Instrucciones:
a) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
b) ¿Cuál será esa historia?
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Las Historias es un sitio de Alberto Chimal, escritor mexicano. Contiene una antología virtual de cuento en constante crecimiento y otros contenidos en archivo.
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En Resumen la historia va así:
Un Robot (la imagen es DIGITAL) al que le pusieron los cuernos. El niño que lanza al techo No es de él 😛
Esa es una posibilidad… 🙂
¿A alguien se le ocurre otra?
«… Desde pequeños, los magok-da son habituados a volar: sus padres, en lugar de acunarlos entre sus brazos, los lanzan por los aires para arrularlos…»
…arruLLarlos 😀
La imagen no es muy clara, yo no veo al bebé, sólo la cuna, quien lo tiene en sus brazos viste ropas como de africano o tiene la piel tatuada de colores, no sé, tal vez la historia vaya así (porque yo veo otras cosas pues):
«Eleva en la oscuridad el arma, sabe que el golpe debe ser preciso y poderoso. Con todas sus fuerzas clava el arma en la orilla izquierda de su vientre y con un corte rápido hacia la derecha cumple con el rito. Cae de rodillas, sus vísceras caen al suelo, en la inconciencia de la muerte suelta el arma. Un hombre se acerca, toca su pelo y dice: «Todo tu sufrimiento no habrá sido en vano», es el fantasma de Mishima.
Lo de Mishima me sorprendió muchísimo, Guadalupe… No está mal. 😉
Un saludo.
Esta, creo, es la versión segunda y final del ejercicio, te agradezco la imagen y doy por recién nacido un cuento, como todos, perfectible:
Aves
Alex abrió la ventana. La alberca del hotel estaba desierta a esa hora, los huéspedes dormían aún, recuperando el sueño que su alegría nocturna les restara. La tibieza de las sábanas pretendía retenerme, pero al ver su rostro anguloso muy junto al mío, y su sonrisa, decidí levantarme. Fui la primera en lanzarme al agua fría, luego él.
Ninguna mañana como entonces fue más hermosa, minutos antes caminamos uno al lado del otro en silencio, pero con la clara conciencia de nuestra complicidad recién nacida.
Buen viento hacía, pero las brazadas nos daban calor. Para llegar antes que él a la orilla de la alberca me sumergí, pero cuando volví a la superficie y lo vi tan quieto, con esa expresión en el rostro, miré hacia donde él: Un hombre negro con el cuerpo completamente cubierto de tatuajes coloridos eleva a un sable en lo alto, y en una fracción des segundo lo hundió en su vientre, luego, con gran fuerza, en un solo movimiento deslizó la hoja del arma y cayó de rodillas, al tiempo que sus vísceras se disgregaban en el suelo. Salió entonces de la ventana abierta de nuestra habitación un hombre de rasgos orientales, de piel completamente blanca, sus pies no tocaban el suelo, posó su mano sobnre la cabeza del otro diciendo: “Todo tu sufrimento no habrá sido en vano”.
Confundidos, aunque creíamos en fantasmas, nos acercamos, el oriental volvió sus ojos blancos hacia nosotros, tomó al otro en sus brazos y ambos se transformaron en una sola ave majestuosa, que elevó el vuelo en esa mañana llena de luz.