Concurso

Concurso #128

Las Historias convoca a su concurso #128 de minificción o microrrelato. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

Instrucciones:

1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.

2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.

3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción, microrrelato; el nombre es lo de menos), en los comentarios de esta misma nota.

Quienes ganen el concurso recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar.

La fecha límite para participar es el 30 de mayo de 2017. La invitación queda abierta.

43 comentarios. Dejar nuevo

  • Hacker vs hacker
    Estoy aquí detrás de ellos pero no voy a revelar mi presencia aún (si es que aún existo), decidí esperar a que el avión se eleve; ya los he seguido hasta acá y tuve que llegar antes para alcanzar un asiento, no tengo miedo porque me lo robaron hace tiempo junto con mi identidad. Se ha activado la señal de apagar dispositivos, la venganza se acerca lentamente…

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  • «¿Y si el avión se estrella contra el suelo minutos después de despegar? ¿Y si una bolsa de aire consigue romper un alerón y nos vamos en picada? Quizá el piloto y copiloto no han dormido bien y pierden la conciencia en pleno vuelo…».
    Sin poder contener el miedo y la desesperación, minutos después de que los trenes de aterrizaje fueron izados, el hombre de turbante y larga barba desabrocha su cinturón de seguridad, toma un cuchillo de plástico que encontró en el carrito de la azafata, se levanta de su asiento e informa en voz alta que tomará el control del avión. Se asegurará de que todos lleguen con bien a su destino.

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  • Gloria de la Soledad López Perera
    05/05/2017 6:45 am

    VUELO NOCTURNO

    Llevábamos casi tres horas de vuelo, cuando sentí un dolor intenso en la rodilla. Decidí levantarme y caminar un poco por el largo pasillo, ahora vacío. Todos permanecían en sus asientos, eso era lo bueno de un viaje nocturno pensé, mientras me acercaba a la zona de la cabina. En ese momento, la puerta se abrió y salió uno de los pilotos que con voz cansada dio las buenas noches y siguió hacía el fondo del avión. Lo perseguí con la mirada, recreándome en sus fuertes brazos sobre los cuales recaía la presión de dirigir el gran aparato que nos llevaba rumbo a casa.

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  • Miguel Sandoval.
    05/05/2017 1:52 pm

    Alzo la vista. Respiro hondo.
    Al fondo del pasillo está la cabina del piloto.
    Me levanto, camino entre las líneas de asientos; me dirijo hacia allá. Toco la puerta y sin obtener respuesta vuelvo a mi asiento.
    Es el tercer día de un viaje de 6 horas.
    No quedan botellas de agua ni comida de tercera. En el aire, una canción pegajosa que se mezcla con los rayos de un sol que no vemos nos embrutece.
    Intento despertar a mi compañero… No tiene caso.
    Alzo la vista. Respiro con dificultad.
    Mismo accionar, el resultado no importa: me levanto entre las líneas de asientos, camino, esta vez siento el tacto de la puerta en mi frente y me quedo atento escuchando el tic-tac de mi reloj que no avanza, pero que tampoco se detiene…

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  • Guillermo Galván
    05/05/2017 5:37 pm

    Nunca he tenido la oportunidad de viajar en primera clase y esta vez sin ser la excepción mi ansiedad por saber que había detras de esa cortina azul era mayor que en otras ocasiones. Se escuchaban risas moderadas, copas chocar entre si y aunque casi inaudible, una suave música que hacia que la curiosidad me carcomiera por dentro.

    Imaginaba personas con ropas elegantes, no como a ese tipo de sudadera roja que se la habia pasado todo el vuelo tomando bebidas nacionales y que poniendose de pie a cada instante amenazaba con vomitar de un momento a otro a cualquiera de los que estabamos cerca de él.

    Imaginaba a una rubia despampanente con vestido ceñido a escultural cuerpo y no a esa deshinibida señora gorda y mal hablada de vestido negro entallado que en más de una ocasión volteo a verme sonriendo y guiñandome me lanzaba piropos que harian sonrojar a cualquier habitante de Alvarado Veracruz.

    Imaginaba a intelectuales y filosofos hablando de lo esencial, de lo trascendente, de lo verdadero y no a ese fanatico del futbol y conste que aclaro que me gusta ese deporte, pero rumbo a partido que jugaria su equipo en tierras niponas, se levantaba y ondeando un banderin que solo en esas ocasiones separaba de su pecho, gritaba porras junto con su compañero de asiento haciendo que muchos no puideran conciliar el sueño y desesperando a la azafata.

    Imaginaba a todos de aquel lado de la cortina disfrutando de sus alimentos, obvio de mejor calidad que los que nos habian dado a nosotros y es que su servidor no pudo terminar su cena, no se si por lo insipida o porque el tipo de sueter azul despues de devorar su plato en menos de cinco minutos no habia parado de lanzar sonoros y largos eructos, haciendo asi que mi apetito decidiera ausentarse y buscara otras futuras oportunidades para aparecer.

    Desesperado me´puse de pie y en un segundo recorri las cuatro filas que me separaban de la ya famosa cortina, la tomé fuerte con mi mano derecha, respire hondo y profundo y la recorri. Durante unos minutos quede petrificado, no podia creer lo que veian mis ojos, apenas escuché cuando una azafata se me acercó y me pidio regresara a mi asiento, como hipnotizado lo hice y sentandome las imagenes no salian de mi mente.

    Un tipo hasta las manitas de borracho, seguramente gracias a un buen cognac, vomitando sobre otro pasajero, una señora gorda y fea, eso si, bien enjoyada, intentando sentarse en las piernas de un muchacho, un par de seguidores del Bayern Munich, entonando euforicos cantos a su equipo, un tipo devorando su filete mignon y limpiandoze la boca con la manga de su camisa de seda.

