto, se insta a que se lleve a cabo la búsqueda intensificada de una causa física. También se recomienda urgentemente que la tasa de propagación desde los puntos focales conocidos se correlacione con las condiciones del viento. Se debe mantener una vigilancia de brotes similares a lo largo de las zonas secundarias de afloramiento a 60° norte y sur.

(firmado por la minoría)

Barnhard Braithwaite

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Alan sonrió con nostalgia ante el nombre de su viejo amigo, que parecía restaurar la normalidad y la estabilidad en el mundo. Le daba la impresión de que Barney estaba en la ruta correcta, a pesar de la primacía de los idiotas. Frunció el ceño, tratando de entender.
      Luego, su rostro cambió lentamente mientras pensaba en cómo sería llegar a casa con Anne. En unas pocas horas, sus brazos estarían alrededor de ella, el cuerpo alto y secretamente hermoso que había llegado a obsesionarlo. El suyo había sido un amor tardío. Se habían casado, supuso ahora, por amistad, incluso por presión de los amigos. Todos decían que estaban hechos el uno para el otro, él grande y fornido y rubio, ella morena y esbelta; ambos tímidos, altamente controlados, cerebrales. Durante los primeros años, la amistad se había mantenido, pero el sexo no había sido tanto. La necesidad convencional. Reconfortarse cortésmente el uno al otro, en privado —podía decirlo ahora—, había sido decepcionante.
      Pero luego, cuando Amy era una niña pequeña, algo sucedió. Un milagroso portal interior de sensualidad se había abierto lentamente para ellos, una liberación hacia su propio paraíso, secreto e insospechado, de felicidad plenamente física… Dios, cómo había sido un estorbo lo de Colombia. Solo la absoluta seguridad que cada uno tenía respecto del otro lo había hecho aceptar el encargo. Y ahora, estar a punto de tenerla de nuevo, agudamente deseable gracias a la especia de la separación. Sentir…, ver…, oír…, oler…, agarrar. Se movió en su asiento para ocultar la excitación de su cuerpo, medio hipnotizado por la fantasía.
      Y Amy también estaría allí; sonrió al recordar ese cuerpecito preadolescente pegado a él. Sería todo un reto, claro que sí. La hombría de él entendía a Amy mucho mejor que su madre; Amy no tendría una fase cerebral… Pero Anne, su tímida exquisita, con quien había encontrado el camino hacia los transportes casi insoportables de la carne… Primero el saludo convencional, pensó; las noticias, la excitación callada, saboreada, creciente detrás de sus ojos; los toques ligeros; luego la búsqueda de su propia habitación, la ropa cayendo, las caricias…, gentiles al comienzo…, la carne, la desnudez…, la delicada provocación, el aferrarse, el primer impulso…
      … Una horrible campana de alarma sonó en su cabeza. Como si una explosión lo hubiera sacado de su sueño, miró a su alrededor, y finalmente sus manos. ¿Qué estaba haciendo con su navaja plegable abierta en el puño?
      Aturdido, quiso recobrar los últimos jirones de su fantasía, y se dio cuenta de que las imágenes táctiles no habían sido de caricias, sino de un frágil cuello estrangulado dentro de su puño, y el impulso había sido la zambullida de una hoja en busca de órganos vitales. En sus brazos y piernas persistía la sensación de huesos golpeados, pisoteados, crujiendo. Y Amy…
      Oh, Dios, oh, Dios…
      No era sexo. Era sed de sangre.
      Eso era lo que había estado soñando. El sexo estaba allí, pero dando energía a una máquina de muerte.
      Atontado, guardó el cuchillo, pensando sólo una y otra vez, ya me dio. Ya me dio. Sea lo que sea, ya me dio. No puedo ir a casa.
      Después de un tiempo desconocido, se levantó y se dirigió al mostrador del United para cancelar su boleto. La fila era larga. Mientras esperaba, su mente se aclaró un poco. ¿Qué podía hacer aquí en Miami? ¿No sería mejor volver a Ann Arbor y entregarse a Barney? Barney podría ayudarlo, si es que alguien podía. Sí, eso era mejor. Pero primero debía advertir a Anne.
      Esta vez, la conexión tomó aún más tiempo. Cuando Anne finalmente respondió, él se encontró parloteando de modo ininteligible, le tomó tiempo hacerle entender que no estaba hablando de un retraso en el avión.
      —Te estoy diciendo que ya me dio. Escucha, Anne, por el amor de Dios. Si voy a la casa, no me dejes acercarme a ti. En serio. Voy al laboratorio, pero podría perder el control y tratar de llegar a ti. ¿Está Barney allá?
      —Sí, pero, cariño…
      —Escucha. Tal vez pueda él pueda curarme, tal vez esto se acabe. Pero no soy seguro, Anne, Anne, podría matarte, ¿me entiendes? Consigan un… consigan un arma. Trataré de no ir a la casa. Pero si lo hago, no dejes que me acerque a ti. O a Amy. Es una enfermedad, es real. Trátame, trátame como a un maldito animal salvaje. Anne, di que lo entiendes, di que lo harás.
      Los dos estaban llorando cuando él colgó.
      Temblando, volvió a sentarse y esperar. Después de un tiempo, su cabeza pareció aclararse un poco más. Doctor, trata de pensar. Lo primero que se le ocurrió fue tomar el maldito cuchillo y tirarlo en un bote de basura. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que había un recorte más de Barney en su bolsillo. Lo desarrugó; parecía haber sido tomado de Nature.
      En la parte superior la letra de Barney: “Este es el único tipo que dice algo con sentido. El Reino Unido ya está infectado, Oslo y Copenhague incomunicados. Los malditos tontos no quieren escuchar. Quédate donde estás”.

