Concurso

Concurso #31

Una vez más, esta bitácora convoca a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

La propuesta es que la imagen sea nada más el punto de partida de la historia: mientras mejor se sostengan los textos solos, sin necesidad de ver también la foto, mejor. El ganador de cada mes será elegido tomando en cuenta la opinión de quienes decidan opinar, y recibirá un trofeo virtual. (Los concursantes deben dejar una dirección válida de correo electrónico, para poder recibir su premio.) La fecha límite para hacer propuestas es el 24 de mayo.

Quedan invitados…

53 comentarios. Dejar nuevo

  • Y después de perder su trigésimo partido de manera consecutiva, Televisa mandó al América a jugar a Siberia. En la imagen, su último seguidor entra al «nido» para ver de manera exclusiva el encuentro amistoso entre las águilas y los pingüinos de Bering.

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  • A dónde conduces desesperanza?

    El dolor está aquí. Cómo evitarlo? En el bajo vientre, es una cinta ancha que rodea el abdomen, la espalda baja. Hay que descargar el vientre sin pudor, llenar los pulmones de aire y arrojar las aguas mayores. No sé por qué pienso ahora en una embarcación que cruza el Delawer, cañones y una bandera izada con barras y estrellas. Una mujer hace el aseo, mete el ruido de una escoba en los cubículos. Ella debe tener el rostro ajado, y claro que sabe que del cielo no lloverá mermelada y que todos los empleadores son unos perros. El dolor está ahí, en mi vientre, como una magnolia que florece. No hay alivio. Su belleza es terrible, pone a temblar mi carne. Todo este lugar es viejo, sórdido, asfixiante. Pienso que soy una vaca. Pienso que cruzo un pasillo cubierto de nieve, en el umbral del bobo edificio de la desesperanza.
    Pienso que vago en una aldea neolítica, cuando no conocíamos los metales, pienso en extensiones enormes de gramíneas esperando a ser domesticadas, pienso en la sangre salvaje que todavía nos hace aullar a la luna durante las noches de mayo, pero el dolor no cesa, está ahí. Escucho el accionar de los fluxómetros, alguna tapa que golpea un retrete, herrajes que se mueven, puertas que se abren, intestinos que se alivian, gargantas que lanzan gargajos, la humanidad que lucha y se pudre. El bobo edificio de la deseperanza, la inútil nieve.
    De pronto escucho un vacío, un silencio fingido, el aire blanco de las sombras. Alguien al lado de mi mampara, gotea, con mucha pena, gotea entre murmullos y noto que el silencio no existe, es solamente un simulacro estúpido. Hay que tirar el escombro, hay que demoler las viejas habitaciones y nivelar los cascotes para levantar nuevas paredes, hay que levantar la ciudad sobre los hombros caídos de las viejas casas, airear los patios, llenarlos de sol y de luna y estrellas, de zumbidos eléctricos. Huele a zumbido eléctrico, a balastro quemado, el amargo olor de la piel de las lámparas. Yo sigo pensando en Ur, en Babel y Jericó, pero el dolor no termina.

    Ayer al despertar, yo era una ciudad.

    Te miraba a ti, tendida a mi lado, y tu misma eras parte de mis murallas, de mis campos, de mi ciudadela en donde tenía un Temenos y donde la gente adoraba a los dioses que se guardaban detrás de las puertas. Al despertar, yo era una ciudad sobre colinas, en una meseta larga, y tu eras parte de los campos, y yo te araba con muchos carros de bronce tirados por bueyes blancos, pero tú estaba ahí, todavía dormida en la cama, y yo sabía que tu nombre estaba grabado en todas las puertas de todas las casas de todos los barrios, y tu piel era también las piedras de las calzadas y la tierra de los caminos y que tus ojos eran las brazas de todas las hogueras en donde se hacían el pan y las espadas. Al despertar fui caminando a la ventana y supe que esa ventana eran también mis ojos y los tuyos y yo era los techos de las casas y los pájaros pero también, no se cómo, tus manos en el principio del bosque que me rodeaba. Yo ya no supe qué era más, si la ciudad ó el bosque, y los campos más allá de nosotros dos que éramos todos los hombre y mujeres que construían más ladrillos para los muros.
    Ayer al despertar, yo era una ciudad, y no recordaba mi nombre y me dijiste no importa ponte uno nuevo. A dónde conduces, desesperanza, inútil nieve?

    Luego, al final, la risa.

    Si pudiera detener el tiempo, comprimirlo en un archivo emepege, lo haría bailar en mis manos y entonces podrías tener el bebé que tu quieres, o tejerías de nuevo el manto de tus pretendientes o hilarías muchos caminos a Roma y Constantinopla y te pondrías de nuevo faldas cortas y alpargatas, collares con cuentas de cristal y unas pulseras de cobre para bailar en la tarde con Kali ( es buena madre) y yo pretendiendo tocar el interior de tu piel, escucharía la trompeta de Louis Armstrong y esperaría la primera señal del Big Crounch, por que como que haces voz de espantapájaros y dices algo de un gato con pies de trapo,y a todo dices que sí, y te das otra vuelta con tu vestido, el amarillo, para que Fidias termine de golpear el mármol en el que imita tu rostro, y nos da mucha, mucha risa, ya ves que Isis es taaaaan celosa.

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  • Escrito en una gota

    by soma

    Pasemos bajo el amo del hastío a la Fundación Orquídea. La nieve es una mujer muerta con las manos tapando el sexo complacido. A lo lejos, el rumor de letanías o conjuros. Los de la fundación han tratado matarme. Esos idiotas.

    La casa es una construcción monstruosa. Hay sombras que hacen sus orgías sobre trazos de grimarios en los techos. Una niña desnuda cae de un balcón por perseguir a un papalote. Al dar a un salón revestido de seda, un par de mujeres con máscaras rojas se masturban entre humores púrpuras.

    Solía ser tan fácil matar por la sociedad y el mercado. Todos somos una estadística. Mi trabajo era borrar números. De la nómina, de las listas de sopechosos, de los titulares y prisiones.

    La fundación orquídea es un disfraz. Un puñado de familias poderosas que coleccionan la inocencia. Tengo que salvar a Nina. Ella quizo ver mi rostro. Este rostro de vaho que nadie observa más de una vez en terraplenes o aeroplanos.

