El cuento del mes

Basta

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Hace unos días, el 15 de abril de 2018, se cumplieron 140 años del nacimiento de Robert Walser (1878-1956), narrador suizo y autor de culto, gran observador de lo más pequeño, lo inmediato, lo insignificante de la existencia. La ocasión es buena para publicar un relato suyo. En él apenas sucede nada, como suele pasar en Walser, más allá de la reflexión, el paseo a través de la conciencia como a través del mundo, pero es suficiente para que el autor, disfrazado de personaje, describa y condene de manera brutal el conformismo de su época (y de la nuestra).
      «Basta» apareció, en un sitio que ya no está en línea, traducido por Harriet Quint a partir de la versión original en alemán. Ésta, con el mismo título, aparece en un tomo de las Obras completas de Walser publicado por la editorial alemana Suhrkamp en 1985.

BASTA
Robert Walser

Yo nací en tal y tal fecha, me educaron aquí y allá, fui como es debido a la escuela, soy eso y aquello, me llamo así y asá, y no pienso mucho. Soy hombre; desde el punto de vista civil soy un buen ciudadano y provengo de buena clase. Soy un miembro limpiecito, callado y simpático de la sociedad humana, un así llamado buen ciudadano, me gusta tomar mi cerveza con medida, y no pienso mucho. Es evidente que me encanta comer bien y también es evidente que las ideas me son ajenas. El pensar con agudeza me es totalmente ajeno, las ideas me son completamente ajenas, y por eso soy un buen ciudadano, porque un buen ciudadano no piensa mucho. Un buen ciudadano come su comida y con eso ¡basta!
      No me rompo mucho la cabeza, eso se lo dejo a otros. El que se rompe la cabeza se hace odioso; el que piensa mucho es visto como una persona desagradable. Julio César a su vez, señalaba con su dedo gordo al ojeroso de Casio, al que le tenía miedo, porque suponía que tenía ideas. Un buen ciudadano no debe despertar miedo y sospechas; pensar mucho no es asunto suyo. El que piensa mucho es mal visto, y es completamente innecesario hacerse impopular. Dormir y roncar es mucho mejor que pensar y crear. Nací en tal y tal fecha, fui aquí y allá a la escuela, leo ocasionalmente este y aquel periódico, ejerzo esa y aquella profesión, tengo esa y aquella edad, parece ser que soy un buen ciudadano y parece que me gusta comer bien. No me esfuerzo mucho en pensar, eso se lo dejo a otros. Romperme la cabeza no es de mi incumbencia, porque al que piensa mucho, le duele la cabeza, y los dolores de cabeza son completamente innecesarios. Dormir y roncar es mucho mejor que romperse la cabeza, y una cerveza tomada con medida es mucho mejor que pensar y crear. Las ideas me son totalmente ajenas, y no me quiero romper la cabeza bajo ninguna circunstancia, eso se lo dejo a los gobernantes. Por eso soy un buen ciudadano, para tener mi tranquilidad, para no tener que usar la cabeza, para que las ideas me sean completamente ajenas, y para no angustiarme, si es que acaso, llego a pensar mucho. Tengo miedo de pensar con agudeza. Si trato de pensar con agudeza empiezo a ver estrellas. Mejor me tomo una buena cerveza y dejo cualquier forma de pensamiento agudo a los líderes gubernamentales. Por mi parte, los hombres de Estado pueden pensar tan agudamente como quieran, y durante mucho tiempo hasta que se les llegue a romper la cabeza. Siempre veo estrellas cuando uso mi cabeza, y eso no es bueno, y por eso me esfuerzo lo menos que puedo y me quedo de lo lindo sin cabeza y sin pensamientos. Si solamente los hombres de Estado pensaran hasta ver estrellas y les reventara la cabeza, todo estaría perfecto y la gente como yo podría tomar su cerveza de manera moderada, tener preferencia por comida buena, dormir bien y roncar en la noche, suponiendo que dormir y roncar sea mucho mejor que romperse la cabeza y mejor que pensar y crear. El que usa la cabeza sólo se hace odioso, y el que difunde opiniones e intenciones es considerado una persona desagradable; un buen ciudadano no debe ser desagradable sino agradable. Con toda la tranquilidad del mundo, dejo el pensar agudo y fatigante a los líderes de Estado, porque gente como yo sólo somos miembros sólidos e insignificantes de la sociedad, un así llamado buen ciudadano o burgués de miras estrechas al que le gusta tomar su cerveza con medida y le gusta comerse su linda comida grasosa y con eso ¡basta!
      Que los hombres de Estado piensen hasta que confiesen que ven estrellas y les duele la cabeza. Un buen ciudadano nunca debe tener dolores de cabeza, al contrario, siempre debe disfrutar su cerveza tomada con medida y debe dormir suave y roncar en las noches. Me llamo así y asá, nací en tal y tal fecha, en este y aquel lugar me mandaron debidamente a la escuela, leo ocasionalmente este y aquel periódico, de profesión soy eso o aquello, tengo esa y aquella edad, y renuncio a pensar mucho y con esmero, porque el dolor de cabeza y el esfuerzo se los dejo con gusto a las cabezas líderes que se sienten responsables. Gente como yo no siente responsabilidad alguna porque le gusta tomar su cerveza con medida y no piensa mucho; deja esta particular diversión a las cabezas que llevan la responsabilidad. Fui aquí y allá a la escuela, donde me obligaron a usar mi cabeza, a la que desde entonces nunca más esforcé en lo más mínimo y tampoco he empleado. Nací en tal y tal fecha, tengo este y aquel nombre, no tengo responsabilidad y de ninguna manera soy único en mi especie. Afortunadamente hay muchos como yo, los que disfrutan de su cerveza tomada con medida, que al igual que yo piensan poco y no les gusta romperse la cabeza, que mejor dejan eso con gusto a otras personas, como por ejemplo a hombres de Estado. A mí, miembro callado de la sociedad, pensar con agudeza me es ajeno, afortunadamente no sólo a mí, sino que a legiones de aquellos, que como yo, les encanta comer bien y no piensan mucho, tienen esa y aquella edad, fueron educados aquí y allá, son miembros pulcros de la sociedad y, como yo, buenos ciudadanos, a los que pensar con agudeza les es ajeno como a mí, y con eso ¡basta!

