Concurso

Concurso #50

Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

concurso50

Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 24 de diciembre.

Quedan invitados. Felices fiestas, si la celebran, y mejor 2010.

68 comentarios. Dejar nuevo

  • El judío errante
    01/12/2009 11:07 am

    El Gran Hermano

    Cuando cayó la noche me asomé a la ventana esperando ver la última aparición de la luna llena en 2009 para tomarle fotografías pero lo que apareció en el horizonte fue una frente la cual poco a poco se fue convirtiendo en un rosto conocido y omnipresente- Día y noche vigila mis pasos desde lo alto del firmamento. El problema no es que me vea. El problema es que desde aquí abajo solamente yo lo veo…

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  • Juliana era tan pesimista que siempre veía todo medio vacío. Hasta en aquella tormenta.

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  • El concurso de minificción llega al número cincuenta: http://bit.ly/5PqIEj

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  • Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen: Instrucciones: 1) Suponer que esta imagen ilustra una historia. 2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasan…..

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  • Detrás de un piano, siempre, los años se oxidan entre terribles minuetos y dulces sarabandas que se petrifican apenas tocan con suficiencia el aire de este mundo. Él, que no ha recibido más que aplausos formales en todos los escenarios del mundo, decide que ahora será, en los años que la vida se digne a prestarle sin el desdoro de una enfermedad, sólo eso: una formalidad que toca el piano y pervive de ello con el alma añil que van adquiriendo de a poco los que osan desplegar el lenguaje del arte entre sus ¿congéneres?

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  • Arce Caballero
    01/12/2009 2:02 pm

    «La piel del sillón»

    Miguel se encuentra en aquella habitación húmeda y con vista a la bella contaminación del día…y sí, es uno de esos días en que uno esta depresivo y se tiene como pijama un pants viejo de la secundaria. Recostado sobre ese sillón de piel donde se le pegostea la frente Miguel tiene una pesadilla; esta siendo observado al otro lado de la habitación por un escritor depresivo que escribe una historia que Miguel protagoniza y que terminara «suicidandolo» . Miguel despierta al saber el plan malévolo y despega aquella frente sudada haciendo un sonido que le recuerda el sonido del papel film al abrir el queso amarillo. No se atreve a mirar al otro lado, tiene miedo de encontrar un espectador.

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  • sola….
    somos tu y yo, un ser inanimado viendome a todo momento, cualquier movimiento en falso puede costarme la vida; maldita cámara de donde me ven! aún no lo puedo creer, en un parpadeo ellos acabaron con mi existencia, cómo estara mamá? espero que no sufra con mi ausencia, aún tengo la esperanza de salir de aqui.

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  • La pareja perfecta

    La mujer más alta del mundo se enamora del hombre más pequeño. Cuando se celebra la boda, todos los invitados se quedan boquiabiertos. La mujer es tan grande que no puede verse. Y el hombre es tan pequeño que tampoco se ve. Por lo que extrañamente concluyen:

    -Son tan distintos que se parecen.

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  • Deleble

    Por eso emigraron, violentaron las fronteras de su piel.
    Los tatuajes gitanos ya estaban cansados de recorrer sus brazos, su espalda poluta, atlas del humo trasnochado.
    En cambio su amante era un país con los beneficios de lo ignoto. Una tierra para hacer queso de leche de mala madre.
    A ella se fue la tinta, soñando y friolenta como un dolor trashumante, a sembrársele por la noche.
    -Mátate por una mejor vida, en los espacios unidos de ella, de América.
    Tanto se emparentó la tinta al espejo, muro del que siempre haremos puentes verticales, que su filo ilegal terminó con la imagen.

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  • RT @albertochimal: El concurso de minificción llega al número cincuenta: http://bit.ly/5PqIEj

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  • Pedro H. Baez
    02/12/2009 2:24 am

    Imaginé que la vida era como un piano que tocabamos todos. Había notas (teclas) blancas y otras negras. Las blancas representaban lo que debía hacer con mi vida cotidiana; saludar al compañero de trabajo, besar en la mejilla a la amiga, pasear al perro todas las tardes…
    ¿Qué hacer? – me dije. Tocar las blancas (teclas). Decidir que mi vida tenía que ser buena a pesar de que las teclas negras existían. Pero, repentinamente, toqué una de las teclas negras y comencé a hundirme; la silla se hundió y el piano se elevo.
    Ahora me doy cuenta que mientras presiono una tecla negra el piano se levanta y yo me hundo. Tal vez sea el sentimiento propio de nuestros tiempos. Tal vez sea que tocamos tanto las blancas que, ahora, las negras se vuelven más atractivas. Al fin y al cabo el piano tiene acordes mayores, menores, y sobre todo: semiacordes. Así es la vida. Aquí hablamos de una sinfonía dispar y, para nada, uniforme.

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  • Luces violeta neón fue lo último que vió cuando sentado al piano interpretaba «Candle in the wind», después, empezó la quemazón.

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  • «Pianísimo»

    Y ahí, agazapado tras el enorme piano, apenas atisbándola, esperaba pasar desapercibido, hasta que ella terminara de tocar…

    G.

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  • Sur Realista
    02/12/2009 6:14 pm

    Frente a frente

    No bien regresaba del frente cuando enfrenté un problema con mi frente. Al enfrentarlo me di cuenta de algo: Siempre estuvo la solución justo enfrente de mí pero como sucede a menudo, por no atacar el problema de frente y aplicar pronto la solución, ocurrió, como nunca sucede, que mi frente se desprendió de mi rostro.

    Ahora a mi frente la tengo todo el tiempo frente a mí. Nos tenemos frente a frente. Como un recuerdo de que a los problemas hay que atacarlos de frente.

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  • Pau Rivera
    02/12/2009 7:13 pm

    Su vida siempre habia sido como la pecera sucia que tenia en casa. Los peces por poco muertos eran igual a los transeuntes de la acera. La sirena de plastico era igual a aquella que seguia esperando regresara. Igual que el mar en donde se habia metido a buscarla… y de donde nunca volvio.