    Tengo una bomba en el pecho. Hecha con lo que cualquiera puede conseguir en un supermercado. En mi habitación encontré a una súcubo flotando de espaldas en la tina escarlata. Un mensaje de runas en su cuello me hizo saber de la Casa. La policía no tardó en llegar. Me lancé por una ventana. Inútil querer explicarle a la gente. La televisión está en todas partes, el control de las mentes, la espiral dextrógira.

    Canto ahora. Fuerte. Arriba seguro está César, rodeado por un séquito de hermosas que piden llorando la caricia del cilicio. El estruendo de helicópteros. Las fuerzas han llegado. Tengo que esquivar las balas y matar a dos antes de llegar a Nina. Pero ella no está. Ahora recuerdo, la he matado. ¡El estúpido de César! Menuda fiesta de entrañas armaré.

    Tengo que despedezar con mi cuchillo a veinte hombres. Los niños salen corriendo de sus prisiones. Cruzo laberintos de espejos que llevan a bibliotecas con libros prohibidos por las que llego a cámaras secretas que dan a jardines japoneses que me llevan a espejos que forman un laberinto. En la azotea encuentro a César. Grita. ¿Está llorando?

    Lo abrazo un segundo antes de sentir que mi carne explota. Que nos fundimos en un coito de sangre y fuego y la más profunda oscuridad.

    ¿Nina seguirá amándome?

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  • Atrévete a cruzar las puertas del Asilo Arkham. El invierno ha comenzado.

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  • Llegué por azar después de caminar por el sendero del destino, entré porque no hubo obstáculo que me lo impidiera, la puerta no rechinó, parece que ni el sonido se atrevió a pasar, mi voz se perdía en el silencio, mis pasos no emitían ruido, lo único que alcancé a ver fue que las ventanas echaban la oscuridad hacia fuera y no permitían el paso de la luz. Afuera al menos la nieve emitía un reflejo.

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  • El último hombre del planeta tenía dos opciones, entrar a la última construcción de pie sobre el mundo, donde, según le dijeron, volvería a empezar todo, ó, permanecer de pie fuera hasta que el sol tocara el horizonte y se perdiera para siempre, junto con el universo entero, para nunca volver a surgir.

    Le vinieron algunas memorias, y después de pensarlo, triunfó esperanza sobre realidad y decidió entrar a la especie de templo.

    Después de muchos siglos, supo que había creado un planeta llamado Tierra, que jamás supo valorar el sacrificio que había consumado en aquel entonces, cuando el universo se reducía a una construcción grande de concreto, sobre una superficie de 20 metros cuadrados.

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  • Isabel Burguillos
    05/05/2008 11:38 pm

    Solamente las pisadas me delatan.
    Estoy en la antesala de una de las imágenes que habito. Un relij parado…atemporal como el infinito. Unas ventanas abiertas…heladas de sentimientos y estos pasos míos, son lo único vivo que diviso. Los átomos externos a mí escurren cualquier resquicio de vida, y se empapa en el aire un halo de auras que vagan ya al exterminio.
    No hay…si quiera disfrazadas sonrisas en la oscuridad blanca. Y, mientras, yo, camino por la vereda dde agua helada, de rosas transparentes que bellas siento en mi soledad templada.
    Estoy solo, sí..pero al menos soy de mí.
    Al menos son de mi camino estas pisadas.

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  • Allá voy otra vez, a escoger un cuarto del edificio infinito. En cada cuarto hay un mundo igualmente absurdo a los otros, no existe gran diferencia: uno puede «vivir» con padres o sin ellos, ser blanco o negro, paralítico o embajador o rey o vagabundo, da igual… un cuarto más. Al terminar otra vida el edificio desaparecerá en el invierno y tendré que caminar a otro edificio infinito, que no es otra cosa que un cuarto con forma de edificio infinito, que a su vez está inmerso en un edificio que a su vez es un cuarto…infinito claro..

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  • Lo único que lo sostenía era la esperanza de encontrar a alguien. Pero esa esperanza, lo sabía, era vana. En lo profundo de su ser. En el más oscuro lugar, más aún que la boca que ofrecía ese edificio blanco frente a él, tenía la certeza de que era el último. Abandonado, permaneció inmóvil. ¿Cuál era el sentido de seguir? Adelante estaba la verdad que lo liberaría de su peregrinar: ya no existía nadie más. No se atrevió y permaneció de pie hasta que sus huesos, desprovistos ya de piel por la ventisca de años, se desmoronaron y fueron desperdigados por el viento.

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  • La posada de las almas inquietas

    Le llaman manicomio, ¡ja! para mí es mi casa de retiro, a donde vengo año con año en cuanto comienzan a caer las primeras nieves.

    Lo malo es tener que tomar todas esas píldoras que deprimen el instinto y la conciencia, escuchar los gritos desesperados de algún vecino y soportar, de vez en cuando, las descargas eléctricas, en contraparte la comida llega puntual y caliente, tenemos cobija y compañía, y a veces un regalito en navidad.

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  • isaias rodri. guez
    06/05/2008 4:59 pm

    yo espero a fuera el cadaver…
    Se dice que un monje bien administrado usa bisturí para masturbarse,
    En las pocas horas que le da la luna, con su inmensa imaginación maquiavélica
    Se tumba a un lado de la chimenea y empieza.
    Después se busca entre los reflejos que emanan las rejas insalubres del calabozo,
    Y mira sutilmente el claroscuro que produce la silueta de aquella doncella, de dulce mirada. Pero sabe que su destino fue y será siempre lóbrego.
    el quisiera rescatarla y después hacerla suya hasta deshuesarla, en su libreta de diario planea la gran conquista, hace trazos, usa formulas y bocetos, se muerde los labios, sus dolores comienzan en la ingle y alrededor de los genitales, pero la calma lo consuela, sabe que la espera fue mucha y que el plan no fallara…
    al anochecer se levanta, ingiere un vaso con leche y licor, hace oraciones in entendibles como si susurrara al vació de un tubo enmohecido, toma aquel utensilio filoso y se hiere la mano, para con su sangre camuflajear su propósito, sus desquiciada tranquilidad lo transporta a la credencia de donde las llaves cuelgan de un artefacto de diseño casi futurista, negras y oxidadas hacen referencia a sus doscientos años de vida, hecha un vistazo de reojo a los libros mas sabios que existían en la nave,
    Sigue lamentándose.
    Apenas los rayos del sol asesinaban las penumbras nocturnas de las cosas, Lentamente se dirige a su evento, escucha los cantos fúnebres entre ratas y búhos en lo pardo de aquel camino oscuro, húmedo e inerte, su vieja vela juega con el oxigeno a producir fuego e iniciar la única luz que da color a su mano ensangrentada.