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15 comentarios. Dejar nuevo

  • Francisco
    19/04/2018 2:27 pm

    Alberto, gracias por compartir este texto salpicado de una puntiaguda ironía, que buena falta hace para sacudir la apatía y el conformismo.

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  • Themis Maya
    19/04/2018 7:32 pm

    Delegar la responsabilidad propia en las manos y -peor tantito- en las mentes de otros porque hay “cabezas líderes que se sienten responsables”.
    Este texto, Alberto, sigue tan vigente como cuando Robert Walser lo escribió. La apatía del ser humano…
    Gracias por ilustrarnos y compartir cultura.
    Un abrazo.

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  • Ulises Rodríguez Ortiz
    20/04/2018 2:21 am

    Este texto llega cuando termino 1984 de Orwell. Dos miradas de un fenómeno parecido. Muchas gracias Alberto

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  • Adriana Herrera
    22/04/2018 7:18 am

    Un excelente texto que será el tema en mi clase La próxima semana, a ver si logramos sacudirnos un poco. Muchas gracias por compartirlo, maestro. Un abrazo desde el puerto.

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  • Miguel Arroyo
    30/05/2018 2:19 pm

    A sí le gusta al gobierno, que las masas no piensen mucho, sólo fútbol con cerveza, las telenovelas y una vez a la semana unos tacos para no desentonar.

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  • Muy interesante y fastidioso a la vez, tal indiferencia, me recuerda a muchas personas, a una mi, de antes! Gracias por compartirlo 🙂

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  • Vonnesclecht
    11/07/2018 1:57 pm

    And so it goes…..

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  • Luis Casas
    25/07/2018 1:15 pm

    A pesar de ser escrito ya hace muchos años, lamentablemente es un reflejo de estos tiempos, de la realidad. Excelente cuento!

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  • Ulises Rodríguez
    28/10/2019 1:44 am

    ¡Que forma de escribir! Como en círculos; redundante tantas veces como a cada uno de nosotros nos haga falta para comprender las conductas humanas confortables. Una historia de crítica implacable, que no tiene tiempo pues al igual que lo que cuenta, las sociedades nos repetimos en forma infinita. Este cuento tiene un ritmo rapidísimo como una marcha, que siento deja algo mas de lo que está escrito. Muchas gracias Maestro!

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  • Laura Neri
    12/11/2020 7:40 am

    soy profesora en la universidad y siempre, toda mi vida, he luchado por pensar y hacer pensar a otros, por intercambiar reflexiones y profundizar. Ha sido una batalla perdida para mi. Este tipo de escritos me reconfortan. Gracias Alberto por compartirlo. No es solo el ciudadano de a pie el que no quiere pensar, a veces personas con gran poder, profesionales incluso, son muy flojos para pensar y encima se hacen los que saben, con pedantería y soberbia hablan de temas que no conocen. Abrazo para todos y me gustí también leer sus comentarios.

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