Taller literario

Temas y variaciones (I)

Con esta entrada se reanuda la publicación de ejercicios de taller literario. Como siempre, las personas interesadas pueden dejar en los comentarios de esta nota sus propuestas sobre cómo realizar el ejercicio propuesto.

El ejercicio inicial es de suspenso (como decía Hitchcock, crear suspenso es dar información para preocupar a quien mira –o lee– una historia): escribir los últimos segundos de un personaje que morirá y lo ignora. La variación: escribir convincentemente lo mismo pero en un escenario trillado (la víctima de un asesino, el pistolero que será emboscado, etc.)

5 comentarios. Dejar nuevo

  • Fernanda Sánchez
    03/09/2008 1:15 pm

    José caminaba despacio por el Callejón del Beso, recordando sus paseos con María. Iba distraído y tambaleándose debido al ron que había bebido esa noche. Todos los días recorría el mismo tramo de la cantina a casa, pero aquella noche el silencio le parecía siniestro, aterrador, sintió el rocé de un gato que pasó corriendo, y se estremeció; pensó en María, en el tiempo perdido en la cantina, todo estaba en tinieblas, el miedo se apoderó de él, de pronto escuchó que alguien se acercaba y volteó; el hombre lo miro fijamente un momento, José sintió algo filoso que atravesaba su pecho y comenzó a sangrar, un dolor intenso lo hizo perder el conocimiento de inmediato.

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  • El talón vuelve a pisar la vereda y la rueda de un auto aplasta la huella. Le suelta una cadena de insultos, intenta encontrarlo a través de la luneta que se aleja y empequeñece, sacude el brazo en alto como una bandera, y vuelve el talón a la huella, vuelve otra rueda y aplasta la sombra; arría la bandera.

    Variación
    El caño del revolver tiene la boca negra y parece que si algo entrara no podría salir. Un agujero profundo, un túnel sin destino, un saco roto. El peso del arma cansa la muñeca, y cansa el cuerpo. Las balas se muestran como dientes deformes, afiladas, en punta, colmillos dispuestos a desgarrar.
    La muñeca tiembla, no es cansancio. La boca del túnel oscuro se apoya en la sien y los tormentos caen en el saco roto, el cuerpo cae como un saco vacío.

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  • I. Malos Pensamientos

    Supe que la corrupción había llegado a niveles ejemplares cuando me aceptaron la mordida para tener preferencia en el quirófano. La enfermera se guardó el billete sin decir nada, la muy discreta.

    Así que yo tampoco dije nada cuando el practicante le dio doscientos pesos al doctor para que lo dejara usar el bisturí. Aunque eso tal vez se deba a que ya estaba anestesiado, ahora pienso.

    Esas cosas suceden.

    II. Buenos Pensamientos

    Ya sólo es cosa de encontrar un lugar y en dos semanas, qué digo, semana y media tendrán el dinero de vuelta.

    Neta, se los digo en buen plan.

    Claro que no. ¿A dónde me iría?

    Están jugando, ¿no?

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  • En una noche estrellada de luna rojiza:

    Ovillado en un rincón de aquel callejón maloliente que suele ser tú casa, desesperado por unos tragos más que no puedes comprar, escuchas de pronto una estampida de pasos que se acercan como tambores batiendo el piso. De un salto quedas en pie, atento…, nada. Vuelves al mismo lugar, pero esta vez comienzas a temblar, los dientes tiritan… Tras largos segundos el sueño comienza a vencerte pese a todo. Desparramado sobre el piso sueñas con aquellos viejos tiempos en que tenías un hogar, una esposa, un hijo y un perro que corrían hacia ti cuando el día menguaba y llegabas a casa… Pero una vez más los temblores te despiertan. Asustado, bañado en sudor te enroscas de nuevo. Sientes algo al frente, alzas la vista: esta vez te rodean rostros cubiertos, solo asoman unas cuencas de fondo rojo como leds; comienzas a gritar, pataleas, manoteas queriéndolos espantar como si de mosquitos se tratara… Una mano se estira, te toma por el rostro y comienza a presionar hasta que revienta…

    Ahora tú cuerpo yace solitario sobre el pavimento mientras los perros hambrientos se acercan.

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  • PASIONAL

    1 – Mientras atraviesa el enorme estacionamiento, distingue un bulto gris recostado a su carro. Disminuye el paso lentamente, esforzándose por distinguir las facciones, para así darse o no, el derecho de asustarse.
    Alivio, es Robert, autor y firmante de muchas malas escenas, hasta que un divorcio a tiempo, le devolvió la alegría.
    Mientras se acerca, se le va dibujando una cálida sonrisa. La mortecina luz del farol deja ver un brillo en los ojos de Robert tan frío como la misma noche.
    Escucha una explosión y ve humo, saliendo del sobretodo del hombre.
    Nada le duele, pero una negra bruma empieza a envolverla y solo logra pensar en que le tendrá de cena su mamá.

    2 – Robert lleva más de cuarenta minutos esperando la llegada de Susan, en el interior de su carro, guarneciéndose de la lluvia.
    De repente la ve caminar, apurada, inconfundible bajo el paraguas rojo que compraron en tantas compras.
    Agarra la pistola en el asiento de al lado, comprobando que ya ha retirado el seguro.
    Baja del carro tratando de callar el sobresalto de su corazón, ansioso por descargar toda la impotencia de un mal amor no correspondido.
    Ella frena su caminar de repente, titubea y lo reconoce. Acelera el paso con una sonrisa mal ubicada y que le duele más de lo que él quisiera.
    Le dispara sintiendo un alivio tan grande, y una satisfacción sorprendente.
    La ve caer en un charco, sin ningun quejido.
    Se monta rápidamente al carro, acelera, y, en una última mirada por el retrovisor, solo distingue el paraguas, volando en viento.

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