Concurso

Concurso #58

37 comentarios

Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

Instrucciones:
1) Suponer que esta imagen ilustra una historia.
2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están allí, qué hacen.
3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 24 de septiembre.

Quedan invitados…

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  • Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Esta bitácora convoca una vez más a su concurso mensual. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen: Instrucciones: 1) Suponer que esta imagen ilustra una historia. 2) Imaginar cuál es esa historia: qué está ……

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  • Austera Crownley y Breven Hindley soñaron siempre con un vástago que continuara con la tradición milenaria de los dos apellidos más grandes en el arte de la pantomima. Sus bocas se abrieron a punto de tronar las quijadas cuando, en la sala de parto, se escuchó un llanto estruendoso y agudo del pequeño.

    Durante veintisiete años no vio otra luz que la del umbral del hospital donde nació. Encerrado, calladito con cinta siempre -excepto para tomar la sopa- fue forzado a practicar para ningún público el arte de las manos silenciosas. Todo fluyó libre de todo ruido hasta el cumpleaños veintiocho. Liberadas garganta y lengua se construyó una cuerda de palabras esdrújulas de la ventana del piso veintisiete al piso.

    Cuando sus padres llegaron a la plaza, armando un tremendo alboroto con manos y cabellos y pies y cabezas, ya era demasiado tarde. Fonan Crownley Hindley y su armónica demolían con armonías como martillos el muro milenario y siempre silencioso de la más grande mancuerna pantomímica que se ha visto en todos los mundos.

    Eso yo lo vi, nadie lo contó.

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  • Yo no creía en la cartomancia. Siempre me pareció artificio de charlatanes y solteronas ociosas; arma de gitanas que te envuelven en decepciones, traiciones y falsas bonanzas. Pero yo no pensaba en esas cosas después de la muerte de la abuela María, cuando arreglamos las cosas de su habitación. De entre novenas, rosarios y estambres, salió una vieja baraja. Con el afanoso descuido de querer ordenar, algunas de esas cosas cayeron de mis manos, incluyendo las cartas. Todas quedaron boca abajo excepto una, que me miraba con mofa: El Joker. Desde ese día, no conozco el descanso. Bufones y payasos irrumpen mis sueños. En la calle, con mucha frecuencia escucho esa risa burlona, que me saca de mis casillas. He gritado y conjurado maldiciones, pero el fantasma es persistente. Hoy, decidí tomar cartas en el asunto, con perdón de la expresión. La Conferencia Internacional de Esoterismo era mi oportunidad para exponerlo, pedirle ayuda a los expertos. Expulsar ese demonio que me atormenta. Sin embargo, las cosas suceden de cierta manera porque así están escritas. Ya es tarde, la conferencia terminó y me llevan en ambulancia a no sé donde. ¿Estaré loco? No entiendo lo que dicen. Vagamente recuerdo lanzarme sobre aquel conferencista, para callar su risa burlona de Joker de una vez por todas. Los murmullos dicen que lo ahogué, que le metí el micrófono en la boca ¿será? Y a todo esto, ¿por qué tengo un disfraz de payaso? ¡Me veo ridículo! Esto es de risa. De plano, me da mucha risa. Ja, ja, ja, ¡No lo puedo creer! Ja, ja, ja.

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  • FRANCISCO JAVIER
    03/09/2010 5:16 am

    El disfraz de Marioneta

    El espectáculo había comenzado. Michelle hacía bailar a las marionetas mientras Michel sacaba de su armónica las notas apasionadas de un tango. Y en medio de aquella actuación para niños, alguien disfrazado de Marioneta, irrumpió en el proscenio, se acercó hasta Michel y le intentó arrastrar hacia la parte posterior del escenario. La pelea parecía violenta y los niños animaban a Marioneta para que ganara la batalla, considerando que todo entraba dentro del espectáculo que se desarrollaba delante de sus ojos. Un par de guardias entraron para llevarse detenida a Marioneta, actuación que enrabietó a los críos que les comenzaron a arrojar sillas y cuanto encontraban a mano. Los guardias no tuvieron más remedio que salir huyendo para protegerse de aquella lluvia de objetos y dejar que la Marioneta, después de quitarle la armónica, le diera a Michel un apasionado beso en la boca. Una vez hecho esto, se volvió hacia el público que aplaudía con entusiasmo, se quitó la máscara blanca y se mostró tal cual era: Henry con su bigote y su barba, el acosador al que Michel había denunciado en múltiples ocasiones y sobre el que los jueces habían dictado varias órdenes de alejamiento.