    Sigiloso, abre la puerta desechando el oxidado del cerrojo, cuatro pasos minuciosamente y terminaran sus pesadillas, hasta posarse enfrente de su victima.

    al instante y con el cuchillo entre dientes, le levanta la capucha púrpura de la doncella, contempla por ultima vez el rostro casi perfecto de la prisionera,…
    Escucha un grito, ahhhhhhhhhhhh
    Mas de contemplación que de odio,
    ella seguía aletargada sin mover sus labios,
    fue hasta que la poca la luz se subordino a sus ojo cuando dijo:
    – te amo,
    Mientras ella le sacaba el cuchillo del abdomen………

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  • Ja, no eres tan cínico como quisieras. A ver si por fin te das cuenta. Participar en un concurso literario (¡y además en un blog!) es lo más torpe que has intentado, al menos durante los últimos dos meses (¿te acuerdas cuando en marzo tu novio te dejó por insoportable, y entonces tú le pediste otra oportunidad?). Reconozco que haber usurpado el primer lugar es admirable, hasta cierto punto; pero también me doy cuenta de ni tú te has dado cuenta de que nadie, neta nadie, se ha dado cuenta de nada. Por eso ganaste, de hecho. Así que ahora me permito dejar este comment, para que al menos el Uxmal ese, o como se llame el autor de esta bitácora, se dé cuenta de que nunca podrá darse cuenta de tu plagio. Menos ignorancia para todos, más cinismo para ti. Sinvergüenza, mira que utilizar mi reseña/paráfrasis/reinterpretación de ‘Fanny och Alexander’ para engañar a los usuarios que votaron por ti… Cuando lo escribí, tenía 11 años; tú ninguno. En cualquier caso, no te culpo: es bastante sencillo relacionar la imagen que puso el Ixchel ese en su convocatoria con la casa en donde viven los protagonistas de la obra cumbre de Bergman. «La obra cumbre», ja, menuda frase; ya casi-casi me expreso como tú lo haces. Pues sí, tu idea fue facilona, pero sólo tú te atreviste. Por eso te decía que haber ganado tiene algo de admirable. Ante una obra de Miró, la gente se queja: «Ay, cualquiera puede hacer eso», pero nadie lo hace. Eso te distingue de los demás. Y de mí, claro. Tú sí te atreves a hacer las cosas. ¿Tu error? Haberme avisado de tu triunfo. Te crees muy cínico, pero no llegas ni a descarado. Un cínico de verdad no presume: se desquita. Como yo, pues.

    (El relato se llama «25 de mayo de 2008».)

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  • PIEL DE FANTASMAS

    Lo llamaban el Rincón del Eterno Invierno. No era más que un manicomio olvidado, lejos de la ciudad. La masa pálida de los jardines hiere la vista a la luz del día; mas el sol nunca la derretía porque no era nieve.

    Seis años después de su apertura, los pacientes decidieron sanarse y recuperar la razón. Pero al salir tantos fantamas de sus mentes, todo el lugar quedó impregnado de su blanca piel.

    Hoy en día, aún tratan de limpiar los rincones del manicomio; sin embargo, los restos etéreos siempre regresan, negándose a dejar sin locura al manicomio.

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  • El doctor Locus ha llegado, como siempre, puntual a la cita con sus enfermos, durante el fin de semana planeó un juego: pondrá cinco pistolas en distintos cuartos, escogidos azarosamente, y una bala en cada cuarto (500), quiere poner a prueba la hipotesis de que Bernard, antiguo profesor de literatura inglesa, sera el unico sobreviviente, y utilizara la ultima bala par matarlo. Por eso va de blanco, fue la manera más ingeniosa de suicidarse, no puede tolerar vivir con cáncer.

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  • Ya viene el invierno.
    Y ella tiene mucha hambre.

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  • Esquiel mil montes
    07/05/2008 11:22 am

    Detrás, y detrás y detrás.
    Al cruzar la puerta se extendía un camino, el mismo que había cruzando, de nuevo, igual, así, blanco, con las jardineras, las mismas, y el edificio allá, el mismo, con la puerta, la misma.
    Y sin embargo no podía dejar de pensar cada vez: ¿Qué hay detrás? Y volvía a andar de nuevo, y a cruzar de nuevo la puerta para encontrar un camino extendiéndose, el mismo, y lo mismo, y lo mismo detrás, y detrás, y detrás.

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  • leticia garriga pérez tejada
    07/05/2008 7:57 pm

    Soy el hijo pródigo, vuelvo a casa. No pude alejarme para siempre; me parece la misma, la reconozco y me reconozco en ella. Tan sola, tan fría, tan mía. He vuelto y frente a ese hecho contundente, la puerta abierta me recibe mientras la oscuridad curiosa se asoma también por las ventanas. Estoy parado frente a la puerta generosa y abierta. Ahi dentro, la oscuridad deslumbrada y ociosa desde el umbral… me espera.

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  • María Guadalupe
    07/05/2008 8:02 pm

    Tenía que entrar al hoyo negro vestido de blanco, último residuo de la luz de donde provenía. La luz se apaga a medida que transita al espacio sin retorno. No tiene salvación; quizá si volteara al camino andado.

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  • El enfermero Valdivia tiene 8 años trabajando en el hospital de San Hilario de la provincia de Coyame en el norte del Estado de Chihuahua en Norteamérica, es uno de los 25 hospitales de su tipo en el mundo, Valdivia lleva casi todos los días uno o dos cuerpos de los internos que mueren el camión de la morgue que viene a recogerlos, después empuja la camilla de regreso al hospital caminando por el largo corredor flanqueado por los setos ahora blancos por la nieve que recién ha caído.

