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Grey

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Grey es una serie de cuentos, breves y no tanto, sobre lo religioso: milagros, santos y sectas en las claves de siempre y en otras. Quién sabe cuál será su suerte; por el momento me quedo con la alegría de verlo publicado. Les dejo un adelanto que no está en ningún otro sitio, dedicado a Erika Mergruen; ojalá les guste. ¡Salud!

EL DILEMA

I. La niña da en decirle a todo “santo”: san Gato, san Radio, santa Puerta, santa Ventana, san Carro, san Cereal, san Plátano, santa Barbie, san Revistero, Sananillo Periférico.

II. La madre, una mujer discreta y reverente, da en intrigarse, incomodarse, disgustarse, ordenar, amenazar y al fin darle, es decir darle, darle, darle, es decir de golpes, pues.

III. La niña da en llorar, llorar, llorar, llorar un poco más, y al fin, como sufre y como en realidad lo de los golpes pasa unas seis o siete veces antes de que se decida a hacer algo, no aguanta más y se arrodilla y ruega con fervor a San Plátano (es el más cercano) que su mamá no le pegue más, que la comprenda, que la quiera.

IV. Y la madre, quien ya la quiere, advierte de pronto que nunca más podrá levantar la mano contra su hija: que el solo pensamiento la enferma y le quita la fuerza en las piernas y los brazos. En el mismo instante, además, comprende –lo que ha de comprender, lo que no diremos aquí, todo entero y luminoso y profundo–, y el dilema viene porque, en última instancia, ella hubiera pensado que para hacer lo que hace su niña (porque san Plátano resplandece, y santa Puerta, y los automovilistas en Sananillo Periferico ya no quieren transitar sobre él porque el fulgor los llena de paz y se duermen y hay muchos accidentes) se necesitaba autorización, un cargo, ser varón de saber y prestigio.

© Alberto Chimal, México, 2006

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