    No se cuanto tiempo estuve asi, mirando al horizante sin saber que pensar, finalmente sonrie, pedi un bacardi blanco, me lo tomé practicamente de un solo trago, me levanté y entoné una porra con los tipos de amarillo no sin antes pedir otra bebida y sonreirle y giñarle el ojo a la señora del vestido negro…Total, a la tierra que fueres has lo que vieres…

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  • Ronald G. Hernández Campos
    08/05/2017 6:28 pm

    EJERCICIOS DE AERONÁUTICA

    Todos seguían en lo suyo. El muchacho de gorro rojo dormido; una mujer de azul lee y se acomoda. Muchos desagradecidos que ignoran al otro, sentados cómodamente. Nadie piensa en lo tedioso que es estudiar la estructura, la manufactura y el diseño de estos aparatos monstruosos que nos transportan en el aire para esconder unas cuantas bombas…

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  • El piloto anunció que en breve iniciarían las maniobras de descenso. La sobrecargo corrió la cortina.

    Fue entonces cuando ocurrió el primer asesinato.

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  • carlos pineda
    08/05/2017 9:59 pm

    Y aquí estamos, viajando a nuestros sueños más remotos, espero que las millas frecuentes nos alcancen.

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  • Maniquies, esperando llegar a su destino, felices, cansados, tristes, cada quién con su propia indiferencia, sumidos en sus propios pensamientos, atrapados en su monotonía… Trato de no pensar en ello, quizás es mi ansiedad, el deseo de liberarme, de resistirme, de escapar. Me resulta irónico, tengo miedo, quiero olvidarme de esto, dejarlo pasar y seguir aquí, atrapado con estos desconocidos y dejar que su monotonía prosiga hasta perderse en sus propias vidas, miserables, superfluas, inexistentes…

    Si, es mi ansiedad la que no me deja, mi miedo el que me oprime, debo de seguir adelante, dejar de escuchar estas voces, actuar…

    Despierto de este sueño, sobresaltado, un sudor frío recorre mi frente, un dolor punzante me atraviesa el cuerpo, el avión acaba de aterrizar, las luces me molestan, miro hacia todos, busco una salida, trato de levantarme pero algo me detiene, dirijo la mirada con curiosidad hacia ese chasquido metálico, son esposas y hay sangre en mis manos…

    ¡Dios mio!, ¿Qué hice?

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  • Adriana Mabel Magalevsky
    10/05/2017 10:19 am

    El viaje
    Quisiera poder ver hacia dónde voy, pero delante de mí, todo es gris. Estiro el cuello al máximo posible y solo me llega una profunda oscuridad. Miro a mi compañero de ruta; él va tranquilo, a veces duerme, a veces lee una revista. Trato de entenderlo, no todos pensamos ni sentimos igual. Yo sigo preocupado; la falta de conocimiento me produce un malestar profundo… estoy mareado …con náuseas. Al fin, siento una repentina necesidad de girar la cabeza y diviso la ventana; con sumo cuidado, descorro la cortina lentamente. La luz comienza a rodearme y al fin entiendo el sentido del viaje.

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  • Javier Cuesta
    10/05/2017 10:49 am

    Turista sexual

    – Cuéntame otra vez tu teoría.
    – Qué teoría.
    – La de las azafatas de las líneas aéreas.
    – ¿La de por qué las aerolíneas las eligen tan guapas?
    – ¿Tienes otra?
    – No, de azafatas solo esa.
    – Pues esa.
    – Bien, mi teoría es que las elijen así para dar seguridad.
    – ¿A ver cómo es eso?
    – Sí. Verás, opera sobre el subconsciente.Cuando ves a una azafata guapa, tu subconsciente va así:
    Una azafata guapa es afortunada.
    Alguien afortunado no tiene accidentes aéreos.
    Yo voy en el mismo avión que ella, por tanto yo tampoco, al menos no en este avión.
    – Y eso es lo que da seguridad.
    – Correcto.
    – Ya veo…Oye mira la tercera fila, asiento de pasillo.
    – ….
    – Y bien ¿Qué te dice tu subconsciente? ¿Son seguros los aviones en que viajan penes gigantes?

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  • EXTREMO SUR

    El avión se sacudió en forma intensa y observé cómo al niño que estaba sentado al otro lado del pasillo, en mi misma fila, se le caía la bebida gaseosa sobre sus pantalones. Su madre se levantó del asiento y apretó el botón para llamar a la azafata. Perdí el interés y volteé a mirar hacia otro lado. Sentado junto a mí, lívido, iba un anciano largo y huesudo, pelo cano y llamativos ojos color del azul de Sajonia, que me miraban con cierta incomodidad. Sus manos largas y filudas tiritaban, denotando una mezcla de miedo y resignación, sensación que había visto muchas veces en gente que viaja poco en estos aparatos.

    La aeronave se movió otro tanto y me produjo una sensación de vacío en el estómago. El sándwich que había comido en el aeropuerto se me fue a la cabeza. Sin duda habíamos caído en una bolsa de aire. El viejo miró hacia arriba y cerró los ojos. Pensé que estaba diciendo una plegaria.

    –No se preocupe –dije intentando darle ánimos y entablar conversación para pasar el mal rato–, los aviones están hechos para turbulencias aún mayores. Estas tormentas son típicas de la atmósfera aledaña a la Cordillera de Los Andes, e igual los pilotos vuelan por aquí todos los días…
    –A usted lo conozco…, es el escritor, leí su libro –me interrumpió con voz compungida–, sería de muy mal gusto morir a su lado.
    –¿Por qué? –inquirí confundido, azuzando el oído.
    –Déjeme decirle que lo que usted escribe en su libro son puras falsedades, aquí nunca perseguimos a los judíos.