    En este tipo de hospitales sólo se admiten dos tipos de internos, ambos enviados por el sistema judicial mundial, los come-carroña y los infractores del sentido común. A San Hilario sólo han llegado dos come-carroña desde su fundación, la mayor parte de la población se compone de infractores.

    Uno de los come-carroña llamado Joseph murió hace dos meses, Adrián, el otro, todavía sobrevive en el hospital a pesar de que el tratamiento le ha deteriorado la salud de forma alarmante. Es el interno más antiguo, lleva en San Hilario 14 meses y según las apuestas de los internos, custodios y enfermeros no debe sobrevivir más de 30 días. Los come-carroña son muy fuertes, Adrián tiene alrededor de 35 años, aunque el asegura haber cumplido 156, era el dueño de una funeraria en la ciudad de Chihuahua antes de ser detenido, se estima que había consumido cerca de 150 cadáveres en cinco años. Su modus operandi era el siguiente; Cuando los deudos se retiraban de la sala ardiente, el féretro era llevado a los sótanos de la funeraria, Adrián cortaba las extremidades del cuerpo y rellenaba con tela los huecos antes de volver a cerrar el ataúd, en esos momentos ya no se volvía a abrir y era llevado al cementerio para ser enterrado.

    Cuando el ministerio mundial empezó a presionar a los gobiernos locales a incinerar los cadáveres en lugar de enterrarlos, Adrián comenzó a tener problemas para conseguir su alimento, entonces comenzó a tramitar un permiso para instalar un crematorio en el sótano de la funeraria. Finalmente logró obtener el permiso, pero tres meses más tarde fue sorprendido por una inspección repentina que se llevó a cabo por el ministerio local. De esa forma acabó en San Hilario.

    Los otros 400 internos son infractores del sentido común, las infracciones más frecuentes son: caminar en sentido contrario en las aceras, conducir una bicicleta por las zonas peatonales, al conducir un vehículo automotor no detenerse en las esquinas para dejar pasar a quienes cruzan las vías de circulación, fumar cigarrillos de tabaco en lugares prohibidos y tirarse pedos en los elevadores.

    El tratamiento de rehabilitación es más severo para los come-carroña pues consiste en la aplicación de una dosis de quimioterapia cada tercer día y por supuesto abstinencia total de carne humana. Para los infractores del sentido común la terapia es cruel y devastadora, la mayoría de ellos sólo logra sobrevivir 3 o 4 meses; cada semana reciben una dosis de radioterapia mediante la inserción de agujas de titanio en varias parte de la espina dorsal, además son obligados a ver videos de las tele-novelas más exitosas del siglo 20 producidas en Colombia y México.

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  • La muerte de la luna.

    Fue sutil la metamorfosis. La luna era más grande ese día. Recuerdo que la admiraba como cuando la descubrí, hace siglos. Ella no sabía nada y yo no sabía que me quedaría sin ella. Sin embargo, fue hermoso cuando dejó escapar su luz y se quedó gris. Después se fue quebrando como si un terremoto de baja intensidad saliera desde su centro y recorriera todo su cuerpo. Los enormes trozos que soltaba se confundían con los asteroides curiosos que transitaban apagados para no ser descubiertos. Ese día se me iba mi luna y yo lo disfrutaba. Me sentía ligera en cada hueco que dejaba y aplaudía porque aún confiaba en ella, esperaba lo mejor al degradarse hasta el polvo. Deseaba ver una nueva compañera para otra etapa de mi vida. Antes de gritar el último hurra, comencé a distinguir escenas de mi vida enmarcadas con pequeñas luces que poco a poco se incrementaron hasta que cerré los ojospero seguía viendo luces que me cegaban. Cuando desperté, descubrí que el orden y la pureza continuaban en su sitio.

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  • Siempre se pregunta qué sentido tiene todo ese esfuerzo. Aun así, cuando regresa cada día al trono luego de haberle dado cuerda a su juguete, a Dios se le escapa una sonrisa.

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  • Tarareo. Quedé fuera de mí, nunca regresé al hombre que fui. Hasta hoy que camino sobre mis pasos. Ya no existo, no soy nada y ya nadie me responde: soy una nube que va a desaparecer. Tengo uno que otra lágrima que corre y me quema una que otra mejilla. Y de repente me aparece una rabia, una ira incontenible, súbita, arrebatadora. Miro mis manos quemadas por el frío, cansadas por el esfuerzo enorme de recolectar piedras de entre la nieve. Y esta furia, este odio inmenso después de construir este mausoleo. Traigo conmigo la última piedra con la que concluyo este monumento a lo que fue nuestro amor. Ya no soy nada y nada queda de mí.

    Lloro y con las lágrimas derramadas sobre esta roca termino el muro. Es el último. Cumplo mi promesa. Te he llorado y he construido esto como nuestro memorial. Con él parece que sepulto lo que sentí por ti y tengo ahora esta rabia, ira incontenible, súbita, arrebatadora, inmensa que me interroga: ¿hubieras cumplido tú esta promesa?, ¿hubieras tú construido algo como esto para mí? Lloro inconsolablemente en tanto comienza a helárseme el corazón y pienso que nunca podría vivir en este palacio si no termino de una vez por todas con esas dudas que me florecen como primavera dentro de mí.

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  • El coliseo

    –Por aquí –decía el anunciador–, pasen adentro.

    El coliseo es como un asilo de puertas siempre abiertas. La gente paga para ver; el entretenimiento está garantizado. Y aquel hombre se decía: «Seguiré existiendo».

    En otras arenas, peleó por dinero. Eso se acabó. En el coliseo peleará por su vida. Podría ganar un minuto más para añadir a su existencia.

    –Pasen y vean. Horrores de lugares lejanos. Conozcan a los arquetectos de la ley enfrentarse cara a cara. Vean asesinatos en masa a una escala nunca antes conocida.

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  • EL FIN DEL PRIMER CICLO

    Durante la última glaciación, los nionandertales asistían a los Centros de Sabiduría de la antigua Frensia, a un lado del río Parisinio. Aquellos hombres nos dejaron un gran legado de conocimientos en libros. Sin embargo, cuando la nieve se acabó, muchos de los escritos se perdieron.