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  • Me quize preguntar por que habia solo tres respuestas para una imagen tan mala de la que no podia sacarse historia alguna, tengo mejores cosas que hacer, me dije, en seguida mire el facebook vacio y la ventana del messenger sin contestar… seguro, cosas mejores que hacer… bueno, me dije, comenzemos, vale, me respondi…

    Cuando le vi, cruzando el escenario hacia mi, pense inmediatamente que era una broma, detras mio reia una de las concursantes, pero no quize seguir el juego.
    Habia un microfono enfrente suyo, pero apuesto a que quizo ponerme incomodo, ya que cruzo su obeso brazo para tomar el que estaba del otro lado, entonces brillo la luz de una camara, un flash brillante y desconcertante, en mi mente se repetia el asco que tenia por los obesos, tal odio incomprensible incluso para mi, una sonrisa aparecio en su blanca cara, como un enorme cerdo sonriendo con la cara pintada, odio los cerdos y odio el maquillaje blanco, odio los vestidos rosas, odio los flash de las camaras fotograficas pero mas odio aun a los obesos, con sus pieles grasosas y grotescas colgando… le solte un puñetazo que le hizo dar un par de pasos atras, su cuero rosado y grasiento se agito en el aire, podia repetir en mi memoria esa sonrisa de cerdo, volvi a pegarle, hasta ver su brutal cuerpo en el suelo, pero no era razon para parar, no, me tire sobre sus pliegue de grasa y segui golpeando, la gente se agrupaba a mi alrededor gritando, jalandome de los brazos, pidiendo que me detuviera, y lo hice, si, viendo su rostro desfiguro y cubierto de sangre, solo entonces pude sonreir «¿quien rie ahora, cerdo asqueroso?» luego, las luces de la patrulla…

    Y bien, psicotico, ¿piensas ganar con eso?, me mire molest en el reflejo de una lata a mi lado, cierra la boca; no lo hago por ganar… entonces… por que vean que estamos locos…

    Nota: El odio demente de este personaje no aplica a nosotros, nos declaramos en contra de la discriminacion a para la gente con sobrepeso.
    Estoy de acuerdo.

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  • Milton Rodríguez
    05/09/2010 5:58 pm

    Delator.

    Se la había subido el poder a la cabeza a Zeugir Dito Mörln, presidente del Consejo de Rostros Fugaces e Irrecordables de Sueños Memorables,había creado dos castas, los epifánicos y los hurgados, estos últimos son aquellos a los que la gente siempre trata de recordar sin lograrlo, característica de la cual los epifánicos carecen, es decir nunca los intentan recordar; los olvidan.

    La polémica estaba a todo en la almeja raída porque, Dito siendo un epifánico privilegiaba a su casta,cuando de pronto de una fila del público perdida en el vaivén de espejismos que era todo eso, alguien, seguramente un hurgado, gritó: –te han encontrado Zeugir, te ha recordado–. –¡¡Esas son falacias, inmundo.Por mí encontró el nombre de su única hija, soy una epifanía, un irrecordable absoluto– vociferaba Mörln mientras se lo llevaba Fidra, la niña blanca y dulce que cuando se preocupaba se volvía obesa y vieja. Se había generado un griterío bárbaro, pero súbitamente un silencio sepulcral invadió a la almeja y a cuanto rostro inmemorable había en ella.El nuevo presidente había sido mandado, venía lento, envuelto en sombras; cuando llegó al estrado se despojó de la oscuridad y ahí estaba él:

    Zeugir Dito Mörln,la doble epifanía.

    La hija única soñó que su padre soñaba, soñó un sueño epifánico antiguo,el mismo que ella estaba soñando.

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  • Va de nuevo sin tanto error:

    Austera Crownley y Breven Hindley soñaron siempre con un vástago que continuara con la tradición milenaria de los dos apellidos más grandes en el arte de la pantomima. Sus bocas se abrieron a punto de tronar las quijadas cuando, en la sala de parto, se escuchó un llanto estruendoso y agudo del pequeño.

    Durante veintisiete años no vio otra luz que la del umbral del hospital donde nació. Encerrado, calladito con cinta siempre -excepto para tomar la sopa- fue forzado a practicar para ningún público el arte de las manos silenciosas. Todo fluyó libre de ruido hasta el cumpleaños veintiocho. Liberadas garganta y lengua se construyó una cuerda de palabras esdrújulas de la ventana del piso veintisiete al piso.

    Cuando sus padres llegaron a la plaza, armando un tremendo alboroto con manos y cabellos y pies y cabezas, ya era demasiado tarde. Fonan Crownley Hindley y su armónica demolían con sonidos bemoles como martillos el muro milenario y siempre silencioso de la más grande mancuerna pantomímica que se ha visto en todos los mundos.

    Eso yo lo vi, nadie tuvo voz para contarlo.

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  • Alex de la Rocha
    06/09/2010 10:33 pm

    El Fantasma

    Cuando me convertí en fantasma el armoniquista aún seguia ahi…

    Responder
  • Alex de la Rocha
    06/09/2010 10:39 pm

    El fantasma

    Cuando se convirtio en fantasma, el armoniquista aún seguia ahi.

    Responder
  • Huitzilihuitl Catalán
    06/09/2010 11:59 pm

    Le amó en cada una de las funciones, en la reciente más que en la anterior. “¡Carajo, no soy puto! pero como engañan las pelucas”. No solo las pelucas, lo engañaron sus ojos, el maquillaje, la sonrisa, los labios rojos, el lunar.