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  • El Estilista
    03/12/2009 12:52 am

    La vi y dije: «Esta foto es el ojo de Almadía». La mira que pone la editorial en los
    semicalvos o en los que, con orgullo, portan poquitos pelitos:

    – Juan Villoro. (ÉL ENCABEZA ESTA LISTA)
    -Alberto Chimal.
    – Martín S.
    – Guillermo Fadanelli.
    – Mario Bellatín.
    – Lolita Bosch.
    – Julio García.
    – José Eugenio Sánchez.
    – Jorge Volpi.
    – Servín.

    Son todos calvísimos, por oden alfabético, sino también, y a todos los he leído.

    ¡Son todos calvos!

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  • Sirena de plástico… me encanta eso…

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  • Cuerdas viejas

    Al fin y al cabo ya era hora de renovar las cuerdas. Los pianos sólo podemos hacerlo una vez en la vida. Virtud otorgada por el primero que descubrió nuestra vocación antropófaga. Pero sólo podemos hacerlo una vez. Y yo lo decidí ayer. Soy un piano joven, lo sé. Todavía no cumplo los cien. Pero no lo soporté más. Me interrumpía los pensamientos. Más que un compañero, era un torturador. Desafinaba horrible. Equivocaba las notas. Me golpeaba como si yo fuese el causante de su estupidez. Y no lo aguanté más. Cuando puso sus manos sobre las teclas comencé a absorberlo pausadamente, para que creyera que, finalmente, había logrado tocar bien una sonata. Que «se había vuelto uno con el instrumento». Y me lo comí. No me siento culpable. Mis cuerdas ya estaban viejas. Y él se lo merecía. Sin duda.

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  • Siempre supe que el mundo se iba a terminar, pero jamás imagine que la negrura me fuera a tragar

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  • Decían que era imposible fotografiar al hombre sin rostro, pero yo lo logré. En esta foto aparece simulando tocar el piano, mira como se le ven sólo algunos cabellos y parte de su frente, nadie que la vea notará la ausencia de ojos, nariz y boca.

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  • Beatriz Rivera
    04/12/2009 7:27 pm

    Suerte

    La noche que renunció el pianista todo empezó a irme mal, ése mismo día atropellé al enano que pedía limosna en la esquina. Lo llevé hasta la bodega del bar. Durante varios días probé con muchos tipos distintos de barnices, esmaltes, pegamentos y resinas, hasta que por fin conseguí que quedara bien tieso. Por la mañana coloqué un reproductor de cd’s dentro del piano y puse al enano en el banco del pianista. Fué una suerte. El bar se abarrota cada noche para escuchar las falsas notas del falso pianista, pero he notado, que día a día al calor de las luces, se le está despegando el pelo. Tendré que conseguir otro enano.

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  • Los artistas son unos seres bien azotados, me cae. Este pianista fue rechazado por la su musa y viera usted que, en lugar de suicidarse dándose un tiro o colgándose de su cinto, prefirió comerse su propia cabeza.
    ¿A qué le habrá sabido la muerte?

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  • Socorrista

    Mi madre siempre dice que me ahogo en un vaso de agua y hoy, frente a ti, para conseguir el valor que me faltaba, a punto estuve de ahogarme en uno de ginebra, tres veces rellenado. Allí seguiría, entre los diminutos y cúbicos icebergs ya casi derretidos, si no te hubieses decidido a lanzarte con un salto elástico y elegante desde el borde de vidrio circular, si no me hubieses agarrado con un brazo, arrastrándome con el otro hasta la superficie –¿cómo puede tener tanta fuerza un cuerpo tan delicado?-, si no me hubieses devuelto el aliento perdido con un suave beso boca a boca. Ya sé que no estás para nada, tonto, nos vemos mañana, me dijiste al dejarme ante el portal de mi casa. Y no se te vuelva a ocurrir hundirte, ni en agua ni en ginebra, añadiste con una sonrisa insinuante.

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  • Pasé gran parte de mi infancia pegado al televisor, literalmente pegado. Desde pequeño, llegaba del jardín de niños corriendo, a encender el aparato. No lo hacía por los programas, me gustaba ver de cerca los minúsculos cuadritos rojos, verdes y azules de los que estaban compuestas las imágenes. Así pasaron muchos años.

    Te quedarás ciego- decía mi padre.
    Se te quemaran los ojos- advertía mi madre, día tras día.

    Pero no perdí la vista ni se me quemaron los ojos. Pero perdí la capacidad de comunicarme…mejor dicho, adquirí la capacidad de comunicarme por medio de ondas. No hablaba en la mesa, durante la cena. No hablaba en el camión, ni en la escuela. Pero mis padres cayeron en cuenta que pegado a la televisión podían oír mi voz salir de las bocinas.

    La enciendo, pongo el canal seis, pongo la cabeza muy cerca de la pantalla y hago que la antena capte mis pensamientos.

    Haz lo mismo: prende la TV, sintoniza el canal seis y acércate lo más que puedas; verás que tras el ruido blanco puedes escucharme.

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  • ULTIMAS PALABRAS
    El día es del Sol, del conocimiento, del progreso y del trabajo, es tiempo para mirar a la lejania y encontrar en el horizonte el camino a seguir. La noche en cambio es para mirar las cosas que nos rodean con mas atención; ya sea a la luz de una vela, de una lampara o de la Luna; Las estrellas hacen su aparición y arrastran nuestra mirada mas alla de este mundo hasta los limites del tiempo y la distancia.
    La oscuridad total, la ausencia absoluta de luz, la negación de la vista, esa entidad que nos envuelve y nos engulle, a la cual tememos desde niños, la que esta poblada por todos los terrores que nos merodean; esa es la condición del alma; pues a pesar de estar inmersos en un oceano de luz, nuestro interior es oscuro, y solo podemos atisbarlo cuando suprimimos todo el mundo exterior. Esa oscuridad me engulle, no tiene caso luchar con ella, me dejo plegar, sumergiendome en el liquido amniotico donde flotan los sueños.