    Los sabios de hoy en día tratan de descifrar los restos de polímeros y metales, donde se cree que los antiguos biligeitos guardaron toda la memoria del mundo anterior.

    Saben que es una empresa difícil de conseguir, pero los habitantes de sutáfrecan son los más inteligentes de toda la Tierra, y nada detendrá su expansión.

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  • Que escriban de mí que estuve sólo; que tal hecho no fue obra de la providencia. Que cuenten de mí que viví en los tiempos del mar muerto; en época en la que el Sol hacía de mito y nada más. Que sepan de mí que fui amante de la nieve, del desierto albo, de la planicie nívea, blanquísima; del vacío. Que encontré este lugar vacante, con sus habitaciones expeditas, hechas para mí; espacios idóneos para vivir una expiación, veintinueve días y ni uno más. Que se sepa que he contado todos los recovecos de la arquitectura, que no son pocos; que he pulido cada una de las columnas que me separan del mundo, el de afuera; que he dejado a los perros comerse los unos a los otros por mero entretenimiento; que regresé todas las tardes bajo la bruma nodriza, después de mi inútil cacería, a cambiar de habitación. Que no me recuerden por mi nombre; que se me recuerde por todo aquello que dejé de hacer para instalarme aquí. Que quede manifiesto que incluso hoy, en la última habitación, mi alma no ha encontrado la pureza que con tanto ahínco anhelaba.

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  • El Ángel Exterminador

    Y despertando entre cadáveres, el último de nuestra especie siguió sin creer en esa mierda del cambio climático.

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  • El frío le hizo darse cuenta que estaba muerto, no, no ocurría como en las películas, el no se miró dentro de un ataúd desde la ingravidez cinematográfica, así de golpe se encontraba pintado de blanco de pies a cabeza y es que la idea torpe de sentarse en aquella silla le había llevado hacía el cielo de ventanales en el que la estrella, pegada allí no como un símbolo sino como un todo, le mostraba que el camino, la puerta y las ventanas que se multiplicaban eran la misma cosa, Alicia se entretenía mirando desde lejos, el lo sabía por que lo único cálido que se podía sentir allí era la mirada traicionera de quien lo había enviado al piso de interminable blanco.

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  • Fernanda Sánchez
    14/05/2008 1:48 pm

    La soledad y el frío penetraban sus huesos, todo estaba en silencio; se arrastró a la ventana, el paisaje afuera no era más alentador que aquel Hospital de mierda.
    Ya hace mucho tiempo, lo había abandonado. Después del grave incidente que lo dejó tullido, ella se fue. El no podía recordar lo sucedido, algunas imágenes llegaban a su mente sin sentido; nunca logró reconstruirlas, tampoco volvió a conciliar el sueño.

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  • Fernanda Sánchez
    14/05/2008 2:13 pm

    Olvide poner el titulo, es «Remordimiento»

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  • Auschwitz

    Judíos al centro, arios vigilantes a los lados.

    Krema, puertas, candados, tristeza, gas, Krema, puertas, candados, ansiedad, gas, Krema, puertas, candados, desolación, gas, Krema, puertas, candados, angustia, gas, Krema, puertas, candados, soledad, gas.

    Eso, soledad, volver en la más completa soledad, cargando al diablo en las espaldas, ¿quién dijo que siempre queda la satisfacción del deber cumplido?

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  • ¡Ya viene!

    En un irreconocible San Pedro se escucha la alarma; inmediatamente se convoca a un nuevo cónclave. Ya sólo falta el cardenal Perez, el pobre huerfano. ¡Ya viene!

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  • jota vargas
    16/05/2008 3:43 pm

    TREINTAITRÉS.

    –Bueno, pues creo que queda claro que el número 32 falló, como cada uno de los anteriores.
    Treintaidós, mirando al suelo sin mirar, con el traje y la máscara puestos, soportaba con el silencio las miradas de cada uno de los miembros de La Junta, que le aguijoneaban todo el cuerpo tanto como la atmósfera exterior y lo impulsaban a encaramarse de la rabia común de los treintaitantos otros porque las instrucciones nunca eran constantes ni mucho menos específicas, le habían dicho –así nomás– «saque a los niños del laberinto y conduzcalos al portón principal…», y ahora le reclamaban que por qué los hizo formar una columna, que por qué utilizó las salidas laterales, que quién le había dicho que el aire comprimido era para dibujar una linea recta hacia el refugio…
    Después de las acusaciones y el silencio incriminatorio, La Presidenta dio lectura al documento y Treintaidós fue sentenciado. Para que señalara a Treintaitrés –primer castigo– hubo que golpearlo un par de veces y despojarlo de la indumentaria oficial.
    Treintaitrés rompió en llanto. Siempre es lo mismo. Afuera los niños se encaramaban en la ventana, con los ojos iluminados. «Es ella», dijo uno sin emoción, «tiene que ser ella», concluyó otra.
    Con la imágen pausada de Treintaidós en el televisor, La Junta deliveraba sobre la redacción de las nuevas instrucciones. Treintaitrés volteó hacia la ventana, sus ojos llorosos transportaban un texto difícil de interpretar.

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  • No lleves tus ojos al edificio, no se puede ver, la luz es incapaz de habitarlo. Remuévelos de un tirón y controla el dolor. Cubre tus oídos metiéndoles lo más fuerte que puedas algodón embebido en aceite. Los sonidos andan filosos como dagas, rebotando por las paredes, certeros. No debes siquiera imaginar que los escuchas. Sí el frío aquí fuera, en el patio, te resulta constrictivo, espera sentir sus huesos atrapándote cuando cruces aquella puerta. Puede partirte una pierna sin que sientas que la has perdido. Solo te puedes guiar por el tacto que te resultará tan útil como un alfiler para levantar un adoquín. No te preocupes por el tiempo, allí dentro no corre. Y sí, en el edificio oscuro, en alguno de sus pabellones donde antes hacinaban presos, existe un rubí que no cabe en la palma de la mano. Queda en ti si decides ingresar a buscarlo. Y no pienses en Dios si necesitas coraje, las almas que deambulan por los pasillos han sido abandonadas por él. Como la de otros que han venido antes de ti.