    Deduje que se estaba refiriendo a mi libro “El Extremo Sur”, una novela que narra las peripecias de una familia judía que huye a Chile durante el régimen Nazi y se avecina en el sur del país, siendo acosada y perseguida por algunos de los descendientes de los colonos alemanes, militantes del Partido Nacional Socialista chileno.

    –Es una ficción no una novela histórica –argumenté–. El escritor se otorga algunas licencias. Pero en todo caso está basada en un período histórico real. ¿Es usted de ascendencia alemana?
    –Si, y yo viví en esa época siendo estudiante en el Deutsche Schule de La Unión. Por eso se que lo que usted dice es mentira. Nunca perseguimos a los judíos.
    –Pero convendrá usted que los Nazis persiguieron a los judíos en Europa.
    –Se hizo en Europa, no acá. Si no fuera por eso Alemania habría salido limpia de la guerra.
    –No creo que usted pueda negarme que existió el Partido Nacional Socialista Chileno, con especial raigambre en el Sur de Chile.
    –No se lo niego. Yo mismo pertenecí a las juventudes hitlerianas –, me respondió con los ojos fulgurantes–, marchábamos en el colegio y alrededor de la plaza de La Unión, vistiendo nuestras camisas pardas y pantaloncillos negros, pañoleta y cuchillo.
    –¿Entonces, si no perseguían a los judíos, a qué se dedicaban los Nazis chilenos?
    –Apoyábamos a Alemania. Era nuestro deber. Mandábamos dinero y alimentos. Muchos jóvenes de aquí fueron a la guerra a defender su patria, la mayoría no volvió. Son héroes olvidados.

    El avión empezó a descender. Atravesar las nubes cúmulus nimbus de la tormenta significó una intensificación de la turbulencia. Gotas de lluvia quedaban pegadas a la ventanilla. Mi compañero se introdujo un chicle en la boca para evitar el zumbido de los oídos.

    –¿Y qué me dice del papel que jugaron en proteger a los que se fugaron de Alemania, como Walter Rauff, el inventor de la cámaras de gas ambulantes? – le pregunté. Quería seguir conversando del tema, con mayor razón con un testigo directo.
    –A la mayoría los ayudamos. Correspondía. Eran compatriotas. Se asentaron en Chile y fueron buenos ciudadanos, como Martin Bormann.
    –¡La mano derecha del Führer! –exclamé sorprendido.
    –Vino en un U-Boat, desembarcó en Bahía Mansa. En Chile tomó el nombre de Juan Keller. Se transformó en un hacendado maderero, se casó con una chilena y tuvo una hija.

    La jefa de azafatas comunicó por los parlantes que estábamos próximos a aterrizar en la ciudad de Osorno, que levantáramos las mesas y enderezáramos los asientos.

    –Me gustaría poder contactarlo –dije pensando en la continuación de mi novela— me interesaría conocer más datos sobre esa época.
    –Ni lo piense –me respondió ya más seguro de sí mismo con la proximidad a tierra firme— usted escribe puras mentiras. Aquí nunca perseguimos a los judíos.

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  • Benito Rosales Barrientos
    10/05/2017 5:15 pm

    Los paparazzis captaron a Caperucita Roja en su viaje de luna de miel con el Lobo Feroz.

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  • ¿Será ella?

    No me cabe la menor duda de que ese rojo es el mismo rojo de su sudadera. ¿Pero que haría aquí? Ella le tiene pavor a los aviones. No creo que en verdad sea ella, aunque debería ponerme de pie y averiguarlo. Es una lástima que el baño esté atrás porque sería la coartada perfecta. «Señorita». ¿Para qué quiero a la azafata? Qué importa, ahí viene. «¿Podría traerme un poco de agua?». ¿Agua? Venga, no te pongas nervioso. Pero bueno, lo mejor será levantarme y averiguarlo yo mismo.

    Se levanta y avanza las dos hileras de asientos que lo separan de la sudadera roja. «¿Hola?», habla abochornado. La sudadera voltea: «¿Hola?».

    JMGC

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  • Adolfo Calderón Sabido
    10/05/2017 10:34 pm

    Buenos días señores pasajeros. El capitán Rulfo y la tripulación, les damos la bienvenida a este avión modelo Boeing 123. No hace falta el uso de los cinturones de seguridad. Pongan el respaldo de su asiento en posición vertical y plieguen sus mesitas. Les recordamos que está prohibido fumar. Es un gusto informarles que en unos cincuenta minutos aterrizaremos en sus tumbas. Gracias

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  • Al finalizar su último viaje, una alarmada azafata española entregó a las autoridades un pedazo de papel encontrado en un rincón del interior de su avión. Siendo una ávida lectora, y ya más tranquila después de su descubrimiento, propuso el irónico título del escrito hallado.
    Se reproduce textualmente lo encontrado:

    TERRORISTA PSEUDOALEJANDRINO

    Pronto oiré una última vez al capitán:
    “Descendemos todos al unánime destino”.
    Mataré, moriré, me mantendré palestino;
    brotando rojo yacerán los cuerpos donde están.

    Y más miro sus asientos, y más me arrepiento,
    quizá sean también poetas, quizás aún sepan amar.
    De muerte o perdón, ¿cómo al avión habré de aromar?
    Vivir o morir, ¿acaso importa o sólo miento?

    Mi valentía es ahora inocua indecisión:
    me veo en ellos al sufrir su pronta perdición.
    Temo que la afinidad por lo común me infeste.

    La indulgencia ha serenado mi violencia, me voy,
    regresaré pronto a clamar su caída, pero hoy
    no adosará el escarlata al azul celeste.

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  • ACROBACIAS
    El avión despega, sube a las nubes y comienza a realizar un sinfín de acrobacias. Da vueltas y vueltas, pero con las turbulencias, se estrella en el moflete del bebé.
    El padre, primerizo, deja la cuchara encima de la mesa.
    —¡No hay forma, Maite! Ya no sé qué inventar para que el niño se coma la jodida papilla.