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  • Melodía desencadenada

    Sin ouija, sin médium, sin nada de superchería, para celebrar el cumpleaños de mi hermana y sabiendo cuánto sufrió cuando supo que Patrick Swayze había muerto -era una devota admiradora del actor-, esa noche toqué en el piano esa canción romántica que volvió un clásico el hecho de modelar en barro. Sin embargo, del pentagrama donde estaban las claves, de la partitura, comenzó a salir una especie de humo que ennegreció toda la casa hasta concentrarse en la sala. Luego envolvió por completo a mi hermana, que gritó y cayó inconsciente al suelo. Despertó minutos después, cuando las sombras o el humo ya habían desaparecido por debajo de la puerta principal. No dejaba de preguntar por una tal Molly Jensen. Decía que su nombre era Sam Wheat. Pensé que ella fingía ser el protagonista de esa película. Así se lo dijimos. «Oh, debo estar confundido. Yo hice el papel de alguien que había muerto y después morí, de cáncer», nos dijo. Luego seguimos conversando.

    Nos contó que tuvo cuatro hermanos, que desde joven ya le gustaba aquello de las artes escénicas, que era bueno para el atletismo y el futbol americano hasta que lo dejaron sus rodillas; que estudió ballet y se casó con Lisa Niemi. Desde que comenzó a relatarnos todo varios grabaron y fotografiaron a mi hermana. Era increíble que alguien supiera tantos detalles. Luego hizo una pausa y pidió prestado el teléfono. Marcó y habló en inglés. Era increíble: mi hermana nunca ha hablado ni intentado siquiera estudiar inglés, pero los videos lo prueban. «Tenía que decirle a mi esposa que estoy bien. Ella cree que después de la muerte estoy jodido. La amo. Si la ven, díganle que la amo», dijo mientras se limpiaba un par de lágrimas.

    Luego se tomó un par de copas con nosotros y cuando supo que celebrábamos el cumpleaños de mi hermana dijo que tenía una idea muy buena: cantaría el tema central de la película, esa canción romántica que volvió un clásico el hecho de modelar en barro, especialmente para ella, a manera de regalo por la devoción que le profesaba a su carrera artística. Me senté y comencé a tocar el piano. Él, es decir, mi hermana, cuyo cuerpo era habitado por Patrick Swayze, comenzó a cantar. Estábamos por finalizar la canción cuando nuevamente apareció el humo que no era humo, la bruma, la sombra proveniente del pentagrama, y envolvió otra vez a mi hermana, es decir, a Patrick Swayze, quien en ese momento habitaba el cuerpo de mi hermana, quien volvió a caer inconsciente al suelo.

    Despertó minutos después, cuando las sombras o el humo o la bruma o lo que fuera ya habían desaparecido por debajo de la puerta principal. No dejaba de preguntar qué chingados le había pasado. Volvió a desmayarse cuando vio el tercer video. Es curioso, dijo al despertar, minutos después, cuando las sombras o el humo o la bruma o lo que fuera ya habían desaparecido de su mente. Soñé que Patrick Swayze cantaba para mí. Decidimos que todo estaba bien y seguimos con la celebración. De eso hace casi un mes. Y todo hubiera quedado ahí si no fuera porque hace unos minutos, cuando las sombras o el humo o la bruma o lo que fuera ya habían desaparecido de mi cabeza, nublando mi vista, permitiendo que escuchara los gritos de mi hermana, quien me llamaba por mi nombre, cuando abrí el recibo telefónico, aparecía el cobro por una llamada de larga distancia a Los Ángeles, California. Mi hermana llora y yo estoy a punto de hacer lo mismo.

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  • Madera

    Así, como no queriendo la cosa, se le cruzó el mueble. Desde niña se le antojaba un ser distinto; cuando su abuela le llamaba «cómoda» ella se quedaba mirando, hacia arriba, ensimismada, concentrada en el olor nogal, recorriendo las vetas de su cuerpo cuadrado. Luego se agachaba y le hacía cosquillas en las patas redondeadas y raspadas por el gato de la abuela, por la escoba que nunca llegó al polvo que guardaba en el fondo, por ella misma, que a veces quería tanto al mueble y a veces lo odiaba tanto y otras le temía tanto que pateaba sus patas de gigante.

    Cuando la abuela murió, ella corrió a abrazarlo, buscando consuelo; él aflojó el cerrojo y abrió sus rechinantes puertas; guardó en sus cajones las lágrimas que ella le lloró a la abuela, le mostró los vestidos e incluso el agujero que le había habierto en el lomo la abuela para guardar ahí sus ahorros. Mientras los hijos y sobrinos comenzaban a jalarse los cabellos y las lenguas para quedarse con el dinero y la casa y las joyas de la anciana, ella salió sin un reclamo, y tras ella el mueble. Alguien me dijo que viven no muy lejos de la casa de la abuela.

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  • Antonio Sevilla
    09/12/2009 12:16 am

    Una vez más, cuando en el mundo la plenitud del día apenas comienza, infundiendo fuerza a los corazones, la diminuta habitación que encierra a ese hombre es asaltada por la noche líquida. Noche líquida más negra que la desesperación, más pesada que la pena, más viscosa que la culpa. Noche líquida que desde aquel incidente ahogará a ese hombre, día tras día, para siempre.