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  • PEDRO FERIA LOPEZ
    17/05/2008 9:48 am

    VISITANDO EL INFIERNO

    Nunca hubiese pensado, que todo lo que aquella guerra que duro casi cinco años, sin ganador ni vencido, desembocara en el hambre, tristeza, miseria y sobre todo dolor, y aunque mi profesión me ha enseñado a ser insensible e indiferente ante este tipo de tragedias, no dejo de pensar, que al entrar en esta mazmorra donde quedan todavía aquellos sobrevivientes de aquel día fatídico en donde las bombas acabaron con gran parte de nuestro pueblo, siento que todo pudo ser diferente.

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  • Llegó caminando una tarde y dijo que debía ser encerrado. Se rehusó a declarar sus crímenes, porque sí nos contó que fueron muchos. Luego no volvió a hablar, no desde que entró a la celda. No ha salido siquiera a higienizarse aunque se lo nota pulcro y alineado. Tan solo lleva la barba larga, el pelo bajo el hombro, y cicatrices de agujeros en las palmas y los pies.

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  • Marijke van Rosmalen
    18/05/2008 10:59 pm

    Blanca era la soledad del anciano que entraba al hospital. Blanco era el edificio, con una entrada hundida en el medio, como un grueso surco en medio de la nieve. Oscuras eran sus ventanas, como rectos pasos predecibles en su fría blancura. Blanco, tras la nevada, había quedado el jardín y el largo pasaje hacia la entrada del edificio, con sus pisadas oscuras, como pequeñas ventanas al azar.
    El viejo sabía lo que hacía. Era lo último que sabía que haría. Solo, como el primero de sus días en que brotó de una cálida oscuridad, desapareció en otra oscuridad, fría, anónima, del edificio de calladas ventanas, dejando atrás la nieve.
    Sísifo, a fuerza de empujar la piedra de su vida, creó un surco profundo. Profundo entre los pasos que parecían haber caído al azar a profundidades variables. Hoy el anciano entregaba la piedra y el surco al olvido de la nieve para desaparecer sin nada más que sus recuerdos y los achaques que nadie más sufriría.
    Si alguien lo hubiera visto, habría pensado que era la última vela del último cumpleaños caminando entre el granillo de chocolate de las pisadas sobre la blanca cubierta glaseada de un enorme pastel.

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  • Marijke van Rosmalen
    18/05/2008 11:01 pm

    El título del texto que envié es: «El invierno de Sísifo»

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  • Mavi Robles Castillo
    19/05/2008 8:31 am

    “Fuerte, en él desierto”

    Al momento de descansar el fusil sobre la arena caliente, en el preciso instante en que el artefacto retorna a simple objeto inanimado, ahí es donde los pies empiezan su transformación. Las extremidades inferiores, como anclas de iridio, se clavan en la arena ardiente que ahora alcanza sus tobillos y los quema. Cada paso es una hazaña, cada centímetro avanzado es un triunfo efímero. Habrá que llegar allí, y por supuesto entrar, para ver a todos los reunidos regocijarse. Cantar y beber, contar hazañas de guerra, dios y muerte, mientras él sólo quiere llegar al agua.

    No es necesario levantar la cabeza, conoce la construcción a la perfección de muchos años atrás. De cuando tenía nueve de edad y alzó la primera arma. Recuerda cada segundo de ese día como lo hace con el viejo edificio. Sabe que pasa detrás de cada una de las treinta y dos ventanas de su frente. No es necesario levantar la cabeza, sin embargo aunque quisiera hacerlo no puede.

    El agua sí es necesaria, por eso se obliga a arrastrar su humanidad por el mismo tapete de polvo amarillento de toda la vida, entrar y escuchar la verbena de los demás, soportar la historias que a lo lejos alcanza escuchar, observarlos cuadrarse a su paso y recibir las felicitaciones silenciosas de las miradas.

    Después de todo, la sangre de sus enemigos todavía ensucia sus largos ropajes blancos y cae sobre su cuello impidiéndole levantar la frente y los malditos pies.

    Por eso debe lavarse y descansar bajo ese techo ruin, una noche más, hasta mañana o hasta que recoja por última vez el fusil.

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  • PASOS

    El edificio esta construido por miles de almas comprimidas unas contra otras, ellas esperan su liberación y purificación. El color blanco que tiñe la fachada representa los cuerpos intercambiados en estado liquido, que han sido condenados a sostener la estructura que alberga el sueño de Mefistófeles. En el frente presenta 27 ventanales con fondo oscuro donde las almas son torturadas en cada una de las 27 secciones para su liberación, después de un profunda extracción de sus pecados. En la parte frontal del inmueble se distinguen dos grandes ventanales, en la de abajo se filtra la conciencia y en la de arriba el pensamiento; se complementa con una puerta abismal en donde se unen el pasillo principal y el cuerpo escogido. A los costados se encuentran dos cisternas que acumulan gases morales para limpiar el cuerpo antes de que entre a la entrevista con Mefistófeles.

    La sombra de Adán se estira hasta contactar con su cuerpo que viste un desnudo en blanco. El temor se arraiga en Adán detonando las reflexiones en todos los sentidos confundiendo a la razón, que entra en un estado de observación demencial. Él, poza frente a la puerta oscura, escucha con precisión los gritos exhumados de las almas que reprimidas esperan verle.

    La hora de la reunión esta apunto de llegar. Mefistófeles espera sereno la llegada del cuerpo que yace en el exterior, y forma a las almas menos dañadas en filas de dos para el intercambio. La mirada de Adán golpea el hondo pasillo que se forma después de la puerta y se interna en un pensamiento por instantes.

    La voz tenue y ágil de Mefistófeles se filtra por todas las ventanas exigiendo la entrada de Adán.