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  • Te mire, el cabello rubio, esos ojos esmeralda que entre vistazos logre cachar, como el beisbolista primeriso que cierra los ojos al atrapar una pelota.
    Me enamore de ti en el aciento trasero de el avion, pudo ser en el metro, en el bus, o al caminar. Pero esta vez, como los amores infinitos, fugases tresminutos que siempre tengo en cada transporte.
    Cerre mis ojos y tu estampa se quedo en mi cerebro, cincelado en mi mente, clausure mis ojos justamente cuando la turbulencia se avecinaba.

    En segundos, un viaje astral sacudio mi cuerpo y cerebro.
    Mi alma desprendida llego a la cabina, mire facinado los controles de el aeronave mientras la cara de el piloto se descomponia , sus palabras apuñalaron mi alma:
    —Javier—dijo al copiloto—preparate, nos vamos a estrellar.

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  • Día uno de una nueva aventura, todo parece indicar que, efectivamente, tu nunca estuviste hecha para mi y que este sucio bastardo se tenia que largar lejos después de lo que paso, y te escribo esto porque ya se que en ningún momento lo leerás y que esto puede ser una forma de limpiar mis pecados…
    -Bah, ¿que quiero decir?, si todo aquí me recuerda a ti, el niño escurridizo que se pasea por el pasillo sin que la azafata lo detecte(como cuando jugábamos a las escondidas en el parque), la joven pareja que al parecer va a su luna de miel, la chica que mira una película que te gustaba tanto, ¡todo!, ¡absolutamente todo¡…-
    Estoy jodido por no tenerte pero que importa, mañana ya estaré lo mas lejos posible de ti para evitar correr y buscarte…
    Y a la vez…
    Espero que este avión se estrelle para evitar que regrese porti…

    -Chango(RVH)

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  • EL DÍA MÁS FELIZ

    Ella no dejaba de sonreír, era el día más feliz de su vida. Llegó al aeropuerto sin equipaje, aun con el vestido de novia puesto, acompañado de él, el amor de su vida, su primer amor. En el avión, les pidieron que apagaran los celulares antes del despegue, ella, antes de hacerlo, miró que tenía 37 llamadas perdidas y leyó el último mensaje que había recibido: ¿Dónde estás? hace 40 minutos que deberías estar aquí, todos te esperan ¿no me digas que aceptaste la pendejada de huir con tu ex? eres una culera.

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  • Sí, podrías abofetear con mucha fuerza al hombre que le levantó la voz a la sobrecargo; podrías darle un puñetazo en el estómago a la señora que no quitó su maleta del asiento en la abarrotada sala de espera para ceder el lugar a una anciana. Podrías abofetear a esa anciana por decir «Gracias a Dios» cada que termina una conversación; y abofetearla de nuevo y con más fuerza cada vez que duerme y ronca en el asiento de atrás.

    Podrías abofetearte a ti por no haber abofeteado ya a alguien.

    179 desconocidos y tú, en ese espacio, en ese avión que cada vez se vuelve más pequeño.

    Podrías golpear al piloto por hablar tan indiferente en el altavoz; podrías golpear al tipo sentado junto a ti, ¿qué problema tiene que no cierra sus piernas? Levantarte y gritarle -¡Oye, respeta el espacio personal!- atacarlo con tus puños, destruirle la nariz.

    Podrías patear a ese sujeto que se portó como un verdadero animal con el chico del mostrador -¿Qué te pasa? Mi vuelo sale en 10 minutos, si lo pierdo vengo y te saco la cabeza del cuerpo, estúpido-. Tú apretabas el puño parado detrás de él.

    Podrías golpear a todos. Podrías; pero no debes. Así no funciona.

    Recuerda que hay reglas; reglas que en casa, cuando eras niño, tu padre a veces rompía. Así te educaron, a base de bofetadas y golpes; no rudos, no fuertes. Golpes de aprendizaje, de respeto.

    Cuando creciste, saliste y chocaste con la pared de la sociedad. Nadie respetaba nada ni a nadie.

    Aquí, aquí no puedes golpear a quien quieras; aquí tienes que soportar y dejar que las personas saquen lo peor de sí. -¿Qué diría mi padre?- te preguntas. Sabes la respuesta, te hace corto circuito en tu cabeza.

    «Aquí cada quien pelea su día a su favor, y el compañerismo o la cortesía está más ausente que la paciencia en las personas.»

    «Así que siéntate, recarga tu cabeza, y respira. Cierra los ojos; siente el coraje en tu pecho, siente la impotencia en tus puños apretados…» -… y déjalos ir- complementas en voz alta.

    No debes golpear a nadie, por más que lo merezcan, por más que nadie se queje o lance un grito de justicia.

    Duérmete. Déjalos vivir así. No es justo que un desconocido les diga qué está mal y qué está bien, y menos, con bofetadas y golpes.

    Que su indiferencia y egoísmo no dañen tu mundo.

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  • Alfredo Vivalda
    18/05/2017 6:40 am

    Ya estábamos despiertos, a las ocho y media del día en que se declaró la guerra, el niño sentado a la ventanilla del avión no lo sabía, pero él escudriñaba el cielo, con el corazón helado de miedo. A su alrededor se había congregado una multitud, porque él fue el primero en divisarlos ya que llevaba unos prismáticos. // —¡Ya vienen! —chilló—. ¡Ya vienen! // Al principio, solo se vieron unos puntos que podrían haber pertenecido a una bandada de pájaros, pero luego un rumor confirmaba que el niño tenía razón aunque el personal de cabina no decía nada,. // El primer avión descendió en ángulo y su tremenda velocidad nos impresionó porque por un momento daba la impresión de que, en lugar de volar, estaba cayendo, y después, pareció colgarse en el aire a nuestro lado. Ese momento de incertidumbre solo terminó cuando pasamos la turbulencia que dejaron con su partida. (Alfredo Vivalda, Montevideo)

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  • Volaba entre hombres, ellos me aterrizaron cuando me obligaron jalarle la rienda a mi imaginación. Ignoraban que todos nos iríamos de pique debido al comentario. Decidí obedecer, transformar el mundo suele ser peligroso. Al final nos incendiamos; entre las llamas, destacaba el azul y el rojo. Dos colores fueron suficiente para soltar las riendas. Las voces eran muchas, honraban la estridencia, visualizarlas en el moldeo de nuevas historias fue fácil porque la leyenda de la cachucha rezaba, cambio de reglas: Mujeres cósmicas.