    Lo engañaron los vestuarios, el cariño, el calor, el dulce olor del sexo; la efervescencia de los cuerpos, el sudor, la avidez, el arrebato en bambalinas.

    Fue engañado pero amo.

    Drogado de confusiones, borracho de amor, gritaba “¡no soy puto!” después de recibir el premio.

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  • FRANCISCO JAVIER
    07/09/2010 5:36 am

    El genio de la armónica

    Con las primeras notas, el genio de la armónica se hizo visible y secuestró al intérprete.

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  • Mi esposa insistía en que bajara del escenario, en que hacía el ridículo.
    No, decía yo. Quiero que me escuchen como a mis grandes héroes, Louis Armstrong, Dizzy, Coltrane. Es que no entiendes, la armónica es un instrumento ninguneado.
    Finalmente fue por mí. No me hizo caso.
    Pero estoy seguro de que yo no era tan ridículo con mi armónica como ella con su lunar, incluso si olvidé ponerme ropa de la cintura para abajo. Juan, le dije, creo que el lunar es demasiado. Pero no, no hizo caso. Nunca me hace caso.

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  • Anaquel Escailgüaquer
    07/09/2010 10:59 pm

    Aunque era un poco gorda, y se maquillaba en exceso, me encantaba,
    era mía, era mi mujer. Mis amigos trataban de molestarme diciéndome que
    mi esposa parecía un hombre maquillado, un mimo; yo los ignoraba…
    Me gustaba tanto, me hallaba tan enamorado de ella que incluso hice
    que un electricista instalara unos micrófonos en la sala de mi casa para
    decirle a diario por medio de aquel aparato cuanto la amaba.
    Un día cualquiera, incluso uno que tal vez no ha pasado; mi madre
    nos tomó esta fotografía. Mientras yo tocaba la armónica, ella
    interpretaba una canción napolitana, al tiempo que una etiope, amiga querida, disfrazada de princesa
    reía y bailaba detrás de nosotros.

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  • Jorge Armando Nores
    08/09/2010 10:16 am

    La respuesta
    Sebastián, durante toda su existencia -una nimiedad temporal en sí- buscó el ritmo y la tonada de la canción de la vida. Canción que contuviera la verdad de las verdades para el oído melómano y dispuesto. Los sonidos llegaban, se iban y algunos volvían. Hasta que un día Sebastián resolvió el anagrama musical.
    Un manto de seguridad cubrió su ser y se planto frente al mundo para cantarle su canción. Aferrándose a su armónica Sebastián comenzó a tocar pero, tras los primeros acordes, risas medio apagadas fueron incendiándose un poco cada vez más. Lo primero fue la estupefacción, luego la incredulidad. La cara de Sebastián se descomponía debido a una siniestra sinfonía. ¿Cómo era posible que el mundo desdeñara su entonación? De pronto, para Sebastián, la musa se interponía, se transformaba en el espanto que el poeta siempre aborreció pero que siempre persiguió. La musa era falsa y vestía un lunar que al poco tiempo sería una gran verruga peluda.
    Después de la incomprensión Sebastián pensaba en como las corrientes musicales cambiaban tanto y tan rápido, que la canción de la vida para el mundo era ya algo más deformado que un chiste mal contado. La sabiduría que el músico había amalgamado, el mundo ya la conocía y la refutaba. Sebastián, anacrónico, quería entender lo inentendible.
    De pronto alguien susurro que el mundo gira cantando su propia canción.

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  • octavio ruiz
    08/09/2010 11:55 am

    OCTAVIO RUIZ
    Notas Nocturnas
    Maurice tocaba el piano ,ya muy borracho y a pesar de la borrachera mantenía su habilidad musical , esa noche era su oportunidad para presentar un número propio, su sorpresa la causo el numerito del actor , ese andrógino no disfrazaba la enfermiza atracción sexual que desde el principio había inspirado su presencia y Maurice lo cachondeaba ventajosamente siempre en busca de sacar provecho de los tiernos sentimientos de Divino, si así se hacía llamar en el mundo de los espectáculos nocturnos , pero esa noche el romántico golpeteo del piano provocó en el Divino una atrevida sesión de caricias muy aplaudidas por los espectadores El Divino agradeció y le guiño un ojo a Maurice , se acerco voluptuosamente a él. Maurice con el pensamiento obnubilado o tal vez desconcertado retumbo un pensamiento en su cabeza .
    Su maquillaje es penoso casi asqueroso , su vestido tan ceñido , sus ojos tan iluminados y su sonrisa tan contagiosa , solo si el cabrón se pusiera a dieta….