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Comunicado del profesor Ian MacIntyre, Universidad de Glasgow.
Una dificultad potencial para nuestra especie ha estado siempre implícita en el estrecho vínculo entre la expresión conductual de agresión/depredación y la reproducción sexual en el macho. Este estrecho vínculo involucra (a) muchas de las mismas rutas neuromusculares utilizadas tanto en la persecución depredadora como la sexual, el agarre, la monta, etc., y (b) estados similares de excitación adrenérgica que se activan en ambos. El mismo vínculo se observa en los machos de muchas otras especies; en algunos, las expresiones de agresión y cópula se alternan o incluso coexisten, de lo que un ejemplo sobradamente familiar es el gato doméstico común. Los machos de muchas especies muerden, arañan, magullan, pisan o agreden de otras formas a las hembras receptivas durante el acto sexual; de hecho, en algunas especies el ataque masculino es necesario para que ocurra la ovulación femenina.
      En muchas especies, si no en todas, es el comportamiento agresivo el que aparece primero, y luego cambia a comportamiento copulatorio cuando se presenta la señal apropiada (véanse, por ejemplo, el espinocho o el petirrojo europeo). En ausencia de la señal inhibidora, la respuesta de agresión del macho continúa y la hembra es atacada o ahuyentada.
      Por lo tanto, parece apropiado especular que la crisis actual podría ser causada por alguna sustancia, tal vez a nivel viral o enzimático, que produce una falla de la función de conmutación o activación en los primates superiores. (Nota: Recientemente se ha observado que los gorilas y chimpancés del zoológico atacan o destruyen a sus parejas; los monos Rhesus, no). Tal disfunción podría describirse como el fallo del comportamiento copulatorio para modificar o imponerse a la respuesta agresiva/depredadora; es decir, la estimulación sexual produciría solamente el ataque, y se descargaría a través de la destrucción del objeto estimulante.
      A este respecto, cabe señalar que exactamente esta condición es habitual en la patología funcional masculina, en aquellos casos en que el asesinato ocurre como respuesta a, y aparente consumación de, el deseo sexual.
      Debe enfatizarse que el vínculo agresión/cópula discutido aquí es específico del macho; la respuesta de la hembra (por ejemplo, el comportamiento de lordosis) es de una naturaleza diferente.