    Adán se resiste a dar el paso que lo conduzca al interior del Purgatorio, él, sufre inmerso en la quietud y la reflección, frente a frente ante su destino o su destrucción, ante su futuro o su pasado, ante la mortalidad o la inmortalidad ,frente a frente ante la felicidad o la tristeza, ante el amor y el desamor. Adán se queda en su misma posición , en su misma gravedad, es valeroso o cobarde al intentar penetrar o al intentar huir de lo desconocido, debe o no debe cruzar la frontera profunda de la decisión. Él no retrocede, no avanza, él se queda en su mismo espacio, él, espera con anhelo descifrar el código del valor.

    Mefistófeles al escuchar el dialogo de Adán, lo diseco frente a la puerta. Hasta que su voz se sacrifique, se arrastre y convenza al cuerpo de Adán a atravesar el purgatorio.

    Adán encadenado por las pasiones, poza disecado del exterior mientras su interior maquina el escape, donde un alma indigente le hurte el cuerpo para dejarle limpio el interior de un físico, de un espíritu, solo en compañía de la inmensa libertad .

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  • Sostuve una noche mas mi peso, mi alma, pero ya no puedo he decidido mi fin cada vez que paseo por estos lugares que en algun momento fueron magnificos se han convertido en pequeños muros de silencio bombardeando mi corazon tan escasamentE.
    YA no logro ver mi pasar de los lugares como vos, lo veo de otra manera lo veo mas nublado lo veo mas antiguo lo veo de diferente forma a la que tu acostumbras, la gente ya no cabe en este lugar.
    Es tan escaso, mi vicion me mata asi lo veo tan vacio tan natural tan deprimente tan lleno de soledad y sabes que es lo peor que mi alma se encuentra hay a lo lejos donde nadie me puede ver, mi soledad me a invadido y asi me encuentro
    no se si lo puedas ver.

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  • Me alejé

    No porque quisiera alejarme, lo hice.
    No porque me sintiera solo, me alejé.
    Fue una sensación un tanto extraña. Lo único que recuerdo es que helaba.
    Pasos sin sentido, no quería voletar, girar mi cabeza significaría haberlo perdido, mirar las huellas de mi pasado, haber regresado. No quería, ahora yo decidiía a donde ir.

    Me alejé, no porque quisiera, lo hice porque quizá en otra vida, entrar no sea tan complicado.

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  • La espalda de un ángel

    – Vuelva aquí. Dónde va? Está loco?
    Despacio, se volvió a medias, para no tener que alzar la voz.
    – Adentro.- Me dijo, impasible.
    Había dos cosas en esos días, que me obsesionaban hasta el insomnio; entrar y quedar fuera.
    – Pero,… – solté en un desarticulado tartamudeo.
    – No tendrá miedo?- Me preguntó el ángel.
    – Miedo? Bu-bueno… hace un poco de frío.
    Sin réplica, prosiguió acercándose al edificio.

    Tuve que gritarle para que pudiera oírme.
    – Es un problema de escala? Es usted agorafóbico o algo así?
    Se detuvo. Así que insistí.
    – Vea,… las huellas en la nieve muestran que las últimas personas aquí, se alejaron de la construcción. Quizás sea lo más prudente.
    – Amigo… – le oí con claridad a la distancia- le teme ud. a la obscuridad?
    – No.- repliqué al segundo.
    – A qué le teme, pues?- Sin aún voltearse.
    Dudé un tiempo… – … a la muerte…- Confesé.
    – Pues quédese aquí, entonces.-

    Porqué todo tiene que ver con los miedos? No pienso entrar.

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  • La lluvia de espermas durò veintiocho dìas con sus noches. Nunca nadie pensò que la Luna fuese un preservativo a punto de reventarse. Febrero fue el mes màs fecundo de mil novecientos sesenta y nueve.

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  • De qué lado

    La nieve cubre ya los espacios abiertos y apenas el sendero tiene una brecha libre para caminar. Tus pasos te llevan a ese enorme edificio. Por primera vez vas a trasponer esa puerta, lentamente. Todos miramos desde atrás del vidrio sin decirte nada, pues no escuchas. Al tocarte, es incierto todo, no sé si mis dedos sienten o han dejado de sentir esa piel inerte, fría, vieja. Otra vez como detrás de un vidrio, esta vez imaginario. Aún así quiero tocarte porque supongo que sentirás algo, calor, humano, calor o esa sensación de distensión cuando alguien posa su piel sobre la nuestra y el aire entra con más facilidad adonde quiera que entre. El contacto que nos humaniza, dicen por ahí. Una piel posada en otra, sentimiento. En realidad, te estás yendo. Y no sabemos que hay detrás de ese muro que parece sólido, inexpugnable, atravesado por ventanas y puertas oscuras y por lo tanto, vacías. Una casa vieja es la muerte. Hacia allá vas y quizá reaparezcas y no logremos reconocer tu nueva apariencia si es verdad lo que dicen en Oriente. Pero la única certeza es que no sabemos nada más que tu andar lento, de espaldas a nuestros rostros deformados por el contacto con el vidrio que ya desde hoy nos separa. Y no sabemos, esa es otra verdad que apenas logramos discernir en algunas tempestades, de qué lado queda la vida.

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  • Abrir la puerta sería igual a la placidez que experimentaba cuando su madre lo tapaba cuando era pequeño.
    Había diferencias claro está: Ahora tenía 42, acababan de decirle que esa diminuta bola cerca de la ceja no era de grasa. Sin embargo siguió de largo.
    La nieve se derretía a su paso.

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  • un sueño de koudelka en el que soñaba que Koudelka dormía.

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  • La soledad es lo que sufres cuando se vive en el invierno que cae entre la distante explosión y la inevitable muerte.