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  • El pacto.

    Miedo; descubrir tus palabras. Las crónicas de mi pueblo; tremendo miedo.
    «Y en un mundo quizá imaginario… »
    La sala azul de la facultad es ahora un sueño que se diluye, a cada sacudida, por entre las piernas, en una caseta futura.
    No te conozco, la verdad. No me conoces, la mentira.
    La sala azul de la facultad es ahora un sueño que se fuga, furtivo, a cada crujir de semilla, por entre los aromas de una mezcla prohibida, en la reología de este presente.
    No me conoces, la verdad. No te conozco, la mentira.
    Y así, en la sagrada amargura de un cacao de antaño. Y así, en la insistente pronunciación de la palabra escrita.
    » …nos parece divino existir».
    Besémonos.

    Nota: El texto entrecomillado pertenece a la canción Los pequeños detalles, de la compositora Consuelo Velázquez.

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  • Ronald G. Hernández Campos
    21/05/2017 7:16 pm

    LA REVELACIÓN

    Todos siguen en sus asientos. Sigo despierto. Sigo respirando. Todos se muestran indiferentes. Algunas personas leen, otros oyen música. Otros comen o ven la película. El avión no se ha caído. Aún no hemos explotado todos… pero falta muy poco.

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  • Salomé Torres
    22/05/2017 10:44 pm

    Subí al avión. Bajé la mirada. Encontré al enemigo. Perdí la mesura. Inició el vuelo.Terminó su lectura. Guardé mi teléfono. Sacó la navaja. Entró en mi piel. Salió la sangre. Gritó la mujer. Calló al desmayarse.
    Dolor en el cuerpo. Alivio al despertar. Saber que fue un sueño pero, ignorar porqué viajar.

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  • No me veía, claro. Yo no podía dejar de verle.

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  • El pasajero desconocido

    Un hombre con kufiyya y Thawb se sube al vuelo 702 de American Airlines. 480 pasajeros se encuentran a la expectativa de todos sus movimientos. Se sienta, saca su celular y se pone a hablar en un idioma desconocido; una mujer se pone nerviosa e intenta bajar del avión, la azafata le dice que ya es demasiado tarde para descender, que tome su asiento y se abroche su cinturón. Al rato el árabe se levanta de su asiento y se dirige al baño, algunas personas se desesperan, pero no lo suficiente para expresar su miedo y descontento.

    Un hombre de raza desconocida saca su computadora. Al poco rato se levanta, toma el interlocutor y con un tono soberbio comienza a hablar: —Les tengo tres noticias, dos malas y una buena: La mala noticia es que todos han muerto. No me pidan explicaciones; el Papa, Trump, todos han muerto. La buena es que somos los únicos sobrevivientes. La otra noticia es que no van a vivir lo suficiente, porque en este momento se los va a cargar la chingada. Todos gritan y lloran; salvo el árabe, que parece no entender nada de lo que pasa o se dice.

    Al día siguiente Abdel se prepara para abordar el siguiente vuelo, el 702 de American Airlines, pasa el control de seguridad, aborda, nada se sabe más de él.

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  • Tuvo que acudir al psicólogo para vencer su miedo a volar. Ha llegado el momento de demostrar que ha logrado superarlo. Al subir al avión siente un hormigueo en el estómago. Se sobrepone rápidamente. Se dice que será un vuelo tranquilo. Sin embargo, no puede evitar que las manos le tiemblen cuando se está abrochando el cinturón. El avión recorre la pista, acelera, inicia el despegue. Mantiene aferradas las manos al apoyabrazos. El avión se eleva. Recuerda las palabras del psicólogo. Las repite mentalmente. No va a pasar nada. No va a pasar nada. El avión está en el aire. Jorge Ibargüengoitia resopla aliviado.

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  • Ruth Ruiz Villalba
    26/05/2017 1:37 am

    El pasajero.
    La nave recién atravesó la densa capa de nubes recuperando el vuelo y la luz de un sol radiante y místico inundó el interior del avión, mas su mente continuaba en el marasmo de la incredulidad. Recargó su cabeza en la parte alta del asiento y cerró los ojos tratando de encontrar explicación a lo que había sucedido.
    ¿Cómo era que a punto de estrellarse, la nave había girado de esa forma y logrado estabilizar el vuelo? ¿Cómo podría explicarse que él, siendo el mismísimo Satanás, no hubiera podido lograr su cometido? Relajó sus hombros, dejó caer sus brazos a los lados del asiento y pensó, en un tono de contundente razón: “sabrá Dios …”

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  • Miguelina Reyes Hernandez.
    26/05/2017 4:50 pm

    Sueño recurrente.