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  • Orlando Carraras
    08/09/2010 4:40 pm

    Justo en el momento que presentaría su recital por el que había solictado participar meses atrás y que después de tanta insistencia ahí estaba en aquel mágico lugar. Lleno de rostros abiertos y de miradas espectantes ante el artista desconocido hasta ese momento, cuando de pronto irrumpiendo en el momento en que daba la nota más alta de «A mi manera», ahí, vestido de mujer, estaba Fausto haciéndole el momento drámatico al pobre de Francisco. La gente reía, consideraba que todo esto era parte del show
    -¡Paco! ¡Por fin te encontré! ¡Amor mío! ¡Mírame soy yo Natalia! ¡Tu panterita! ¿Acaso no te acuerdas de mí?
    -Él jaloneándole el smoking a Francisco que no dejaba de tocar la armónica
    -¡Vamos contéstame! ¡Dí que me amas! ¡Que no puedes dejar de pensar en aquella noche de estrellas azules en el Malecón de Veracruz!
    La gente comenzaba a murmurar, era evidente que la escena no era parte del show del armonista, si no más bien de su vida real. Francisco dejó de tocar y se dirigió al público sin antes hacerle un ademán de silencio a Fausto. Con esto lo dejó en paz para dejarlo hablar.
    -¡Señoras y señores! ¡Como se habrán dado cuenta mi recital se vió empañado por la insistencia de atención de mi … amig…o. Espero comprendan que el amor tiene varias formas de manifestarse, tal vez esta sea una de ellas, muy burda, si así lo queremos ver, pero finalmente aquí está, este ser que ha buscado mi atención desde hace meses, supone que aquella noche cuando le recité mis poemas en el Malecón de Veracruz, era porque necesitaba en ese momento de la atención de alguien que me escuchara y él fue la persona que me escuchó, solo que no imaginé que éste fabuloso ser que está aquí, a mi lado, no es una persona normal, no refiriéndome a su preferencia sexual, si no a su discapacidad. Él cree que es mujer, él cree que soy el amor de su vida, lo que no imagina es que en mis ratos libres gusto de la poesia y la música y cuando trabajo soy psiquiatra en un centro de rehabilitación para enfermos mentales. Fausto es mi paciente y mi amigo, pero el quiso darme una sorpresa y lo dejé, aunque no me la imaginé de ésta manera, pero aquí está. Espero perdonen la escena.
    En ese momento el público se puso de pie ovacionándolo con un fuerte aplauso. Minutos más tarde terminó su recital después de habérselo llevado los paramédicos a un lugar seguro a Fausto que no dejaba de gritarle que lo amaba con locura.
    Fin.

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  • Salomé

    En alguna parte de la obra de teatro Salomé Salomón, el protagonista, gordo cincuentón, detenía su danza de las siete sábanas y gritaba ¡Tócame! tras lo que el personaje de Juan Bautista Dromedario se quitaba el ropaje imitación de piel de camello y se dedicaba a salvar la integridad de su cuello dando a Salomé un repasón digno de cualquier película porno setentera, mientras la orquesta daba carácter a la escena.

    Cual sería la sorpresa del público y del encuerado Juan Bautista cuando esa noche Salómé se olvidó del guión y de su coestelar y bajó apresuradamente del escenario a hacerle un francés al azorado armonicista.

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  • ¡Sáquese!

    ¡No, señor! Este es un espectáculo serio y al hacer ruidos con su aparatito ése nos distrae a la concurrencia. Haga favor de bajarse. Esta entrega de premios a lo más Serio de la Ridiculez debe continuar.

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  • El conductor se acomodó por tercera ocasión la peluca rubia frente al podium. Estaba claramente nervioso a punto de presentar al siguiente candidato a los Premios Freaks del Bicentenario.
    Subió un borracho vestido de manera elegante y sacó una armónica de su bolsillo.
    -¿Tiene una canción sobre la Independencia?
    -No, es sobre los el voluminoso trasero de Carlota.
    -Eso no nos sirve, mi amigo. ¿No tiene algo sobre los villistas?
    -No. Sólo. Sobre el trasero de Carlota… ¡Qué trasero! Jugoso, suave, blanco como la nata del primer hervor de la leche.
    -¡Baja a ese payaso si no va a tocar la maldita armónica! -gritó alguien del público.
    -Señor, debo bajarlo del estrado.
    -¡A mí ningún travesti gordo me baja de aquí!
    -Por favor, caballero. ¡Seguridad!
    -Qué caballero ni qué ocho cuartos. Ahí les va mi composición.
    Antes que los tipos de seguridad llegaran, un fotógrafo del periódico local avanzó a brincotadas hasta el frente del escenario, y entonces logró tomar esta foto.

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  • El hombre que vendió al mundo

    Era demasiado tarde pero no podía dejar de intentarlo. Vender al mundo por esa cantidad debe ser pecado. Corriendo al escenario pensaba cada palabra. Huyan a Ma… y la gorda no me dejó terminar y la pinche negra cagada de la risa. Mañana será otro día.