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  • Las piernas me temblaban. Había esperado ese momento por meses y ahora que por fin parecía que llegaba, los nervios me traicionaban. Cuando llegó, con su vestido corto, dejando a la vista sus bien torneadas piernas y el principio de unos sedosos muslos, coronado por un sencillo escote, discreto pero lo suficientemente revelador como para que la sangre comenzara a hervir en mis venas, me quedé sin habla. Ella sonrió y preguntó si me gustaba. Yo dije que me enloquecía tanto lo que veía como lo que adivinaba. Volvió a sonreír y acomodó su cabello en ese breve gesto que dejaba a la vista su cuello de cisne. Luego extendió los brazos hacia mí y me dejé llevar. La abracé y, sin pensar, roce levemente sus satinados labios en un contacto electrificante. Ella sostuvo el abrazo, luego la mirada y, por fin, nos besamos, primero con mucha ternura, luego con pasión y al final con lujuria. Nuestras lenguas se trenzaron en una lucha sin tregua, aspirábamos nuestros mutuos alientos sin darnos un descanso. Mientras tanto, nuestras manos viajaban de un lugar a otro, sin descanso ni reposo, de una pierna a un seno, de un muslo a un glúteo, y así, en un frenesí que apenas comenzaba pero parecía que no tendría fin.
    Bajé el cierre automático de la espalda de su vestido, sólo para comprobar que no traía puesta ninguna ropa interior. Tomé un pecho en mis manos, ambas, como temiendo que se fuera a romper o a desaparecer. Lo miré con éxtasis, lo acaricié y luego bajé mi boca hacia él. Con suavidad aspiré su aroma, deslicé mi lengua por toda su superficie, lentamente, sin prisas. Cuando comencé a jugar con el pezón, entre mi lengua y mis dientes, ella primero suspiró, luego se arqueó hacia atrás para exponerlo más completamente, y luego sostuvo mi cabeza con firmeza contra su cuerpo. Encontré sin dificultad mi camino hacia el otro pecho y repetí la exploración. Comencé a bajar por su abdomen y me perdí en su delicado ombligo. Seguí bajando para encontrar una espesa mata de vello que escondía un muy anhelado tesoro. Pasé de largo y me dediqué a besar y lamer sus muslos, por dentro y por fuera. Me fui acercando a su vagina, lentamente, dejando pequeñas gotas de saliva en el camino, como si las necesitara para encontrar la ruta de salida. Ella solamente suspiraba intensamente y sostenía mi cabeza, como temerosa de que se fuera a caer o a salir volando como un globo inflado con gas. Llegué a los labios exteriores, los olí, los lamí, los succione y, finalmente, los abrí. Repetí el procedimiento con los labios interiores y luego penetré con mi lengua lo más profundamente que pude en su vagina. Exploré cada rincón, por más recóndito que fuera, hasta que llegué al clítoris. Estuve años allí, regodeándome con él, hasta que la sentí tensar su cuerpo. En ese momento aceleré mis movimientos, ella lanzó un quejido largo y prolongado, y luego se aflojó por completo, jalándome por los cabellos hacia su rostro. Me besó, lamió los restos de su orgasmo que aún brillaban en mi cara y me acunó contra su pecho. Entonces comenzó a sollozar… porque sin darnos cuenta, el río se desbordó y de repente nos encontramos rodeados de agua, sin saber nadar y sin estar preparados. Ya veremos cómo salimos de ésta, si lo logramos, y si no, ¡qué dulce manera de morir ahogados!

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  • NuevasTecnologías

    Primerosemetrabólabarraespaciadora.Penséqueranormal,eltecladoylacomputadoratienenmásde10añosdeuso.
    Cuando solucione el asunto del teclado constate que los acentos de la computadora no aparecian.
    Luego
    vino
    el

    ProBlemA con las MAYUsculas y las MINUScUlAs y el
    enter, que provocaba que los reglones estuvieran todos desordenados y
    el texto careciera de orden.
    El colmo SobrVino CuandO senti unpequeño CosquilleoEnMisManosYParaDejarConstancia DeLoAcontecidoHiceLoQueACualquieraSeLePudoHaber OcurridoCuandoLaBarraEspaciadoraSeDescompusoOtraVez:
    EscribirConjugado,SeparandoConMayUsculas

    ElInicioDeLasPalabrasYEvitandoLosAcentos.MiroMis
    Manos:ahora…ellas¡SonDeColorNegro!LevantoLasManosDelTeclado
    YVeoLasLetrasMarcadasEnLasYemasDeMisDedos…No…Lo…
    Puedo…Creer;SientoUnLigeroMareo…ElEspejoFrenteALaComputadora
    ReflejaUnaImagenBorrosaDelQueSoy,DelQueHastaAhoraHeSido.LaTintaOLoQue…quiera…que…sea…que…me…invade…que…se….a.p.o.d.e.r.a…de…este…mi…cuerpo…subepormisbrazos,lentamente,comosifuerachapopote,comounaespeciede…f.a.n.g.o…quienleaesto,porfavor:yanopuedo…despegarlosdedos/del/teclado.

    lentamentelnegromeincorpora/alnegromismo.temodejardeseryo.

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  • Wow!!!! el texto cobró vida!!!!! sorry Alberto, espero que alguien de LasHistorias pueda darle un enter por ahí para que no distorsione la presentación de la página… no lo vuelvo a hacer, estaba experimentando.

    disculpasmil.

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  • Narco León Malaparte
    10/12/2009 4:26 am

    Nota discordante

    Primero informaron por el noticiero matutino que la lucha entre narcos continuaba pero cuando «pasadita de la media» avisaron que había llegado el frente frío número diez no sabía que quizás se referían a una frente que poco después encontré ya bien fría ahí justo sobre mi piano, como una nota que anticipa lo que me espera…

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  • Al "go" Gore
    10/12/2009 5:03 am

    Cambio de profesión e inicio de una leyenda

    En el teatro londinense, la multitud aplaudió a rabiar a «Jack el prestidigitador», fabuloso mago recién surgido quien momentos antes había hecho desaparecer a su ayudante. Pero cuando Jack llegó a su casa y encontró unos dedos en el picaporte, un pie en el retrete y una cabeza sobre el piano comenzó a pensar que como su magia no estaba funcionando tan bien quizás era el momento de contratar otro ayudante, huir o bien volver al anonimato y cambiar de profesión.