    Siempre tuve miedo a las alturas. Fila 26, asiento F; Por la ventanilla observo tan solo nubes blancas, arrastradas por las turbulencias; mis manos húmedas por el sudor, se aferran al descansabrazos, mientras una melodía de Los Beatles se escucha en una bocina cercana. De pronto el avión se sacude como una marioneta, y la sobrecargo grita angustiada -¡Nos vamos a estrellar! ¡Todos en posición de impacto! Nadie hace caso, todos gritan, y eso se convierte en un caos, los compartimientos se abren y una Lap Top, cae sobre mi cabeza .Ahora despierto angustiado, con la respiración agitada y las sabanas empapadas de sudor. Todo fue un sueño. Es de noche, y los párpados me pesan como plomo, poco a poco el sueño se apodera nuevamente de mi. Estoy en el mismo avión, fila 26, asiento F. La misma melodia se empieza a escuchar y se perfectamente lo que sigue, por lo que angustiado me incorporo y avanzo por el pasillo, alertando a los pasajeros, sobre lo que ocurrirá; pero éstos no se inmutan en lo mas mínimo, como si no me vieran, o no me escucharan. El avión se impacta. Despierto angustiado en un espacio cerrado, acostado boca arriba, pero no es mi cama, esta obscuro y mis dedos tocan las costuras de…¿Un ataúd? si, al parecer estoy dentro de un ataúd. Poco a poco el sueño se apodera nuevamente de mi; fila 26, asiento F,; a lo lejos se escucha la misma melodía…

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  • COBARDE
    Mis conocidos me tienen por aventurero porque todos los años, durante mi mes de vacaciones, visito los países más peligrosos del mundo: Afganistán, Yemen, Chad, Somalia, Siria. Me divierte leer los avisos del Ministerio de Exteriores advirtiendo de que viajar a esos países es temerario. A la gente que me pregunta le digo que me gusta el peligro. Me creen muy valiente. ¡Si supieran la verdad! Realmente soy un cobarde, alguien que, deseando escapar de esta maldita vida, no es capaz de dar el paso por sí mismo. Siempre que me subo al avión, pienso que no regresaré. Cuando emprendo viaje, confío en que me disparen, me apuñalen, me lancen una bomba. Espero, en definitiva, que me ahorren el trabajo de matarme a mí mismo.

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  • Era uno de esos vuelos largos. Miguelito, en sus escasos 6 años, estaba muy aburrido. Se había despertado antes que su papá y, para no molestarlo, se bajó de su asiento y se fue a explorar por el pasillo. Mucha gente estaba dormida, o viendo una película con sus audífonos puestos, o tratando de deshacerse del tedio de cualquier otra forma, como Miguelito (excepto que no tenían la ventaja del niño, ajeno a la vergüenza de deambular sin rumbo por el avión). Unas filas más adelante se encontró por fin con alguien que quería ponerle atención: un hombre barbudo de aspecto curioso, con la cabeza cubierta por algo que a Miguel le pareció un mantel.

    – Hola, Miguel – Dijo el hombre con una amable sonrisa y hablando español con un acento que el niño nunca había oído antes. El pequeño, sorprendido, preguntó:
    – ¿Cómo sabe mi nombre, señor?
    – Eso es porque soy un mago. Uno de los mejores. Malek es mi nombre, no lo vayas a olvidar.
    – Ma-lek. ¡Que nombre tan chistoso!
    – Si, es muy chistoso. A mí también me hace reír a veces.

    Se quedaron conversando unos minutos.De vez en cuando Malek decía pases mágicos en un idioma que Miguel no entendía. «Así han de hablar los magos», pensó.

    – ¡Enséñame a hacer una magia! –

    Malek fingió pensarlo por unos instantes y después dijo:

    – Mmm… muy bien. Te voy a enseñar la última magia en la que he estado trabajando. Está en esta cajita, y como me has caído muy bien te voy a pedir que la cuides por mí hasta que aterricemos.
    – ¡Wow! ¿De veras?
    – Si Miguel. Hoy es el primer día en que harás magia. Sólo recuerda, no debes abrirla hasta que el avión aterrice, o la magia puede causar problemas.

    Malek le entregó la cajita. Estaba envuelta en una tela y amarrada con un cordel. Su papá seguía dormido, así que cuando regresó a su asiento, tras despedirse de Malek, se acomodó con la cajita encima de las piernas. Sin darse cuenta volvió a quedarse dormido.

    Despertó mas tarde. Su papá lo llevaba a la parte de atrás del avión, mas allá de los baños. Con los ojos aún borrosos, pudo ver que los esperaba un oficial uniformado.

    – ¿Quien te dio este paquete Miguel? – Su padre preguntaba. Estaba muy serio, lo que le extrañó al niño.
    – Me lo dió mi amigo Malek. Él es mago y me dijo que me iba a enseñar su última magia. Está ahí en la cajita, pero no hay que abrirla hasta que aterricemos.

    El oficial le lanzó una mirada grave al papá de Miguel.

    – Ahora el oficial va a cuidar la cajita, Miguel ¿Ok? Pero no te preocupes, te la vamos a dar cuando aterricemos y tu vas a ser el que la abra.

    Después de esa y otras explicaciones, el oficial se quedó con la caja. «En estos casos debemos trabajar con la mayor prudencia» le había dicho el oficial al papá de Miguel. «En tanto que averiguamos de qué se trata, por favor conserve la calma. Si hay algo que usted deba saber le notificaremos de inmediato». Dicho esto, se dispuso a buscar a Malek.

    Sólo que Malek no aparecía por ningún lado. No había ningún hombre con la descripción que dio Miguel en el avión. En la lista de pasajeros no figuraba su nombre. El asiento que supuestamente ocupaba no tenía ninguna persona asignada.

    El oficial volvió por Miguel y su padre. «Tenemos que abrir el paquete, señor. Las regulaciones indican que debemos descartar cualquier amenaza». Miguel se enojó – ¡Pero Malek dijo que habría problemas!- MIentras su padre traba de calmarlo, Miguel vio que el oficial dirigía sus manos hacia el paquete. Entonces se exasperó, hizo un violento movimiento para liberarse de la mano de su papá y de un brinco se adelantó al oficial. Después de todo, esa era SU cajita. Si alguien debía abrirla, aunque fuera antes de tiempo, era él.