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Alan se sentó y sostuvo la hoja arrugada durante mucho tiempo; las frases secas y ampulosas del escocés parecían ayudarle a despejar su cabeza, a pesar de la sensación de tensión y amenaza a su alrededor. Bien, si la contaminación o lo que sea hubiera producido alguna sustancia, presumiblemente podría ser contrarrestada, filtrada, neutralizada. Muy, muy cuidadosamente, se permitió considerar su vida con Anne, su sexualidad. Sí; gran parte de su juego amoroso podía verse como salvajismo genitalizado, sexualmente suavizado. Juego-depredación … Apartó sus pensamientos deprisa. Recordó la frase de algún escritor: “El elemento de pánico es todo sexo”. ¿Quién? ¿Fritz Leiber? La transgresión de la distancia social, tal vez; otro elemento amenazante. Como sea, ese es nuestro eslabón vulnerable, pensó. Nuestra debilidad… La terrible sensación de rectitud que había experimentado cuando se encontró, cuchillo en mano, fantaseando con la violencia, volvió a él. Como si ese fuera el camino correcto, el único. ¿Era eso lo que sentían los gusanos de las yemas de abeto de Barney cuando se apareaban con sus hembras por el lado equivocado?
      Finalmente se dio cuenta de la necesidad de su cuerpo y buscó un baño. El lugar estaba vacío, excepto por lo que él confundió con un montón de ropas que bloqueaba la puerta del excusado del fondo. Luego vio el charco de color marrón rojizo que estaba debajo, y los montículos azulados de nalgas desnudas y delgadas. Retrocedió, sin respirar, y huyó hacia la multitud más cercana, sabiendo que no era el primero en hacerlo.
      Por supuesto. Cualquier impulso sexual. Muchachos, hombres también.
      En el baño de al lado, observó cómo los hombres entraban y salían normalmente antes de aventurarse a entrar.
      Después volvió a sentarse, a esperar, repitiéndose una y otra vez: Ve al laboratorio. No vayas a casa. Ve directamente al laboratorio. Tres horas más; se quedó sentado, aturdido, a 26°N, 81°O, respirando, respirando…

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Querido Diario, gran escena esta noche. Papi regresó!!! Pero actuaba muy chistoso, hizo que el taxi lo esperara y se quedó en la puerta, no me quiso tocar ni nos dejó acercarnos. (Chistoso extraño, o sea, no chistoso jajajá.) Dijo Tengo algo que decirles, esto está peor y no mejora. Voy a dormir en el laboratorio pero quiero que se vayan, Anne, Anne, ya no puedo confiar en mí mismo. En la mañana lo primero que tienen que hacer es tomar el avión a donde Martha y quedarse allá. Yo pensé que estaba bromeando. O sea el baile es la próxima semana y tía Martha vive en Whitehorse donde no hay nada nada nada. Me puse a gritar y Mamá estaba gritando y papá estaba gruñendo. Váyanse ya! Y luego empezó a llorar. A llorar!!! Y yo me di cuenta, guau, esto es serio, y quise ir hacia él pero Mamá me jaló para atrás y entonces vi que tenía un CUCHILLO ENORME!!! Y me empujó para que quedara tras ella y empezó a llorar también, Oh Alan, Oh Alan, como loca. Y yo dije Papi, nunca te voy a dejar, era como la cosa perfecta que había que decir. Y fue muy emocionante porque él me miró todo triste y profundo como a una adulta mientras que Mamá me trataba como si fuera una bebé, lo de siempre. Pero Mamá lo arruinó todo porque se puso a gritar Alan la niña está enojada, mi amor vete. Y él se fue gritando Váyanse, Llévense el auto, Salgan antes de que regrese.

Ah se me olvidó decirte qué crees que llevaba? Mi bata verde horrible y los tubos en el pelo, maldita suerte, cómo iba a saber que iba a pasar esa escena tan bonita? La vida es muy cruel. Y Mamá está sacando las maletas y gritando Empaca tus cosas rápido! Así que ella se va pero yo no repito yo NO me voy a pasar el otoño sentada en el silo de la tía Martha y a perderme el baile y todos los créditos del verano. Y Papi se estaba tratando de comunicar con nosotras, verdad? Creo que su relación es obsoleta. Así que cuando ella suba las escaleras yo me largo, voy al laboratorio a ver a Papi.

Ah PD Diane me rompió los jeans amarillos me prometió que podía usar los suyos rosa JA hasta cree que lo voy a hacer.