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  • Maurits Cornelis Escher
    10/12/2009 5:44 am

    Global y Fóbico

    Global y su hermano Fóbico se quedaron dormidos, uno en cada extremo del piano. Cuando Global despertó lo primero que vio fue la cabeza de Fóbico. Al acercarse a despertarlo ésta se elevó por los aires jalando tras de sí al cuerpo de Fóbico. Horrorizado, Global salió a la calle donde miles de personas se elevaban por los aires. Al darse cuenta que él era el único que no flotaba, víctima del pánico, explotó en una nerviosa carcajada, despertando con el estallido a Fóbico quien lo primero que vio fue la cabeza de Global. Al acercarse a despertarlo ésta se elevó por los aires jalando tras de sí al cuerpo de Global. Horrorizado, Fóbico salió a la calle donde miles de personas se elevaban por los aires. Al darse cuenta que él era el único que no flotaba, víctima del pánico, explotó en una nerviosa carcajada, despertando con el estallido a Global quien lo primero que vio…

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  • Anuncios personales

    toc toc.
    -¿Quién?.
    -Hola vengo por el anuncio del periódico, «se busca pareja de baile y compañera de vida».
    -Ahorita la atiendo. ¿Va a entrar si o no?.
    -no sé, yo creo que mejor nos quedamos así.
    -¿Así cómo?.
    -Digo de pie platicando, nomás que no le alcanzo a ver más que la frente. A ver brinque poquito.
    -no puedo, es que soy muy feo.
    -yo también estoy re fea.
    -Bueno, entonces deje sus datos, yo le llamo en otro día.

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  • Impuntualidad

    El tío abuelo Gonzalo siempre llegaba tarde. Llevaba más de un mes cumplida la bisabuela Rosaura cuando tuvo que someterse a una cesárea, porque él nunca encontraba el momento para nacer. Fue un niño retraído, que pasaba más tiempo entre sus mayores que compartiendo juegos con los chicos de su edad y, al llegar a la juventud, adoptó las ideas, las modas y las costumbres propias del siglo anterior. Vestía siempre de negro, con chaqueta, corbata y mascota; usaba reloj de cadena y botines de charol; se afilió al partido ultraconservador y defendió la monarquía, la tradición y las ideas religiosas más reaccionarias. Tardó veinte años en darse cuenta de que mi abuela Hortensia era el amor de su vida, para entonces ella llevaba ya quince casada con su hermano Roberto y amándolo en secreto. Finalmente, llegó tarde a la cita con la parca, alcanzando así una extraña suerte de inmortalidad. Ahí lo tenemos desde hace más de medio siglo, en una probeta que trajo Robertito del laboratorio de la facultad de medicina, hecho una diminuta momia que conservamos en un líquido espeso, mezcla de formol y de una sopa nutricia que elabora mi hermana Horten. De vez en cuando emerge su cabeza. Unas veces nos grita que vivimos en pecado y que debemos arrepentirnos antes de sufrir los eternos tormentos del infierno y otras, cuando Rosaurita, nuestra hermana pequeña, que todos dicen que es el vivo retrato de la abuela Hortensia, pasa cerca de él un poco ligera de ropa, intenta abalanzarse sobre ella dando unos estremecedores grititos, como de pájaro.

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  • Ante ella Leregas, él escucha su cháchara, en su mente Guela, la otra, ella(llamémosla Flery) intempestiva balbucea su embarazo. De súbito, las tinieblas…

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  • Anónimo

    La habían tomado a la ligera. Pero esa noche se decidió. Salía de la coladera con violencia. Se comía el color y las formas. Esa oscuridad se decidió a terminar con todo. Estábamos hartos de mirarla. Lo único que pudo salir fue esa media cabeza. El hombre se resistía y nosotros corrimos al ver su movimiento. Nadie lo sabe; ojalá esta foto constate el hecho. Está entre nosotros.

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  • La explicación más sencilla.

    1992, las cámaras compactas de 35mm eran muy populares:

    -¿Qué hacemos? Nada más le queda una foto para llevar el rollo a revelar.
    -¡Espera, no la desperdicies! ¡Déjame acomodarm…!

    ¡Click!

    Responder
  • Luis le comentaba a su hermanita:
    -Y de pronto Rosita ya no supo que hacer, corrió entre la espesura de árboles no verdes, entre cajas poseídas de luz, entre barreras que le impedían escapar; esa cosa de cinco patas quería convertirla en oveja, una oveja gorda, blanca, con patas negras, barriga llena de puntos coloridos y además con un listón en la cabeza.
    La hermanita sólo pudo decir:
    -Claro! Era navidad y la abuelita no se quería quedar atrás con sus regalos navideños a la nueva nieta que ya había cumplido cinco años.

    Responder
  • Rafael R.
    17/12/2009 9:25 pm

    A pesar del esfuerzo -las cremas, los masajes, la buena alimentación, los buenos deseos, todo, todo- el cabello se me sigue cayendo. No puedo ocultarlo.

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  • Te lavaste la cara hasta en tres ocasiones, te peinaste lindo lindo y desempolvaste lo mejor del ropero. Tus labios, gruesos, ahora son rojos. Tus manos, de ladrillero, están decoradas con joyas y uñas de plástico. Tu voz, de militar ebrio, me pregunta, desapacito, en susurro, finito como mujer educada, si ya tomé la foto.

