Terminé ayer un curso de novela que doy cada tanto en la Universidad del Claustro de Sor Juana. En el grupo había mucho interés por discutir el modo (¿el método?) de empezar a escribir una novela. Nunca había sucedido, pero como de todas formas procuro siempre ir variando el programa de ese curso, para que no se estanque ni se convierta en un libreto, redacté varias páginas de ideas sobre el empezar a trabajar en una historia extensa, tomando ejemplos de otros autores y algo de mi propia experiencia. No sé qué haré con ellas, porque muchas terminaron por llegar a cuestiones más allá de lo estrictamente literario. Por ejemplo, esto es parte de una lista de sugerencias relacionadas con la rutina de escribir:
(…)
3. Plantearse una disciplina de escritura. A veces hace falta fijarse plazos para entregar un proyecto. Incluso cuando esto no sucede, y no hay fechas de terminación (o bien se pueden prorrogar indefinidamente), siempre es útil fijarse una velocidad de trabajo: una meta diaria que cumplir y que puede medirse como se desee: en páginas, caracteres, palabras, tiempo de escritura efectiva o de cualquier otro modo. Hay que fijarse una meta realista, incluso más baja que el máximo de nuestra capacidad de trabajo, y cumplirla. Idealmente debería ser posible trabajar en la novela todos los días, al menos un par de horas. Otra medida útil: fijarse el mínimo de una página diaria. En el trabajo de crearse una disciplina –y una rutina de escritura– pueden servir los siguientes consejos:
a. Conseguir un espacio propio de trabajo, distinto de nuestro propio hogar o al menos delimitado claramente. Este espacio, idealmente, debería poder configurarse enteramente a nuestro gusto, con toda la comodidad posible y con todas las herramientas necesarias al alcance de la mano.
b. Encontrar ayudas para la concentración, desde música de fondo hasta algún tipo de rutina o ritual preparatorio (no es necesario que se crea en ningún tipo de fe sobrenatural para realizar esto: basta un gesto arbitrario que señale el momento de comenzar a trabajar).
c. Proponerse la concentración: idealmente, no debería contestarse el teléfono, navegar en internet, utilizar redes sociales ni realizar ninguna otra actividad “al mismo tiempo” que se escribe.
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Sería posible escribir un libro entero sobre esto. No sé si quiero hacerlo.
Mañana, otro recorte: un artículo reciente sobre el éxito (o su falta).
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