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  • Sapo Verde (Erestú)
    12/09/2010 9:19 am

    Fiesta de Aniversario

    Condolezza Rice (Krispies), recién nombrada embajadora plenipotenciaria de USA en el planeta Imaginación estaba a punto de anunciar en cadena interplanetaria la vuelta número cuarenta de Mauricio Martínez alrededor del astro rey cuando de pronto Horacio Kustos quien venía de sus cinco aventuras por las cantinas visiblemente pasado de copas irrumpió en el estrado, tomó su armónica y comenzó a tocar la melodía: La Ciudad Imaginada

    Al escuchar las pimeras notas, Colombina salió de entre las páginas de Canovacci con el maquillaje aún a medio untar para impedir que El Secreto de Gorco fuese revelado en El País de los Hablistas en el que ya se había convertido México. Los esclavos desde la primera nota de la melodía interpretada por Horacio y, en general toda la Grey de lectores de Mauricio aplaudían a rabiar. Colombina y Horacio peleaban por la armónica arrebatada a Horacio por Colombina. Ninguno daba cuartel. Polo, la gente del mundo y todo el ejército de la luna echaban porras a uno y a otro de los contendientes. Solamente los vecinos de la tierra acompañaban a El Rey bajo el árbol florido y ahí, a la sombra, cómodamente sentados estaban todos absortos leyendo un ejemplar inédito de Tradiciones y Leyendas (de la Colonia). Fue tanto el alboroto hecho por Horacio y Colombina en la imaginación de Mauricio que la luna y 37,000,000 de libras estuvieron a punto de hacer viajes celestes en picada y caer sobre esa cámara de maravillas en que habían convertido al escenario.

    Después de los setenta segundos que duró la contienda, un comando armado entró deteniendo en el acto a Horacio Kustos confundiéndolo con el J.J. y a Colombina por su parecido con La Barbie. Atrás, Condolezza Rice se cagaba de la risa al tiempo que musitaba entre dientes: «Estos son los días que corren …fuckin´ Obama, me cae de mothers…»

    ¡Felicidades Alberto!
    FHH

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  • Sapo Verde Erestú
    12/09/2010 1:59 pm

    «Fe de Ratas» Es Condoleezza no Condolezza pero es que esta Condolezza Rice (Krispies) es otra Condoleezza, es la novia del Tigre Toño, uno de los Tigres del Norte 😀

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  • FRANCISCO JAVIER
    13/09/2010 7:18 am

    La Única Protagonista
    La Muñeca de Porcelana se hizo Vida y habitó en el espectáculo. Pero en lugar de querer redimirnos, empezó a devorarnos. La morenaza del fondo sonrió creyendo que, si desaparecía el músico, ella quedaría como única protagonista. Pero la Muñeca de Porcelana devoró la armónica, al músico, las pequeñas marionetas que se retorcían entre las manos de la morenaza y por fin, a ésta. Sobre un escenario desolado la Muñeca de Porcelana se trasformó en la protagonista… aunque el público, desde el instante que devoró la armónica, huimos despavoridos. Los cadáveres aplastados se amontonaron en todas las salidas.

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  • Grace Jones
    Marcos y Ana son novios y viven juntos en un departamento de la calle Greenwich Village. A 45 grados del Village, se interceptan el estudio de música de Marcos y la Galería de Arte en donde trabaja Ana. Marcos graba un disco y piensa incorporar un nuevo sonido a su single promocional (que según la disquera para quien trabaja, será todo un éxito). Mientras, Ana permanece sin vender un solo cuadro, y se rumora que será despedida. Después de salir del trabajo, Ana llega al departamento y consigue a Marcos ensayando con una armónica. La mujer encuentra el lugar hecho un caos, una maraña de cables por aquí y por allá y un reguero de botellas de cervezas desparramadas por el piso. 7años en lo mismo, dice Ana. Mientras Marcos, imperturbable, sigue tocando la armónica. Al día siguiente, Ana se encuentra con que la Galería está cerrada y cuelga un aviso brillante que dice For Sale. Desconcertada y triste, la mujer se sienta en la acera para digerir la noticia. Al rato observa que un niño desconocido, se dirige hacia ella. Ana hace un gesto como de pregunta y susto. El niño extiende su mano y le da un sobre. Ana lo abre y lee la nota. Berdache. Debes conocer a Steve Rubell, mi marido. Te esperamos en el Joe´s Pub, 424 Lafayette Street (entre la Cuarta Avenida y Astor en el East Village). Hora: 11pm. Firma Grace Jones. Ana se queda pensativa. De regreso a casa, la mujer deambula por las calles, entre una multitud de personas que la choca a cada paso y un manojo de pensamientos que la empujan como si fuera hacia un destino incierto. Llega al departamento, pasa directo al dormitorio para tomar un baño y encuentra que sobre la mesita de noche hay otra nota, esta vez de Marcos: No me esperes. Estaré ensayando toda la noche. Te ama, Marcos. Más tarde, Ana se baja de un taxi que la deja al frente del Joe´s Pub. Antes de entrar, la mujer se acomoda el vestido. Escucha aplausos, pitas, toda una algarabía y una hurra altisonante: -Rubell! Rubell! Rubell! Beso! Beso! Beso! La mujer trata de entrar rápido al bar lleno de gente. La multitud grita de nuevo: -Rubell! Rubell! Rubell! Beso! Beso! Beso!. Ana camina rumbo a la tarima apartando a la gente y ve a Marcos, imperturbable, tocando la armónica…

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  • FRANCISCO JAVIER
    15/09/2010 7:17 am

    Los cuernos de Marta

    Una llamada anónima se lo acababa de confirmar: Su marido estaba liado con su compañera del espectáculo. Se acercó a una cabina y llamó: “¡Adelante! Pero recuerde: que no parezca lo que es.”