    Tiró del cordel y el bulto se desató. Ante sus ojos, una explosión de mariposas multicolores salió despedida de la tela. Causaron un alboroto tremendo en el avión ¡Eran muchísimas!. Las azafatas corrían desesperadas tratando de atraparlas. Los pasajeros adultos se las espantaban y se cubrían con sus ropas. Los niños estaban encantados viendo aquel espectáculo de colores. Miguel reía sin parar. «Eso es lo que pasa cuando no le haces caso a un mago».

    Miró hacia el pasillo. Entre el desorden, oculto tras una nube de insectos arcoiris, vió a su amigo Malek, quien le guiñaba el ojo y le sonreía alegremente.

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  • Amor eterno.

    Jamás había visto una mujer tan hermosa aquella sentada en la fila de al lado. Imaginó una vida juntos.

    En ese momento el avión se desplomó.

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  • Es el primer viaje en que no voy junto a la ventanilla, la revista de cortesía ya la he leído tres veces, una bolsa de papas fritas y un refresco de lata es lo que tengo en el estómago. Observo al hombre sentado a mi derecha, duerme profundamente, como si nada en esta vida importara y a su lado un niño señala por la ventanilla las nubes y dice: “¡Abu!”, a la menor provocación. Exceptuando al niño no hay ruido en el avión, nadie habla, ríe o suspira; todos son conscientes del destino del vuelo, menos los tres locos que vamos en el último asiento. El capitán dice algo que no alcanzo a comprender y el avión inclina el morro cierro los ojos y todos comienzan a gritar.

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  • – ¿Quince malditas horas?

    Era la única manera de llegar a su destino; le llevó tanto tiempo decidirse, pero finalmente lo hizo, no era fa de los viajes largos, dentro de una cápsula voladora.
    Sintió que ella estaba cerca, ¿por qué estaba ahí? ¡maldita ansiedad¡

    Respiró profundo, cerró los ojos y trató de tranquilizarse, no le estaba resultando muy bien, entonces los observó.

    -¿Quiénes eran esas personas?
    -¿A dónde irían una vez que aterrizaran?

    -El de amarillo seguro era alegre, solo alguien alegre usaría ese color .

    -El de rojo, ¿qué le ocurría? Usar una sudadera y dejarse el gorro. Seguro estaba agripado y ahora contagiaría a medio vuelo, inconsciente…. O tal vez es calvo y tiene una fea cicatriz, mejor que se deje el gorro, ay ¡qué horror¡

    -Atrás de la persona del gorro, seguro es una mujer , pero.. ¿qué hace? Solo se le ve un brazo, ¿estará comiendo algo? ¿Ya repartieron la comida? No pasaron por aquí, me voy a quejar con la Aerolínea, ¡pésimo servicio¡

    -Atrá de la mujer, no parece que haya una persona, parece una almohada parada, jajajaja, con funda azul y pantalón claro, jajajaja.

    No pudo evitar reirse en voz alta.

    De repente se dió cuenta que el avión había despegado y llevaba una hora de vuelo, la ansiedad había desaparecido y ahora tenía ganas de dormir un poco, al despertar seguiría imaginando historias sobre los pasajeros que estaban a su alrededor; de reojo vió a su vecino de asiento, estuvo a punto de carcajearse pero se contuvo y solo esbozó una sonrisita, acomodó el asiento y el sueño llegó rapidamente, el vuelo siguió su curso.

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  • BS Fernando Barba
    30/05/2017 4:25 pm

    Lleva mucho tiempo recostada sobre esa almohada inflable, no me dí cuenta cuando llegó, lo que sé es que desde que la vi, ha estado en esa posición, ni la fuerte turbulencia que nos sorprendió minutos después del despegue, ni los llantos de un bebé a tres filas de distancia, ni el ruido de las aeromozas ofreciendo la comida, tuvieron algún efecto en ella. Son mas de cuatro horas en total inmobilidad, esta es la segunda vez que voy al baño y al regresar la observo igual, no he querido ser impertinente y detenerme y observar si respira, pero no puedo seguir intentando pensar como si nada pasara, ó como si esto de verdad no me incumbe, pero mi sentido de curiosidad, más que mi conciencia, me obligan a dirigirme hacía ella. Primero le hablo suavemente preguntando si se encuentra bien, no hay respuesta, subo la voz, luego la tomo por uno de los hombros y le hablo al mismo tiempo que la sacudo, y no hay respuesta, la gente comienza a verme de forma rara, alzo la voz y la aeromoza se avalanza hacía donde nos encontramos gritando: Está medicada, ella está bien. La gente me mira con tal desagrado que las pocas filas que me separan de mi asiento se vuelven un paseo tormentoso, una vía dolorosa, si bien en esta época lo mas importante es lo que se graba y no lo que se actúa, bueno, lo mas importante es que lo suban a una plataforma y lo compartan en redes sociales, la moral ha cambiado y la conciencia también. Aterrizamos y no se mueve, pero abandono el avión sin reparo a darle alimento a mi curiosidad. Al día siguiente reviso las noticias en internet esperando que alguien me validara mi curiosidad, el ego vuela, pero nunca aterriza.

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  • Mijaiku Temata
    30/05/2017 10:58 pm

    Mascota

    Cuando era niño tenía una mascota. Me recibía corriendo todos los días al llegar yo de la escuela y me derribaba. Le puse por nombre Dino . Sí, como aquella otra mascota de un programa de televisión cuyo recuerdo se pierde en la prehistoria…

    Yo he crecido…Y Dino también..