Arranqué esa página del diario de Amy cuando oí venir el auto de la policía. Nunca antes había abierto su diario, pero cuando descubrí que se había ido, busqué… Ay, mi amor, mi niña. ¡Se fue con él, mi niña, mi pobre tontita! Tal vez si me hubiera dado el tiempo para explicarle, tal vez…
      Discúlpame, Barney. Se está pasando el efecto, las inyecciones que me dieron. No sentí nada. Es decir, sabía que la hija de alguien fue a ver a su padre y que él la mató. Y luego se cortó la garganta. Pero no significaba nada.
      La nota de Alan, me la dieron, pero luego me la quitaron. ¿Por qué tenían que hacer eso? Sus últimas palabras, lo último que escribió antes de que su mano cogiera el, antes de…
Lo recuerdo. “Así de repentino y de fácil, los lazos se rompieron / Y supimos lo que es definitivo además de la tumba. Los lazos de nuestra humanidad se han roto, estamos acabados. Te…”
      Estoy bien, Barney, de verdad. ¿Quién escribió eso, Robert Frost? Los lazos se rompieron… Ah, él dijo, dile a Barney: La terrible rectitud. ¿Qué significa eso?
      No me puedes responder, querido Barney. Sólo escribo esto para mantenerme cuerda, lo pondré en tu escondite. Gracias, gracias, querido Barney. A pesar de lo aturdida que estaba, sabía que eras tú. Todo el tiempo que pasaste cortándome el pelo y embarrando lodo en mi cara, supe que estaba bien porque eras tú. Barney, nunca pensé de ti esas palabras horribles que dijiste. Siempre fuiste el querido Barney.
      Para cuando pasó del todo el efecto, había hecho todo lo que dijiste, la gasolina, los comestibles. Ahora estoy aquí en tu cabaña. Con esa ropa que me hiciste ponerme, supongo que parezco un muchacho, el hombre de la gasolinera me llamó “Señor”.
      Todavía no acabo de aceptar que debo contenerme y no regresar corriendo. Pero me salvaste la vida, eso lo sé. El primer viaje en el que encontré un periódico, vi que bombardearon el refugio de las Islas Apóstol. Y también leí de las tres mujeres que robaron el avión de la Fuerza Aérea y bombardearon Dallas. Por supuesto que las derribaron, sobre el Golfo. ¿No es extraño cómo no hacemos nada? Sólo morir de una en una, de dos en dos. O más, ahora que han comenzado con los refugios… Como conejos hipnotizados. Somos una raza sin dientes.
      ¿Sabes que nunca antes había dicho “somos” refiriéndome a las mujeres? Nosotros “somos”, o éramos, siempre Alan y yo, y Amy, por supuesto. Que te asesinen selectivamente fomenta la identificación grupal… Mira qué cuerda estoy.
      Pero todavía no puedo aceptarlo.
      Mi primer viaje al pueblo fue por sal y queroseno. Fui a la tiendita esa de Red Deer y le compré al viejo de la parte de atrás, como me dijiste… ¿Lo ves? ¡Me acordé! Me llamó «Chico», pero creo que tal vez sospecha. Sabe que me quedo en tu cabaña.
      Pero bueno. Algunos hombres y niños llegaron a la tienda. Todos se veían tan normales, riendo y bromeando, simplemente no podía creerlo, Barney. De hecho, comencé a pasar junto a ellos para salir cuando oí a uno de ellos decir: “Heinz vio un ángel”. Un ángel. Así que me detuve y escuché. Dijeron que era grande y brillante. Viene a ver si el hombre está llevando a cabo la voluntad de Dios, dijo uno de ellos. Y dijo, Moosenee ya es zona liberada, igual que todo hasta la bahía de Hudson. Me di la vuelta y salí deprisa por la parte de atrás. El anciano también los había escuchado. Me dijo en voz baja, Extrañaré a los niños.
      Hudson Bay, Barney, eso significa que también viene del norte, ¿no? Eso debe ser alrededor de 60°.
      Pero tengo que volver una vez más, para conseguir algunos anzuelos. No puedo vivir sólo de pan. La semana pasada encontré un ciervo que un cazador furtivo había matado, solo la cabeza y las patas. Hice un guiso. Era una cierva. Sus ojos; me pregunto si los míos se ven así ahora.
      Fui a buscar los anzuelos hoy. Fue mal, no podré regresar nunca. Otra vez había hombres en la tienda, pero eran diferentes. Amenazantes, tensos. No había niños. Y había un nuevo letrero en el frente, no pude verlo; tal vez también diga Zona Liberada.
      El anciano me dio los anzuelos rápidamente y me susurró: “Muchacho, la semana que viene el bosque va a estar lleno de cazadores.” Casi me eché a correr.
      A eso de una milla por la carretera, una camioneta azul comenzó a perseguirme. Supongo que no era de allí, conduje el VW para ocultarlo tras un montón de troncos y la camioneta pasó rugiendo. Después de un largo rato salí y regresé a la carretera, pero dejé el auto a una milla de aquí y caminé. Es sorprendente lo difícil que es apilar suficiente maleza para ocultar un VW amarillo.
      Barney, no puedo quedarme aquí. Estoy comiendo percas crudas para que nadie vea humo, pero esos cazadores vendrán. Voy a mover mi saco de dormir al pantano junto a la gran roca, no creo que mucha gente vaya allí.
      Desde las últimas líneas me mudé. Se siente más seguro. Ay, Barney, ¿cómo pudo pasar esto?
      Rápido, así es cómo. Hace seis meses yo era la Dra. Anne Alstein. Ahora soy una madre viuda y afligida, sucia y hambrienta, refugiada en un pantano y muerta de miedo. Sería muy extraño que yo fuera la última mujer que queda viva en la Tierra. Supongo que soy la último de por aquí, en todo caso. Tal vez haya algunas escondidas en el Himalaya, o escabulléndose a través de los restos de la ciudad de Nueva York. ¿Cómo podremos sobrevivir?
      No vamos a poder.
      Y no puedo sobrevivir al invierno aquí, Barney. Llega a 40° bajo cero. Tendría que encender un fuego, verían el humo. Incluso si me abriera camino hacia el sur, el bosque termina en un par de cientos de millas. Sería un blanco facilísimo. No. No tiene caso. Tal vez alguien esté intentando algo en alguna parte, pero no llegará aquí a tiempo… ¿Y qué razón tengo para vivir?
      No. Mejor tener un buen final, digamos sobre la roca, donde puedo ver las estrellas. Después de que regrese y deje esto para ti. Esperaré a ver el hermoso color de los árboles por última vez.
      Sé lo que voy a rascar en la piedra como epitafio.