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  • El Piano de Mateo*

    En un momento impreciso de la vigilia, un hombre se sienta al piano y se resiste a ver su reflejo en la negrura del instrumento. Se recuerda así mismo en la noche anterior, en el centro de ese mismo lugar, rodeado por mujeres vestidas con flores y altísimos peinados; se ve en medio de una pista repleta; se ve iluminado entre miles de cabezas oscuras. La tapa cae sobre el piano y el silencio sobre el lugar. Se da cuenta, al ver su reflejo, sus ojos rojos y su corbata maltrecha, que todo aquello es una farsa: una máscara que dibuja una sonrisa cruel cuyos labios van invirtiéndose lentamente. Levanta la mirada y por encima del piano, con unos dedos agiles, aéreos, creando cada nota con la precisión de la memoria, ejecuta el bolero y la salsa como si fueran uno mismo; el chachachá y el mariachi en la misma canción interminable. Cada vez más asible, el piano va construyendo la noche anterior con minucioso detalle. En cada momento él ve una imagen distinta en su memoria; una imagen que es la noche anterior y también la noche de un Garibaldi lejano que se parece a la Habana y al puerto de Veracruz. Ve su reflejo en el piano. Su canción se pierde en un vendaval de dedos que se mueven caóticamente. Su mente devanea entre la noche que se anuncia sobre esa tarde y las noches que pueblan su memoria. Se pierde. Su rostro cae sobre el piano frío, su canción se va adhiriendo a los ritmos del mundo. Su cuerpo se congela, se estremece. Su alma, tendida sobre los aires, no voltea atrás; baila como en la noche de abril pero en una noche de diciembre y cuando quiere volver, no puede. Las máscaras se han caído. Esa calle no es una calle específica sino “la calle”. La ciudad ya no es una sino muchas, que todas juntas, con sus enormes edificios, con sus malecones llenos de lámparas y las canciones que tratan de Veracruz, de La Habana y Lima reflejan una sola y gigantesca sombra. Y ahí, con esos mismo dedos aéreos, separa la oscuridad de la oscuridad: recrea los espacios, extiende las calles, acomoda las aguas, dibuja las puertas, los salones de baile, las músicas, los pianos, las mujeres y luego los hombres. Esculpe su cuerpo tendido sobre el piano y pierde el control de todo. Se alejan las sombras y la inmunda precisión de la mañana lo despierta. No hay bienvenidas pero al fin y al cabo, tampoco hubo regresos.

    *Mateo Ricci

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  • El juego

    Juego a esconderme cuando escribo. Escribo que me gusta el instante en que el aleteo de la mariposa amarilla de alas casi transparentes hace una pausa, una minúscula pausa en el instante en que la miro por el resquicio de las persianas marrón, y me gustan las persianas por esos delicados pliegues que se suceden unos a los otros desde las alturas hasta casi rosar el marmoleado del piso. En este rincón me he dado cuenta de que también gustan las figuras de los azulejos que se entretejen por las paredes de la cocina, hasta formar algo casi tan perfecto como una mentira, e incluso las mentiras me gustan por su delicada forma que ayuda a prolongar la vida de los enfermos (que cuando se miran al espejo ven cómo en el fondo de sus ojos se asoma el rostro de la muerte, y aún así se repiten que no es cierto). Ya llevo aquí mucho tiempo. He perdido la cuenta. No puedo moverme. Las piernas se me entumen y entonces recuerdo que me gusta el germinado de alfalfa. Me gustan las telarañas: el poema, la redonda trampa. Las hojas de las plantas, organismos colonizadores del planeta. Contemplo la mayoría de sus especies y me asombra el saber que son capaces de fabricar su propio alimento, que respiran por las noches, silenciosas. Me gustan los hongos, sus delicados filamentos que rodean su mágica circunferencia. La hifa, el conidióforo, el fiálide, la conidia, y las septas desde el lente del microscopio. Los viajes hacia el interior de las cosas, invento de Galileo: microscopía. Las cosas simples: los gatos caminando por los techos, escuchar el eco de las voces que parecen estar cerca, y luego lejos. Me gustan esas voces particularmente en el campo. Aquí atrás todo se ve diferente. Y entonces recuerdo mientras trato de salir por la ventana, que sí, me gustan las flores, pero sólo cuando una gota de agua recorre uno de sus pétalos, el que queda justo en mi mano izquierda (la tomo y la inclino y la gota rueda por ese pétalo para caer hasta el eje floral), ahí es cuando admiro sus granos de polen que se asemejan a esa antena amarilla de la mariposa que atraviesa la persiana cuando uno de los pliegues se abre y hace una pausa mientras juego a que me escondo cuando escribo.

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  • José Será Mago
    20/12/2009 6:21 am

    Ensayo sobre el piano…

    Una melodía inconclusa. Después de dos ensayos previos, caigo de bruces sobre el mismo. Una mujer sobreviviente a una rara y reciente epidemia de ceguera, me aplaude pero ya no la escucho. Momentos antes de mi ejecución al piano nos pregúntabamos quien habría firmado la autorización de la guerra global en nuestro nombre. Somos, de seguro, los dos únicos sobrevivientes en la Tierra como resultado de ese conflicto. Me despiertan unos fuertes toquidos en la puerta…

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  • Alessandro Baricco
    20/12/2009 6:36 am

    El más grande

    Dany Boodman T. D. Lemon Novecento, el más grande pianista es anunciado. Aplausos. Los tripulantes del trasatlántico Virginian están a la expectativa. Silencio absoluto. Novecento se sienta y al comenzar a tocar cae de bruces, muerto, sobre el piano. El mar provoca con su vaivén que el piano suene y con ello se genere en honor al más grande pianista la música de piano más suave jamás escuchada.

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  • AMOR, CALL ME BACK, HEY, HÁBLAME PA’TRAS

    ¡Ah cómo te estaba llorando, chatito! Te habías metido en la cajota del xilófono y te suicidaste en caliente. Recibí de volada el telefonazo de un desconocido, dijo: llámame. Me dio el número y colgó. Pensé que se disfrazaba con tu voz.

    Llamé y entró una contestadora. Grabé: ¿eres tú?, ¿qué se siente estar muerto?

    Ahorita recibí otra llamada, dijiste que sí eras tú, que no llorara, que no existe la vida.

    En eso llegan unos hombres apresurados, te meten a un iglú rodante, ninguno me da un pésame, sólo un papel: un trozo de árbol muerto.

    Habré de pagar por adelantado tu pensión helada; la friolera de un millón de morlacos.

    Algún día te despertarán, ¿será en mi aniversario luctuoso?, entonces escucharás mi mensaje en tu contestadora y me devolverás aquella llamada de hace ratito.

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  • Últimos días del concurso de minificción: http://bit.ly/5PqIEj

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  • La casa parecía más desolada que de costumbre. Revisé cada habitación y no había rastro de nadie. Me habían abandonado. El televisor estaba encendido pero en vez de señal, una lengua de vacío producía un ruido sordo que desbordaba la sala. Ese era el presagio del fin. En ese momento comenzó la náusea. Pensé en ello días atrás ¿sería como un demonio poseyéndome, una esencia aquietante, un episodio lento o vertiginoso? Ya nada importaba. Mi cuerpo les pertenecía y también nuestro planeta. Me senté a esperar.