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  • Turner la Page
    Tengo treinta y ocho años, he visto 13680 amaneceres y el mismo número de anocheceres, he visto un eclipse de sol y dos eclipses de luna, ví al cometa Halley, sentí a la tierra enojada contra la humanidad y ví edificios desmoronarse y caer como si fueran de azúcar.
    Ví a mi primera hija a los veintinueve años, a mi segunda a los treinta y cuatro y perdí a mi padre a los treinta y ocho años.
    He visto renacer las flores en primavera y he percibido su aroma, he visto las jacarandas en flor y ver como se tapizan las calles de esas pequeñas floresitas moradas y frágiles que te piden suplicantes verlas antes de morir.
    Ví el tapiz verde y espeso de la selva Lacandona desplegándose ante mis ojos incrédulos de la belleza que puede existir y sentí entonces el poder inmenso de Dios, sentí que Dios (Perdón por los ateos, herejes y aledaños) con su infinito amor nos ha regalado paisajes y aromas para nuestro deleite. Ví frente a mis ojos la Guacamaya volar y pintar el cielo con sus colores y desvanecerse en ese cielo azul que le da nombre a la puerta del firmamento.
    Turner le page: pero también he visto lo más negro de la humanidad, he visto como los hombres dejan de creer en los mismos hombres, he visto matar y no precisamente por hambre, he visto como por negligencia se coloca un muro fronterizo por uno de los hombres más imbéciles de la tierra y he visto al resto de la humanidad dejarse hacer sin siquiera protestar. Yo he sentido odio por mi pueblo por “agachones” e “idiotas” recibiendo a los “gringos” con gran protocolo y ellos cogiéndonos a todos por el “culo”. Qué fácil es intercambiar ideas muy bonitas con los científicos, con los intelectuales bilaterales, emborracharse por las noches con ellos y al final dejar el gran problema a los pobrecitos mexicanitos y también a la “escoria” y bola de narcos que anque no nos guste sostienen un buen porcentaje de nuestra economía. Y todo esto porqué, porque el “hijo de puta de Bush” va a caminar directito a esta prisión, con este horrendo edificio sin cristales y sin quién lo atienda, atestado de brujos practicantes de magia negra que le harán “budú en los huevos” hasta que se muera y esta prisión queda justo en el último glaciar que quedará después de las últimas consecuencias producto del cambio climático.

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  • Ramón Manuel Varela
    23/05/2008 8:59 am

    EL RESPLANDOR.
    «De lo más blanco que hay, la primera vez que vi nieve»….
    Quien diablos escribió esa canción, que ahora me suena tanto.
    Igual lo peor de todo no es éste frío espantoso que congela los huesos.
    Tampoco hundirme en la nieve y avanzar tan lento y cansarme tanto, tanto tanto.
    Ni siquiera el hecho de todo este blanco, blanco por todos lados, que te deja los ojos rojos.
    Este maldito resplandor.
    Lo más horrible de todo en verdad es traspasar ésta puerta y no encontrar a nadie.
    El silencio y la soledad, más fría que la nieve.
    Estoy enloqueciendo en éste lindo y confortable Hotel de 50 habitaciones sólo para mi con vista…
    a la nieve.
    Todo sea por ese dinero que me van a pagar por cuidar el Hotel.
    Ojalá me alcanze para editar la novela.

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  • “LEJOS DE AQUÍ”

    Era el hombre más adinerado del mundo, pero a su vez el más solo y abandonado, un día decidió invertir parte de su fortuna en un viaje interestelar, lo enviaron a un pequeño planeta alejado del sol, donde todo estaba cubierto por nieve.
    Le anticiparon del clima y de la imposible existencia de seres vivos.
    —¡Total así he vivido en los últimos meses! Sin nadie que me hable, encerrado en mi habitación —Respondió el hombre millonario al cerrar el trato.
    Le prometieron paz y tranquilidad absoluta, un silencio que paradójicamente no era como el que solía enfrentar, este silencio era por la ausencia de vida y de actividad, a diferencia del que él sufría en su mansión la cuál se trataba de indiferencia y apatía.
    Al llegar al planeta, lo único que encontró fue una extraña construcción de un material semejante al concreto que conocía, pero temió entrar a el.
    Aquel frío extremo lo obligó a usar sólo abrigos muy gruesos, recorriendo cuanto pudo a su alrededor se encontró con símbolos grabados en una especie de plataforma enorme, la cual no estaba cubierta por nieve, al acercarse una luz incandescente reflejo para sus ojos letras que le era posible entender “Entra a la aldea” decía una frase escrita con letras grandes y luminosas color magenta. Intuyó que se trataba de aquella construcción majestuosa, regresó para intentar entrar pero un paso antes de llegar a la puerta se detuvo.
    —¿Entraré? ¿Qué habrá ahí? —Se preguntaba una y otra vez el hombre indeciso.
    Nuevamente un par de palabras color magenta luminosas aparecieron en el suelo “Entra y descubrirás lo que realmente has buscado en tu vida”.
    Sin dudarlo colocó sus manos extendidas contra la puerta y recargó su peso sobre ésta, al abrirse una segunda luz incandescente cegó su vista, entró y la puerta se cerró detrás de él.
    Jamás volvió a salir de “La aldea”, meses después cuando el equipo que lo envió fue por él, no encontraron absolutamente nada de las pertenencias de este hombre, ni la plataforma, ni los letreros magenta, ni siquiera “La aldea”.

    FIN

    ProductorHNK

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  • Hola a todos. Con este comentario queda cerrado el concurso del mes de mayo. Cualquier persona interesada puede, como siempre, opinar sobre los textos y nombrar a sus favoritos. En pocos días, los resultados. Gracias y hasta pronto.

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  • Sabía que llegaba tarde. Las inclemencias del tiempo y del espacio no dependían de él. Un silencio estrepitoso se apoderó de la nave, todos se quedaron atónitos a ese de repente no movimiento de la enorme barca. Ya no más truenos, ya no mo más lluvia ni calores agobiantes, solo la nieve blanca lo cubría todo. Los pasajeros se distinguían entre sí no por su especie sino por sus blancas formas.
    Empezaron a reconocerse uno a uno : ahí estaban todavía las dos jirafas y las dos palomas y los dos leones!… Estaban todos, todos sostenidos por un suelo helado.
    Sabía que había llegado a puerto. Alguien toca a la puerta y Noé muerto de miedo la abre: era el guardafaros que les daba la bienvenida.

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  • Hola a todos. Los ganadores del concurso de mayo son «Piel de fantasmas» de Arkamenel, por la idea sugerente alrededor de la que gira la historia, y el Cuento sin título de Hernán, por la sutileza y la contundencia de su historia brevísima.

    Las menciones, por su parte, van para dos sin título: este cuento de Santiago y este otro de Sub.

    Muchas gracias a todos los participantes, como siempre, y felicidades a los ganadores. Nos vemos en el próximo concurso.

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