Cuaderno

J. D. Salinger

Por todas partes han aparecido ya notas sobre la muerte de J. D. Salinger a los 91 años, más de 50 después de que se se recluyera en una casa de Cornish, New Hampshire, y a 45 de la aparición de su última obra, el cuento «Hapworth 16, 1924», remate de la serie extraña (tal vez no es una serie, en absoluto) sobre los sensibles, los extraños hermanos Glass.
Ninguna nota deja de mencionar el hecho de que Salinger huyó de la fama para convertirse en el ermitaño más famoso de la literatura del siglo XX. Ninguna deja de lado sus excentricidades ni los detalles incómodos revelados por su hija Margaret en una autobiografía de 2000. Como en esos lugares también se pueden encontrar fácilmente todos los otros datos «duros» del caso, no digo más aquí y sólo enlazo este obituario, escrito por el peruano Iván Thays.

Lo que vale la pena decir aquí es esto: no sé qué va a pasar ahora con la obra de Salinger, sumamente escasa y que para muchos se reduce a su novela El guardián entre el centeno (1951).

Portada de The Catcher in the Rye

La historia de Holden Caulfield, el adolescente inadaptado que se busca a sí mismo en una sociedad a la que rechaza, tuvo un éxito enorme en su momento y durante las décadas inmediatamente posteriores en los Estados Unidos y el resto del mundo; después se convirtió en un texto «clásico», recomendado con frecuencia pero leído con menos pasión (desde muy pronto se vio a su autor como un especialista en un campo muy estrecho: «su truco», dice una reseña adversa de los años sesenta, «es volver glamorosa la autocompasión»)…, y ahora puede haber quedado sumamente lejos de los intereses y el modo de pensar de los adolescentes actuales de su propio país y de los otros. Esta nota del New York Times puede ser representativa de las nuevas opiniones sobre el tema: según su autora, Jennifer Schuessler, los adolescentes de ahora no encuentran mucho de interés en Salinger porque desean integrarse más que distinguirse de su sociedad, competir y ganar más que embarcarse en búsquedas interiores. Además, al contrario de lo que sucedía a mediados del siglo XX, buena parte de la economía global (sobre todo en los países desarrollados) gira alrededor de los adolescentes y les vende espacios, moda, signos de identidad que Holden, para bien o mal, nunca habría podido tener.
Schuessler cita a un quinceañero de Long Island quejándose: «Todos odiamos a Holden en mi clase. Todos queríamos decirle ‘Cállate y toma tu Prozac'». A lo mejor es cierto: a lo mejor la serie de Harry Potter y programas como Glee muestran con mayor exactitud las aspiraciones y las neurosis (la vida real no, seguro que no: no todo el mundo tiene poderes mágicos, no todo el mundo canta tan bien) de los adolescentes. No habría que espantarse: todos los libros envejecen, se secan, se olvidan, aunque unos pocos lo hagan más despacio que el resto; la «pertinencia» de un texto, su «representatividad», es una ilusión que sólo puede mantenerse durante cierto tiempo, si es que se da.
Por otra parte, el alboroto acerca de la vida extraña de Salinger y sus diversas manías y locuras apenas ha dejado ver a nadie lo realmente importante: Salinger no dejó de escribir durante sus años de reclusión. «Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasión de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo escribir. Pero escribo sólo para mí mismo y para mi propio placer», dijo el escritor en una entrevista de 1974, y yo sospecho que una vez que haya quedado atrás la noticia de la muerte, y se haya hecho el reparto de dineros y herencias, llegaremos a leer siquiera una parte de esos escritos.
Lo más probable es que sean borradores decepcionantes; pero no habría que espantarse, tampoco, si fueran textos todavía más extraños de lo que resultan ahora los que Salinger sí publicó, testimonios de una experiencia humana alocada, introvertida y (sobre todo) totalmente contraria a los impulsos actuales: a lo que se supone que debe ser la vida en la época de Facebook. Una búsqueda espiritual cuando no queremos ninguna: una bofetada, o un escupitajo, en la cara que creemos tener.
Un puñado de autores secretos, encerrados, que escriben mientras viven en dificultades con el mundo y que no quieren publicar –Franz Kafka sería el ejemplo obvio; hay otros–, puede hablar con más fuerza que las legiones de los integrados, los sensatos, los oportunos y constantes. Si tiene suerte, tal vez J. D. Salinger termine por ser entendido no como un autor canónico, de programa escolar, sino como un auténtico «raro»; habrá que esperar a que esos textos salgan a la luz…

26 comentarios. Dejar nuevo

  • Por qué no han ido corriendo a leer el comentario de @albertochimal sobre Salinger, que le quedó rebonito??? http://bit.ly/bXiAH1

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  • RT @rufianmelancoli: Por qué no han leído el comentario de @albertochimal sobre Salinger, que le quedó rebonito??? http://bit.ly/bXiAH1

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  • Oh, está buena la nota, ayer discutía con uno de esos personajes que viven en Boston sobre la pertinencia de publicar o no lo que Salinger escribió recluido, terminamos inventando una novela ética que al final no importa (no, no es un remake de Un grito desesperado, calma). Ya sobre tu nota, me seduce mucho pensar que ese cuento, o esa novela corta, o lo que se encuentre de sus textos inéditos, pueda regresar a Salinger a ese sitio extraño del que las escuelas no lo debieron sacar. Quizá a los gringos ya no tiene mucho que decirles Holden, presiento que por acá su perorata sigue siendo pertinente. Y si no, debería serlo, para conjurar esa sobreexposición del caralibro que también denuncias. Y bueno, ya, me voy. Saludos.