AQUÍ YACE EL SEGUNDO PRIMATE
MÁS CRUEL DE LA TIERRA


Adiós, querido, querido Barney.

Supongo que nadie leerá esto jamás, a menos que tenga el valor y la energía para llevarlo a donde Barney. Probablemente no lo haré. Mejor lo dejo en una bolsa de plástico, aquí tengo una; tal vez Barney venga y lo vea. Ahora estoy sobre la gran roca. La luna va a salir pronto, lo haré entonces. Mosquitos, tengan paciencia. Tendrán todo lo que quieran.
      Lo que tengo que escribir es que yo también vi un ángel. Esta mañana. Era grande y brillante, como dijo el hombre; como un árbol de Navidad sin el árbol. Pero supe que era real porque las ranas dejaron de croar y dos arrendajos azules dieron llamadas de alarma. Esto es importante; realmente estaba allí.
      Lo observé, sentado debajo de mi roca. No se movió mucho. Hizo algo como inclinarse y recogió algo, hojas o ramitas, no pude ver. Luego hizo algo con ellos alrededor de su centro, como si los pusiera en un bolsillo de muestra invisible.
      Permítanme repetirlo: estaba allí. Barney, si estás leyendo esto, AQUÍ HAY COSAS. Y creo que son las que nos han hecho lo que sea que esto es. Matarnos, exterminarnos.
      ¿Por qué? Bueno, este sería un lugar agradable si no fuera por la gente. ¿Cómo te deshaces de la gente? Bombas, rayos de la muerte…, todo eso es muy primitivo. Y deja un gran desastre. Destruye todo, cráteres, radiactividad, arruina el lugar.
      De esta otra forma no hay lío, no hay alboroto. Igual que lo que le hicimos a la mosca del gusano barrenador. Identificar el eslabón vulnerable, esperar un poco mientras nosotros hacemos el trabajo por ellos. Solo quedarán unos pocos huesos; serán buen fertilizante.
      Barney querido, adiós. Lo vi. Estaba allí.
      Pero no era un ángel.
      Creo que vi a un agente de bienes raíces.

Alice Sheldon, ciencia ficción, Cuento, El cuento del mes, escritoras, escritores en inglés, escritores estadounidenses, feminismo, ficción especulativa, James Tiptree Jr., Literatura, literatura de imaginación, literatura de terror, misoginia, Raccoona Sheldon, traducciones, traducciones originales
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