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  • RT @albertochimal: Últimos días del concurso de minificción: http://bit.ly/5PqIEj

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    Últimos días del concurso de minificción: http://bit.ly/5PqIEj

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  • alli estaba, frente a la placa de caoba, inmovil, incapaz de ver, sentia el incierto olor de la madera, familiar para el, pero no se animo a tocarla o empujarla, quizas por momentos sentia que le quemaban en las manos las ansias de colgarse, para poder mirar al otro lado, pero le daba miedo el futuro incierto detras de aquel aparador, no podia cruzar miradas, no podia saber que habia detras de aquel macizo armatoste, sin embargo, fuese bueno o malo, no se animaba a ver, siempre llegaba al mismo sitio, y aunque las manos le ardian, nunca se animo.
    un dia, no recuerdo cual, desperto y en las manos sintio el ardor, la desesperacion, volvio a aquel lugar, y aunque dudo pr unos cuantos minutos, se aferro del borde, y asomo los pequeños ojos por sobre la madera, nadie sabe al dia de hoy que es lo que vio, pero todos dicen, que ese fue el dia en que aprendio a volar…..

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  • Apenas cabía mi cuerpo entero, un copete menos y no estaría muerto. Los zapatos eran de cemento, aplastaban el plástico. Todo le sabía tan oscuro, tan dulce. De pronto, en el universo, soy una mosca en el refresco de Dios.

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  • andrew carmaicol
    22/12/2009 2:18 am

    es un sueño recurrente. rie entre dientes y cuando volteo se oculta y desaparece, entonces me amarga el sueño y despierto hecho trizas, excepto cuando sus ojos se enjugan de lágrimas, entonces despierto a carcajadas

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  • Felipe Huerta
    22/12/2009 4:36 am

    Álbum

    Mientras tomaba el té, agobiado por las circunstancias recordó súbitamente un álbum fotográfico. Buscó desesperado en el librero. Cuando al fin descubrió que el álbum efectivamente existía, recorrió una a una las fotografías. En ellas aparecía en secuencia la historia de su vida- Al verlas pudo recrear todos los momentos en que le fueron tomadas aquellas instantáneas: Al nacer, cuando fue bautizado, en la infancia, adolescencia, vida adulta. Horrorizado vio que la última fotografía era aquella que le fue tomada cuando cayó súbita e inexplicablemente sobre la mesa, víctima de esa rara enfermedad que le provocó la horrible y eterna pesadilla en la cual ahora se encontraba viviendo…

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  • CREPÚSCULO

    Al primer pincelazo sintió la cara, luego tuvo ojos y pudo ver sus manos, su cuerpo. Un vestido azul la defendía del frío lienzo; era hermosa, pero triste: su inmovilidad la deprimía. Varios meses intentó con la mirada pedir al artista que la liberara del suplicio. Y cuentan que un día el buen hombre, simulando un descuido, dejó caer la tinta sobre su obra y que las lágrimas le impidieron ver cómo la cabeza de ella se hundía en la mancha negra que se la tragó para siempre, como hace el mar con el sol en un hermoso crepúsculo…

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  • Rascar fue su tarea en esos días, semanas y años de encierro. Todo empezó como mero pasatiempo, en una esquina del cuarto. Con su uña rasgó la parte baja de la pared y se siguió por toda la orilla. Entonces pudo ver que los muros que la tenían atrapada se desprendían, como una calcomanía. El día de su venganza despegó con todas sus fuerzas las paredes: la cama, el espejo, sucumbieron ante aquel espacio negro, que también se tragó sus piernas, su torso, sus manos. Lo único que lamentó antes de que aquel vacío absorbiera su frente, era no ver la reacción de sus verdugos y demostrarles que era verdad lo que decía, que no estaba loca…

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  • Roberto OE
    24/12/2009 3:19 pm

    «Piánomen»

    En ese momento dejá de cantar, ahi estaba ella a un lado de la rockola, no dejaba de mirarlo. Sintió verguenza, tristeza, odio a si mismo, quería morir, deseaba de verdad pagar su culpa, que sacara una pistola y lo matara ahí mismo. Pero nada sucedió… ahí sigue inmóvil, aguardando pacientemente, sabe que el show debe continuar.

    «sing us a song you’re the piano man
    sing us a song tonight
    well we’re all in the mood for a melody
    and you got us all feeling alright»

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  • Ese día, como nada había pasado, dejé una pequeña nada, casi diluida en un rincón de nada y –sin quererlo- la pisé. Y así nomás, como si nada, empecé a llevar una pequeña nada en mi zapato izquierdo, pero claro, no me di cuenta porque nada había en mi zapato. Pero como una nada, en realidad no es nada, comenzó a crecer como si nada.

    Y fue entonces, cuando me di cuenta de que en mi pie izquierdo había un hueco invisible de nada, que, en una nada de tiempo, se traspasó sin decir nada a mi pie derecho. Y yo andaba, como si nada, llevando nada más que dos estigmas casi como los de Cristo en mis pies, a través de los cuales no se podía ver nada. Me quedé pensativo, pero ese estado duró menos que nada y se interrumpió cuando vi que nada había debajo de mis rodillas. Y si, la nada me invadía pero yo no podía hacer nada, entonces nada siguió avanzando y mi cuerpo, lentamente, comenzó a convertirse en nada, es decir a no ser nada.

    Pero la nada, al igual que los agujeros negros, crecía y se multiplicaba y cada vez era más nada y así veía, como lentamente me iba sumergiendo en una nada negra, hasta que nada quedó sino mi cabeza y de pronto, nada pude escribir porque me inundé en una turba negra de nada.

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  • Allí estaba Él, dueño absoluto del arte de seducir, sosteniendo firmemente a su bailarina por la cintura mientras la desnudaba en cuerpo y alma con sus ojos penetrantes. Los presentes los contemplaban al borde del éxtasis, porque sin ser eximios bailarines ni seguir fielmente el ritmo persistente de la música, ejercían un encanto hipnótico sobre todas las personas que los miraban, quienes instantáneamente se sentían parte de esa danza tan sensual como exquisita. Las manos temblaban, los labios se mojaban, las piernas se contraían en tics espontáneos que casi todos, en hipócrita demostración de puritanismo, trataban de disimular.