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  • Gregorio Vallejo
    29/01/2010 11:05 am

    Siempre es divertido imaginar. Y lo oculto siempre ayuda… Yo imagino que ahora saldrán muchos textos suyos, imagino que no serán decepcionantes, imagino que el silencio potencia su voz, imagino que Salinger, harto de toda esa fascinación estadounidense por la vida privada de los famosos (y los escritores allá son famosos, mientras que aquí son poderosos), lleva una vida dedicada a la escritura, lo único que importa, y programa la publicación de sus textos cuando ya nadie pueda joderlo, imagino que hay joyas perdidas ahí, que se acrecentará su fama como uno de los grandes, que se reivindica su nombre como artista aunque según su hija haya sido un padre miserable, imagino que consigue lo que todos desearíamos: que nos sigan leyendo cuando ya estemos muertos.
    Y aunque no resulte nada de lo que imagino, nos ha dejado ya algunas pequeñas joyas que lo justifican como uno de los grandes.
    Basta leer un día perfecto para el pez plátano.

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  • ¿Qué va a ser ahora de J. D. Salinger? http://bit.ly/d4C5px

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  • Estaba pensando en Salinger justo esta mañana, cuando me enteré de su muerte… Nunca leí El Guardín del centeno porque me parecía que el libro era muy caro (cuando llegaba a encontrarlo en Veracruz), aunque después de leer alguno de sus cuentos me intrigó mucho su voz narrativa… Ahora me parece que sacaron ediciones más populares de la novela pero quizás valdría la pena leerla en inglés (una vez me topé con una traducción mexicana -ustedes a lo mejor saben quién es el responsable- en donde se comparaba el pelo de un personaje con un queso oaxaca. Por supuesto que lo devolví a su estante)… No sé si sea una cosa buena o mala que se publiquen sus textos inéditos, lo que sí es seguro es que ya no le afectarán las críticas…

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  • RT @rufianmelancoli: (…) corriendo a leer el comentario de @albertochimal sobre Salinger, que le quedó rebonito? http://bit.ly/bXiAH1

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  • Yo comprendo ese impulso de eremita o ermitaño. Lo que no entiendo es que haya tanta alharaca por Salllinger.

    Como bien dices, Alberto, su obra se limita al Guardián.

    Es excelente.

    A mí me parece todavía muy vigente y por eso es que esta nota rescata muy bien a lo que debe avocarse el in memoriam. Los columnistas que hablan de otra adolescencia no saben lo que dicen.

    Las cosas siguen siendo igual.

    Es una estupidez la estética de la autocomplacencia como única virtud o truco de Sallinger.

    Claro, hay que aceptarlo, es uno de los motivos que más usa durante toda su obra.

    No obstante, yo creo que es el final, y sobretodo el párrafo que da nombre al libro el que justifica a toda la obra.

    Proveyendo de lecturas y sentimientos.

    Nunca sabremos si el libro era alegórico. Nunca sabremos si sólo falsamente enigmático.

    La fascinación que despierta esa saga interna seguirá incólume.

    Porque yo siempre la he pensado un Joyce para niños.

    Y para autores ocultos tenemos a Zaid.

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  • RT @albertochimal: ¿Qué va a ser ahora de J. D. Salinger? http://bit.ly/d4C5px

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  • Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Por todas partes han aparecido ya notas sobre la muerte de J. D. Salinger a los 91 años, más de 50 después de que se se recluyera en una casa de Cornish, New Hampshire, y a 45 de la aparición de su última obra, el cuento “Hap…..

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  • RT @albertochimal

    ¿Qué va a ser ahora de J. D. Salinger? http://bit.ly/d4C5px

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  • soma: la nota de Alberto dice que «(…) PARA MUCHOS su obra se reduce a El guardían entre el centeno», pero el hecho es que no es toda su obra publicada, solo es la más conocida.

    En lo personal siempre me gustó más su colección de cuentos «Nueve historias» o como se titule en otras traducciones.

    En cuanto a si veremos publicadas sus obras privadas; bueno, Salinger era recluso por voluntad y aún así su hijo hizo pública su muerte. Luego, si la misma familia (supongo que la familia del autor se queda con los derechos de la obra) considera que pueden ganar más dinero publicando esas obras, entonces seguro que estas terminarán por aparecer…

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  • Fernando, me metí a tu blog y encontré una buena apreciación de libros de cuentos.