    Mario Uribe ‘El Bronco’ se subió al coche y se dirigió al parking del Teatro en el que Miguel, el marido de Marta, y Hilary representaba su espectáculo. Dentro del coche acabó de maquillarse y completó su disfraz. Cuando calculó que la función iba por la mitad, salió del coche, subió por el acceso para actores e irrumpió en el escenario. Cogió a Miguel por los brazos y lo arrastró hasta el fondo. En cuanto se vio fuera de los focos, con un rápido movimiento, le partió el cuello y salió corriendo. El público aplaudía la forma tan original en la que Miguel había desaparecido mientras Hilary se inclinaba para saber que le había ocurrido. Se levantó muy asustada y preguntó a los asistentes desde uno de los micrófonos: “¿Hay un médico en la sala?”. Mientras tanto, ‘El Bronco’ se deshacía de su disfraz en un oscuro cuarto de calderas. Cuando acabó, la gente había comenzado a abandonar el teatro.

    Responder
  • Appassionata

    ?Con manos así no se hace música, mejor dedícate a otra cosa –dijo el examinador del conservatorio y dio por terminada la entrevista.
    El golpe, duro y contundente, me tumbó. Coartado mi deseo de llegar a ser un gran pianista, mi vida se escurría por el caño. Me daba lo mismo dormir en un sitio conocido que despertar en otro. Sin importar dónde fuera, siempre sería una más de las sombras anónimas que pueblan los rincones del mundo.
    Cierta ocasión vagaba por el muelle de la ciudad antigua. Ante el avance de la tormenta, me refugié en el primer bar que asomó en mi camino. Buscando una mesa lejos del bullicio de la barra, di con un piano abandono en un rincón. Fue amor a primera vista: incapaz de contener la pasión que me embargaba, me senté detrás del viejo instrumento, que parecía aguardar mi llegada. “Si buscas trabajo, ya lo tienes”, ofreció el patrón. “Desde que murió el otro pianista nadie tocaba esa cosa”. Lo miré con desconfianza, pero estuve dispuesto a poner mi arte al servicio de marineros ebrios y prostitutas displicentes, a los que apenas importaban las canciones que berreaban entre tragos. Después de todo, pensaba entonces, es la mejor manera de precipitar mi catástrofe. Sólo debía esperar.
    Mientras recogía las monedas que dejaban los parroquianos, escuché la voz de una mujer a mis espaldas. No entendí lo que dijo, pero respondí acremente. En respuesta, ella me ofreció de su copa. Aunque no estaba de ánimo para complacer a nadie, bebí desconcertado.
    ?¿Qué quiere escuchar? –ofrecí, levanté la cubierta del teclado.
    ?Lo que tú quieras -respondió una vocecita salpicada por la tenue gravedad de los cigarrillos fumados.
    ?Aquí a nadie le importa lo que…
    Posó sus dedos en mis labios; los besé. Antes que dejara entrever incomodidad por mi acto, cerré los ojos y dejé que fueran mis manos las que se hicieran cargo de la situación. Del interior del viejo piano comenzó a brotar una gama de sonidos entrelazados armoniosamente por notas que creía imposibles. Era como si mis dedos hubieran cobrando vida propia y se rebelaran contra mí, contra el mundo, contra todo aquello que nos mantenía oprimidos; como si para ellos no existiera más vida que la música, pero en su más pura esencia. Cuando se hizo el silencio, la mujer tomó mis manos y comenzó a lamerlas delicadamente, aspirando con fruición el aroma a tierra húmeda y vegetales que desde siempre las acompañaba.
    ?No sé qué has hecho conmigo ?le dije, y la estreché entre mis ramas.