    Ahora que regreso del extranjero en un vuelo comercial, Dino sale a recibirme pero ahora crea un caos: Derriba árboles y edificios. Patrullas y carros de bomberos tratan de detenerlo y de apagar los incendios que provoca. Dino se acerca y trata de derribarme como siempre, Intenta hacerlo tirando el avión en que vengo con una de sus paras delanteras. El piloto maniobra y la nave lo esquiva pero se tambalea. Los pasajeros gritan, lloran y rezan. Yo trato de dormir mientras recuerdo que alguien me dijo: Cuando despiertes, Dino todavía estará allí…

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  • Mario Neta del Destino
    30/05/2017 11:41 pm

    Emprendedor

    Mi nombre es David Dao y me dedico a comerciar muchas cosas, entre ellas los raros y carísimos huevos Fabergé. Hace poco abordé un vuelo de United Airlines y cuando ya había dejado a bordo mi maleta con mis pertenencias (entre ellos un par de huevos que un cliente me había encargado), unos agentes llegaron a sacarme argumentando que el vuelo estaba sobrevendido y que por lo tanto debía esperar al siguiente…

    No me bajo, les dije…

    Me sacaron a rastras pero me les escapé tratando de regresar por mi equipaje de mano.

    – ¡Ni intentes regresar al avión!, me dijo colérico uno de los agentes

    – ¡Claro que lo haré!, le grité en su cara

    – ¡No te dejaré!, contestó

    – ¡Subiré por mis huevos!, le dije con la voz más fuerte que pude,

    Al parecer eso fue la gota que derramó el vaso y de un certero macanazo en la cabeza el otro policía me derribó pero cuando me llevaban en vilo saqué mi celular y le llamé a un agente de bolsa que conozco… Le dije que caerían las acciones de United Airlines.

    No solamente demandé a la aerolínea ya que había asegurado mis carísimos huevos Fabergé también me hinché de dinero producto de las especulaciones en acciones de líneas aéreas con mi agente de la casa de bolsa…

    Sí, sí… Ya sé que leyeron otra cosa pero recuerden que vivimos en la era de las noticias alternas…

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  • Aquiles Narro
    30/05/2017 11:48 pm

    Miedo a las alturas

    Abordé el avión y en cuanto me senté vi que viajaría junto a mí. A pesar de su apariencia extraña (demasiada perfección para mi gusto) pude entender lo que decía. Siempre he tenido habilidad para las lenguas. Entre lo que entendí me dijo que temía a algo como el vuelo, las alturas…

    Cuando se agachó para tomar una revista colocada en el asiento delantero y vi su ala rota supe que no debía hacer más preguntas…

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  • Irving Hersan
    31/05/2017 12:59 pm

    El avión atravesó el cielo azul como las balas a los cuerpos: veloz, certero e imparable. El hombre estaba de espaldas en el suelo, con la cabeza apoyada en las raíces de un árbol y el brazo derecho sosteniendo una botella de agua vacía cuando lo vio pasar. Le pareció escucharlo, pero el viento solo le entregó el silbido de las hojas secas y de las yerbas altas y marchitas. Aún así, cuando cerró los ojos, el sonido apagado de las turbinas hizo eco en su cabeza hasta desvanecerse.

    El hombre se sobresaltó cuando una mujer de piel lechosa le tocó el hombro. Se enderezó en su asiento y giró la cabeza a todos lados. No entendía nada. Se fijó en ella y vio cómo se le movían los pequeños labios rosas pero no la escuchaba. Le zumbaban los oídos y se sentía aturdido. Pero de golpe, como una fuga de agua que se rompe, los sonidos anegaron su mente. Primero el ruido del avión, luego la suave voz de ella:

    —¿Me escucha, señor? ¿Se encuentra bien?

    No sabía qué responder. Seguía desconcertado y ella leyó esa confusión que expresaba con todo el cuerpo.

    —Disculpe por despertarlo de pronto, pero se veía muy pálido —le dijo de pie en el pasillo—. ¿Se encuentra bien? ¿Puedo ayudarlo en algo?

    —Agua —pidió en un susurro que pretendía ser su voz—, agua, por favor.

    —Claro —respondió con una tímida sonrisa y se alejó.

    Permaneció unos minutos viendo a detalle la cabina del avión. Entonces un pensamiento empezó a rondar su cabeza: ¿cómo llegué aquí? Una mirada más tranquila a los demás pasajeros que estaban inmóviles en su asiento pareció entregarle la respuesta. Estaba cansado y se había quedado dormido. Empezaba a recordar al joven del suéter rojo, 3 asientos adelante, un salvadoreño muy simpático que se sentía nervioso porque era la primera vez que salía de su ciudad. También a la señora regordeta y su hijo de 6 años de la izquierda que esperaba con ansias reunirse con su marido, luego de casi un año sin verlo. Los demás pasajeros solo eran sombras sin rostro que, como él, tenían todas sus esperanzas puestas en este viaje. Estaba sumido en estas reflexiones cuando la mujer regresó con una botella de agua. Se aseguró de que estuviera bien y se fue. Abrió la botella y dio pequeños sorbos. Cuando el agua fría fluyó por su garganta supo que estaba equivocado. No se había quedado dormido. Cerró los ojos y por fin descansó.

    La patrulla fronteriza encontró al hombre bajo un árbol, a 2 kilómetros de distancia de 7 cuerpos más. A diferencia de los demás, él no murió a causa de las balas, sino por deshidratación.

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  • Jaime Reyes
    02/06/2017 3:09 pm

    El ánimo desinteresado de los pasajeros a penas se alteró un poco tras el anuncio por el altavoz: «a todos los pasajeros se les informa que el vuelo tardará más de lo previsto, pues la Tierra acaba de desintegrarse, y no hay dónde aterrizar. La aerolínea se disculpa por los inconvenientes que esto les pueda causar.»
    A esto le siguió la traducción al inglés: un intento realmente decepcionante.

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