    Pero, de espaldas a Èl, estaba el pianista, que silencioso y oculto, conociendo de memoria sus pentagramas, miraba fascinado a Elisa, una de las señoritas de la platea, por fuera, la más inocente, por dentro, quizás, la más malvada. Elisa traidora, pensaba para sus adentros, mientras veía a la muchacha silenciosamente embelezada por los encantos del bailarín. Elisa ilusa, pensaba, mientras contemplaba las teclas del piano correr afónicas de un lado al otro. Elisa, mi amor, pensaba mientras el piano protestaba por esos breves maltratos a los que era sometido cada vez que el pianista pensaba en un nombre de mujer. Elisa, mirame a mi, decía cerrando los ojos y esperando al menos, una breve mirada de reojo, que le dijera que para ella, él, pianista, escritor en la sombra de esa danza por todos contemplada, también existía. Pero Elisa continuaba embobada con los encantos del bailarín y lo siguió fielmente, con sus ojos y sus fantasías, hasta que la última luz de la función se apagó.

    Otra vez, pensó el pianista, otra vez se va ella. Tal vez vuelva la semana que viene y tal vez tampoco le hable porque la única voz que tengo es mi piano y a ella le gusta la danza. Él único consuelo que tengo, es que el bailarín tampoco habla y es corto de vista y además la semana que viene van a pasar un western en lugar de estas lacónicas y putrefactas películas de Valentino.

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  • Perdon, esta es la versión final, se me escapo un error en la otra
    Allí estaba Él, dueño absoluto del arte de seducir, sosteniendo firmemente a su bailarina por la cintura mientras la desnudaba en cuerpo y alma con sus ojos penetrantes. Los presentes los contemplaban al borde del éxtasis, porque sin ser eximios bailarines ni seguir fielmente el ritmo persistente de la música, ejercían un encanto hipnótico sobre todas las personas que los miraban, quienes instantáneamente se sentían parte de esa danza tan sensual como exquisita. Las manos temblaban, los labios se mojaban, las piernas se contraían en tics espontáneos que casi todos, en hipócrita demostración de puritanismo, trataban de disimular.

    Pero, de espaldas a Èl, estaba el pianista, que silencioso y oculto, conociendo de memoria sus pentagramas, miraba fascinado a Elisa, una de las señoritas de la platea, por fuera, la más inocente, por dentro, quizás, la más malvada. Elisa traidora, pensaba para sus adentros, mientras veía a la muchacha embelesada por los encantos del bailarín. Elisa ilusa, pensaba, mientras contemplaba las teclas del piano correr afónicas de un lado al otro. Elisa, mi amor, pensaba mientras el piano protestaba por esos breves maltratos a los que era sometido cada vez que el pianista pensaba en un nombre de mujer. Elisa, mirame a mi, decía cerrando los ojos y esperando al menos, una breve mirada de reojo, que le dijera que para ella, él, pianista, escritor en la sombra de esa danza por todos contemplada, también existía. Pero Elisa continuaba embobada con los encantos del bailarín y lo siguió fielmente, con sus ojos y sus fantasías, hasta que la última luz de la función se apagó.

    Otra vez, pensó el pianista, otra vez se va ella. Tal vez vuelva la semana que viene y tal vez tampoco le hable porque la única voz que tengo es mi piano y a ella le gusta la danza. Él único consuelo que tengo, es que el bailarín tampoco habla y es corto de vista y además la semana que viene van a pasar un western en lugar de estas lacónicas y putrefactas películas de Valentino.

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  • Hola a todos. Con este mensaje se cierra el concurso de diciembre, pero los interesados pueden recomendar sus textos favoritos de aquí a que se den los resultados, lo que ocurrirá antes del día 31.

    Gracias a los concursantes, como siempre, y más todavía ahora que el concurso cumple 50 meses y empieza a avanzar hacia su sexto cumpleaños. Felicidades a todos.

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  • Rasheny Joha Lazcano Leyva
    28/12/2009 2:20 pm

    Solo la frente veo, sola, tocando el piano.
    Escucho tú música que sonoriza mi soledad.
    Pero nunca le podré poner rostro, puede que sea tan feo.
    Como mi realidad.

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  • Ya me pasé por mucho, el límite para poder participar, de cualquier forma publico mi historia por si alguien quiere opinar. Gracias.

    Apuesta

    La vergüenza los tiene como dos avestruces, llevan más de una hora inmóviles sin valor a encararse. Ella, detrás del tocador de su propia recámara. Su esposo desnudo y tendido en la cama, solo se cubre la cara con la sábana. Y pensar que hasta hace poco estaban gozando como hacía mucho que no gozaban y sudando al borde de la deshidratación. Hasta que un ruido en la puerta lo hizo gritar, -escóndete es mi mujer-. Yo no sé quien será el primero en salir.

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  • Guadalupe
    29/12/2009 3:12 pm

    Los que más me gustaron fueron Madera de Sub, Álbum de Felipe Huerta, Crepúsculo de La Maga y el de Nita sin título me pareció muy divertido. Aprovecho para desearles un muy Feliz Año 2010!! y que sigan escribiendo.

    Un abrazo a todos!!

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  • Buenas noches. Casi en el borde del año, les aviso que el ganador del concurso de diciembre es el cuento «Crepúsculo» de La Maga, por su sugerencia de una imagen inusitada y curiosa. Reciben mención el cuento sin título de Ladidel y el cuento sin título de Nita.

    Muchas gracias por continuar asomándose a este sitio y participando en este concurso. Muchas felicidades y suerte para el año, y hasta pronto.

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  • […] noches. Casi en el borde del año, les aviso que el ganador del concurso de diciembre es el cuento “Crepúsculo” de La Maga, por su sugerencia de una imagen inusitada y curiosa. Reciben mención el cuento sin […]

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