    Responder
  • Appassionata

    -Con manos así no se hace música, mejor dedícate a otra cosa -dijo el examinador del conservatorio y dio por terminada la entrevista.
    El golpe, duro y contundente, me tumbó. Coartado mi deseo de llegar a ser un gran pianista, mi vida se escurría por el caño. Me daba lo mismo dormir en un sitio conocido que despertar en otro. Sin importar dónde fuera, siempre sería una más de las sombras anónimas que pueblan los rincones del mundo.
    Cierta ocasión vagaba por el muelle de la ciudad antigua. Ante el avance de la tormenta, me refugié en el primer bar que asomó en mi camino. Buscando una mesa lejos del bullicio de la barra, di con un piano abandono en un rincón. Fue amor a primera vista: incapaz de contener la pasión que me embargaba, me senté detrás del viejo instrumento, que parecía aguardar mi llegada. “Si buscas trabajo, ya lo tienes”, ofreció el patrón. “Desde que murió el otro pianista nadie tocaba esa cosa”. Lo miré con desconfianza, pero estuve dispuesto a poner mi arte al servicio de marineros ebrios y prostitutas displicentes, a los que apenas importaban las canciones que berreaban entre tragos. Después de todo, pensaba entonces, es la mejor manera de precipitar mi catástrofe. Sólo debía esperar.
    Mientras recogía las monedas que dejaban los parroquianos, escuché la voz de una mujer a mis espaldas. No entendí lo que dijo, pero respondí acremente. En respuesta, ella me ofreció de su copa. Aunque no estaba de ánimo para complacer a nadie, bebí desconcertado.
    -¿Qué quiere escuchar? -ofrecí, levanté la cubierta del teclado.
    -Lo que tú quieras -respondió una vocecita salpicada por la tenue gravedad de los cigarrillos fumados.
    -Aquí a nadie le importa lo que…
    Posó sus dedos en mis labios; los besé. Antes que dejara entrever incomodidad por mi acto, cerré los ojos y dejé que fueran mis manos las que se hicieran cargo de la situación. Del interior del viejo piano comenzó a brotar una gama de sonidos entrelazados armoniosamente por notas que creía imposibles. Era como si mis dedos hubieran cobrando vida propia y se rebelaran contra mí, contra el mundo, contra todo aquello que nos mantenía oprimidos; como si para ellos no existiera más vida que la música, pero en su más pura esencia. Cuando se hizo el silencio, la mujer tomó mis manos y comenzó a lamerlas delicadamente, aspirando con fruición el aroma a tierra húmeda y vegetales que desde siempre las acompañaba.
    -No sé qué has hecho conmigo -le dije, y la estreché entre mis ramas.

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  • El músico liberó del hechizo a la bella princesa con las notas de su armónica. Estaba seguro que al despertar la princesa, como en los antiguos cuentos, todo lo malo desaparecería y ellos serían felices para siempre. Pero no: mientras la princesa sonreía enseñando sus blanquísimos dientes, aparecía otra vez la malvada payasa queriendo llevarse al músico a la fuerza, para ser felices para siempre.

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  • Petroneo I
    17/09/2010 12:49 pm

    Breve fue…¿un momento?…¿un sueño?…una distancia que no compartí con nungún conocido, aunque ese aroma se deslizó hasta un sentimiento, que de apoco, se volvió nítido. Mientras al rededor había miradas que me traspasaban, como si el viento que generaba sus movimientos me hubiese hecho transparente o afín al entorno…no lo se….Pero el recuerdo (algo incierto) me deja la sensación de remontarme por los aires entre caricias azuladas y los demonios rosados que me tomaban de los brazos para desaparecerme……para olvidarme.

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  • El premio.

    Frente al auditorio el hombre comenzó a declamar el discurso de bienvenida. Uno a uno los escuchas comenzaron a manifestar nervios con manos bailarinas sobre las piernas. El discurso de bienvenida duró un poco más de lo esperado, pero a los pocos minutos por fin dio inicio el discurso de premiación.
    Vampiros, hombres lobo, libélulas gigantes, mujeres fantasma y de más personalidades del mundo fantástico de la época oscura se encontraban entre el público. El hombre leyó, tarjeta en mano, la nominación a la creatura más aterradora de cualquier historia cantada. El silencio cubrió la boca de todos los presentes, jurado, público y acompañantes esperaron absortos el dictamen.
    Y el premio es para… el hombre no logró pronunciar palabra alguna, el pánico se apodero de su boca y cuerpo entero quedó catatónico al instante. Los espectadores se miraron sin encontrar reacción alguna. De un momento a otro se escuchó ruido de entre las últimas filas del auditorio. Algo se había puesto de pie, dejando catatónico a todo aquel que lo miraba, y caminanó hacia el escenario mandó saludos al aire agradeciendo el premio recibido.

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  • ¿Quién recuerda a XY?

    -Nadie, te lo aseguro, nadie imaginaba algo así. Establecimos contacto después de tanto creyéndonos solos en la galaxia, comenzaron a llegar y miles de naves oscurecieron el cielo.
    Vestidos de gala los recibimos, embajadores de los cinco continentes y el mejor armonicista inició el himno de la Tierra, todo sucedió de improviso, de pronto el líder de la avanzadilla le comió el cerebro al músico.
    Demasiado diferentes, pensé entremedio de las butacas, no hay entendimiento posible, solo somos alimento para estas gentes. Ellos corrían divertidos de un lado a otro de aquel teatro horrible.

    – Pero de eso hace mucho y sigues aquí después de todo, ¿te doy pavor ahora?
    – Soy el único de aquel tiempo con vida he pagado un alto precio por ello, ya nada me importa, tengo que marcharme.

    El espécimen XY se marchó cabizbajo ; un recuerdo del pasado. Ella se relamía de gusto siguiendo sus andares, no estaría bien alimentarse de una pieza de museo- se dijo mientras se atusaba coqueta el cabello.