    A todos se la recomiendo.

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  • Muchas gracias por la recomendación.

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  • Te comparto: J. D. Salinger http://bit.ly/amLP2S

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  • […] This post was mentioned on Twitter by Alberto Chimal, Axel Alviso, Magis Profesiones, mikegoodness, Rufián Melancólico and others. Rufián Melancólico said: Por qué no han ido corriendo a leer el comentario de @albertochimal sobre Salinger, que le quedó rebonito??? http://bit.ly/bXiAH1 […]

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  • Ese Rufián, un gusto… ¿Cómo terminaba la novela bostoniana: en decepción ante lo publicado o en pérdida total? 🙂 Gracias por enlazar acá…

    Ese cuento, Gregorio, es realmente grande. Y a mí me gustaría ese final: que de alguna manera se vindicara ese encierro loco.

    Falanja (qué milagro), no tenía idea de esa traducción. Quizá leerlo en inglés sea mejor (aunque su inglés ya suena raro, por obvias razones de tiempo).

    A mí me gustan además, Soma, varias de las historias de los Glass (y su profeta, Seymour)…

    Habrá que ver si realmente hay algo publicable, Fernando, aunque yo no dudaría que, de no haberlo, se podrían contratar un redactor para «completar los textos de acuerdo con los planes dejados por el autor» o cualquier pretexto así. Habrá que ver; todo depende de la catadura de los deudos.

    Saludos a todos y gracias por los enlaces.

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  • Que Panero los redacte 😀

    Esos del New York Times… es creer que la literatura es aún para las masas: para bien o para mal es evidente que no. Ni siquiera Harry Potter es verdaderamente un afianzamiento de identidad (en sociedad) o cualquier otra cosa parecida bien a lo Bloom: sus fans poco a poco se van integrando a ese grupo donde habitan los Trekkies. No dejan de ser minorias entre un lado y el otro de la cultura: el netamente comercial bajo el sello de las películas y el mucho menos comercial que está más cerca, por ejemplo, de un capitan Kirk describiendo una rosa citando a Shakespeare; los libros siguen vendiendo mucho menos que el cine comercial.

    Siempre ha habido Glee(s) 90210 pero hay que tener una «playera rosita con un cocodrilo» para verlas.

    PD: Ah esos Bloominianos Grrr.:D

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  • Eso es todo, Fernando: Panero tiene que redactarlos. (A saber si él y Salinger no estuvieron conspirando todo este tiempo…)

    PD. Ni te apures. 🙂

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  • Hace mucho tiempo leí la novela y me gustó para siempre. Tengo la edición rústica de Alianza Editorial y si pasas por alto su español de España, creo que no se pierde mucho de lo que Salinger escribió.

    Una vez, al salir de la cineteca, en un puesto ambulante, vendían el libro «Nueve historias «, pero ya no llevaba dinero.

    Me encantan las apreciaciones musicales de Holden Cauldfield; se pueden comparar con las del protagonista de Los cristales soñadores, de Sturgeon.

    Leamos y releamos a Jerome David Salinger, escritor.

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  • El año pasado me leí El guardian entre el centeno. Al principio me pareció simplona, pero fue cobrando fuerza épica, más de las tres cuartas partes hacen reír, y lo demás no está exento de patetismo y hasta ternura. Es un buen libro, pero no lo mejor de él; en cambio el volumen de cuentos (nueve), sobre todo los últimos, y en especial El período azul de Dauhmier Smith, me parecieron de una gran altura literaria. Y en cuanto a Franny y Zooey lo catalogo como su obra máxima. Posee unas páginas de una brillantez excepcional, difícil de superar.

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  • Alec, estoy de acuerdo con lo de los cuentos.

    ¡Nunca se me había ocurrido comparar a Salinger con Sturgeon…! (Estaría muy bien seguir por ahí.)

    Leamos a J. D. S., claro que sí. Saludos…

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  • Aludtriza
    17/02/2010 2:31 pm

    De Salinger se podràn vertir un montòn de opiniones, pero sin duda el nucleo de su escritura (en algùn momento Buddy Glass dice que la escritura fue su religiòn, haciendo referencia a su hernano mayor), por otro lado y dejando aun lado las manìas de Salinger y esas ondas, creo que nos esperan màs historias de los hermanos Glass y esa crìtica solipsista de Salinger que tiene los suficientes cojones para echar a la borda a nuestros hilos finos que nos mueven como tìteres en el escenario-

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  • Seymour es todo un personaje, ¿no? 🙂 Saludos…

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  • […] cuento del mes, Literatura Ésta es una de las escasas narraciones breves publicadas en vida por J. D. Salinger. Apareció por primera vez en 1948, en el número de enero de la revista The New Yorker: es la […]

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