Se puede representar la realidad de manera literal, describiendo el mundo sensible para que dé la impresión de que se le percibe «tal como es», o bien se puede utilizar esa descripción como puente hacia algo distinto. Los expresionistas utilizaban la representación para sugerir las emociones de una conciencia que percibe el mundo, como ocurre, por ejemplo, en esta escena de Metrópolis (1927) de Fritz Lang, en la que un personaje reacciona con horror ante la explotación de los obreros en su mundo futurista y los imagina como víctimas a punto de ser sacrificadas:
La propuesta es simple: tomar una situación cotidiana (mientras menos inusual, mejor) y describirla de modo expresionista. ¿Qué tragedia terrible percibe un estudiante que deseaba buenas calificaciones y acaba de reprobar un examen? ¿Cómo se manifiesta lo que siente una muchacha que acaba de ser rechazada por primera vez? Los comentarios de esta nota están abiertos para quien quiera dejar alguna propuesta, como siempre.
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Información Bitacoras.com…
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Pero describir una situación, no contar las emociones?
Yo diría que lo esencial sería describir la situación transformada por las emociones. Si se logra, la forma en la que la situación difiere de lo que consideraríamos «real» o «posible» nos indicaría de qué emoción estamos hablando. Un ejemplo extra podría ser un mundo vulgar que se volviera más hermoso desde el punto de alguien que es feliz (no es la materia del expresionismo clásico, pero bueno).
Saludos…
De eso hablaste en el taller… Hoy recordaba algunas de tus palabras cuando hablábamos de Nicolás Tinajero, porque tuve la impresión de que las habías repetido dos o tres veces; entonces me acordé de tu libro Los Esclavos.
Hola, les mando un ejercicio. Saludos.
Debía comer
Asmara Gay
Debía comer. Estaba frente al plato, la comida servida, los codos sobre la mesa y la tristeza en su semblante.
Debía comer. Un guiso caliente, un puchero tal vez o una sopa de pasta, lentejas, arroz, espagueti.
Debía comer. Los pequeños granos saltando del plato, cayendo sobre su cara los guisantes enormes, una ola amarilla, roja, verde, plata a punto de ser devorada.
Debía comer. Gigantescas almejas abriendo sus fauces, camarones terribles contemplando su piel, lechugas insaciables como plantas carnívoras.
Debía comer. Antes de que se lo comieran a él.
Una casualidad, Quique… 🙂
Gracias, Asmara.
Saludos a todos.
Escribió esas palabras como anticipando un futuro ya ha ocurrido, un ulterior que se convierte en un presente aterrador al ir tecleando esas posibles, pero improbables realidades.
corrección…
Escribió esas palabras como anticipando un futuro ya ocurrido, un ulterior que se convierte en un presente aterrador al ir tecleando esas posibles, pero improbables realidades.
Erick, con lo que escribes me quedo pensando: ¿qué pasará después? Quizá estaría bien que continuaras el texto…
Saludos y gracias.
ok, gracias por el consejo.
la propuesta en realidad es que se piense, pero en lo que pasó antes…
saludos.
Abrí lo ojos. ¿Qué hora era? Temprano, preo no tanto. La luz poderosa del sol se filtraba en hilos candentes entre los resquicios de la ventana. Con el ánimo dispuesto encendí el computador. Buscar, buscar, buscar ofertas de trabajo. Cinco posibilidades, muchos documentos enviados, respuestas automáticas esperanzadoras. Sobrevino la calma de lo hecho y lo que el futuro próximo prometía.
Cierro los ojos, los abro otra vez. Clavo la mirada en el techo, algo impide que me mueva, es pegajoso. Sé qué es y no sé si puedo o quiero luchar. El computador ni siquiera se apagó. Me mira de frente con su pantalla brillante. Ahora le gana a la luz del sol que antes se filtraba inundando todo. Mis manos avanzan con telarañas encima y continúan la búsqueda. Pasan las horas, el día entero. Se oscurece como eclipse ahí afuera y se apodera de mi casa. ¿Qué pasa? Yo sigo buscando. Pero mis ojos están llenos de lagañas y mi cuerpo está sudoroso, lleno de escamas de polvo. Trato de mantener la concentración. No hay respuestas, pero envío más documentos, más mails, redacto cartas, sendas cartas, pero la tarea es muy lenta porque las palabras se mueven, los párrafos se confunden y se mezclan con fragmentos personales que envío a mis amigos.
El formato no está bien, está alterado, no funciona bien el computador, es una maldición. Qué tontería. Tal vez un virus. Sí, algún competidor…O varios. Buscan el mismo puesto. ¿Sabotaje? Bueno un juego, dos, tres; una película, dos, tres;bajar música, dos, trescientas…
Caigo desplomado en cama, cierro los ojos, pero sigo despierto. Los abro. Las paredes tienen ese color grisáceo del cemento y son rugosas como producto de una mala maniobra de albañil. Está nublado y la casa tiembla. Hay mucho viento afuera. Cierzo invernal diría la canción argentina.
Poso los pies en el piso después de luchar con las sábanas y colchas que me abrazan y me besan con lujuria espantosa y me babean con fuerza caníbal. Lo que primero me place, se vuelve extraño. Masas peludas de gatos con ojos amenazantes me observan. Siguen mis movimientos. Qué rara soledad. Ahí sigue el computador. Está apagado, quizá en reposo. Pruebo y trato de encender. Está descompuesto. Pruebo otra vez y otra vez. No funciona. ¡Sí! Sabotaje, un virus, un enemigo o…El polvo, el polvo de los días lo ha estropeado. ¿Por qué no esperó como yo? En él se escapa todo. Sin trabajo, con estas sábanas que me devoran. Pronto se terminará la comida y el dinero y los servicios. Y las llaves… Por aquí deben estar perdidas. Pero es que no tengo fuerza para buscar y buscar y buscar. Hace mucho que no tocan a la puerta, que no llaman y la lámpara parpadea. El hedor aumenta. Algún gato se ha meado y qué comezón provocan las escamas. ¡Cof, cof! Se fue la luz…Ruidos, muchos ruidos. Sí esas deben ser palomillas. Me echo hacia atrás, mejor cierro los ojos, mejor cierro y aprieto los ojos.