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  • Felipe Kadick
    25/09/2010 12:07 am

    La Robobestia

    Auditorio a reventar. Presentación de la compañia de Teatro. Rick Deckard salió prácticamente de la nada y llegó hasta el estrado pidiendo la palabra. La anfitriona, quizás un replicante, lo identificó de inmediato y se fue sin más tras bambalinas para evitarse problemas. Al tomar el micrófono Deckard en lugar de presentar la obra sacó del bolsillo de su saco una armónica y ante el desconcierto del público comenzó a hacerla sonar. Los gritos y protestas del respetable no se hicieron esperar desde las primeras notas. De los camerinos del teatro no tardó en salir contra él la robobestia, el replicante asesino serial aún sin acabar de caracterizarse como bailarina para la función y se le fue encima agarrándolo del traje y derribándolo del estrado. La armónica de Deckard que también tenía un test de Voigt-Kampff incorporado, emitió de inmediato un sonido mucho más intenso, amplificado al identificar a la robobestia como replicante. El público salía ya para ese momento en tropel del teatro. La robobestia, aturdido por el sonido del arma de Deckard dejó de agarrarlo del saco y se tapó inmediatamente los oídos que comenzaban ya a sangrar. Deckard aprovechó ese descuido para darle la vuelta a la armónica y usarla como cerbatana, disparando contra el cuello de la robobestia. Ésta cayó fulminada con el primer dardo. Deckard se incorporó mientras pensaba que muchos de los integrantes de ese numeroso público asistente a la función eran replicantes y habían huido por el rechazo a las frecuencias emitidas por su arma (armónica, test de Voigt-Kampff, cerbatana) pero que a él solamente le habían pagado por este último trabajo: Eliminar de una vez por todas a la peligrosa robobestia.

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  • Gabilondo o Paloma

    -No puedo creer que esa tal Cucurumbé tenga su propia canción y yo que soy de sangre azul no…
    -Pero my darling, ya habíamos hablado de eso…
    -Pues sí, pero yo quiero una canción para mí solita.
    -Caramelito, para qué quieres una canción si tu eres la princesa
    -Por eso, porque soy la princesa
    -Acuérdate que Cucurumbé es prima del rey, si no se la hacía me cortan la cabeza.
    -No te creo. Lo que pasa es que a ti te gusta la negra esa.
    -Mira quién lo dice, la que se va a casar con el Rey de Chocolate
    -(Silencio)
    -Ya sé que te gusta el chocolate macizo
    -¿Y eso que tiene que ver?
    -Pues que además de golosa eres interesada
    -¿Interesada, yo?
    -A ver por qué no escogiste al Negrito Sandía o al Negrito Bailarín
    -Pues… pues…
    -Si los dos son del mejor cacao, así como te gusta
    -Pues sí, pero mi boda no iba a salir en el Hola
    -¿Ya vez? Interesada.
    -Ay Gabi, ya vez como eres
    -No te prometo nada, déjame ver
    -Ahora que sea una Borbón te prometo que te hago marqués o duque
    -Mejor hazme rico
    -¡Sshhhh!!!! , que si el rey se entera que te he hecho rico nos mata a los dos
    -Digo, que me hagas rico depositándome a un banco suizo
    -Y dices que la interesada soy yo
    -Son business my sweet Princess.
    -Está bien, pero antes de hacerte rico, te voy a hacer sabroso…
    -Espérate no seas empalgosa

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  • – Pinchi bato, en este tugurio está prohibido tocar armónica!
    – No estoy tocando a nadien. Yo no conozco a ninguna Mónica. Además, quién eres tú para decirme lo que debo dejar de hacer, payaso.
    – Y en verdad soy un payaso, pero qué le voy a hacer. Aunque no es de tu incumbencia. Deja esa chigadera de una vez o lo único que soplarás será polvo.
    – Eso me recuerda a Queen. Another one bites the dust-a!
    – Tú te lo buscaste, méndigo músico wannabe de cantina norteña región forty four. Arré! Vámos de la cantina. Fuchila! Arré!
    – Payaso! Payaso! Si serás payaso. Suéltame o te reviento los globos de las nailons. Mejor te canto una canción. Es más, te la toco en la armónica.
    – Cuál Mónica? Ja, ja, ja. Caíste, caíste. Presta eso. Vamos a cantar.
    – Me llamaban?
    – Yes en inglés. Oui en francés. Ja, ja, ja. Soy bien payaso, gracioso, funny.
    – Oye, payaso, la negra tiene tumbao.
    – No soy negra, mi rey. Estoy caracterizada para ser tu esclava.

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  • Buenos días. Con este mensaje se cierra el concurso de septiembre. Gracias a todos los participantes. En breve aparecerán los resultados…

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  • Buenos días. Después de un poco de retraso, el ganador del concurso #58 es «El premio» de Ciova, por su sugerencia de una criatura indescriptible, un poco al modo de Lovecraft pero por otros medios.

    Agradezco públicamente, además, el cuento-tarjeta de felicitación de Sapo Verde. ¡Gracias!

    Muy pronto (en unas horas, de hecho) la convocatoria (o las convocatorias) del siguiente concurso, que será especial de aniversario. Gracias a todos y felicidades al ganador.

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  • Acabo de leer la minificción ganadora. Es muy buena. Felicidades.

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