Cuaderno, Noticias

Varias respuestas (2)

Estas notas sobre publicar y escribir en México se podrán complementar con las que están aquí y con algunas más que no he escrito todavía. Como una fea gripe retrasó esta entrega, seré breve y conciso.

Y antes que nada, dos convocatorias completas para personas interesadas en publicar libros: un concurso organizado por la editorial Ficticia y otra con los lineamientos para proponer originales a la editorial Jus.

Y cuatro revistas y sitios electrónicos que reciben propuestas: la propia Ficticia, Palabras malditas, Hermanocerdo y Narrativas. (Todos estos se inclinan más hacia la prosa, pero desde ellos se podrán encontrar más referencias, por ejemplo, para los interesados en la poesía.)

* * *

La pregunta más simple y directa de las que fueron causa de esta serie es «cómo se hace para publicar en este país». Sin meterme en ninguna otra cuestión aledaña (para qué escribir, por ejemplo, como pregunta que todo aquel que desea publicar debería hacerse en algún momento; dejé esa idea en suspenso y la retomaré, pero no ahora), creo que publicar no es imposible incluso en un tiempo de crisis como éste. Para empezar…

¿Se desea publicar ya, como sea, a toda costa?
Si se desea optar por alguna de las tres alternativas más directas y rápidas de publicación, la más simple de todas es el que se emplea aquí: un blog, que se puede obtener gratuitamente de varios servicios en la red. Hasta sacar fotocopias de una o varias páginas para regalarlas o venderlas (como hacen muchas personas) es más lento y costoso. Aunque lo más probable es que una bitácora cualquiera en Internet tenga sólo un lector –es decir, quien la escribe–, crearle un público fiel a un blog está dentro de lo posible; para lograrlo hace falta mucho trabajo y mucho tiempo («labor de hormiga»: promoción individual en todos los foros y páginas que se pueda, constancia en la publicación y en la naturaleza y calidad de lo publicado, etcétera), pero es una opción que prácticamente no exige nada más que el tiempo que su autor o autora esté dispuesto a dedicar a la creación y promoción de su página.

La segunda alternativa puede interesar por el lustre que tiene todavía la idea del libro como objeto: recurrir a las editoriales más accesibles, que son las que cobran por publicar (o en muchos casos, meramente por maquilar) los libros de los autores interesados. No recomiendo esta opción porque tiene todas las desventajas del trabajo con editores al modo tradicional y ninguna de sus ventajas; las empresas que se dedican a esto no promueven lo que publican y en muchos casos actúan de manera deshonesta, cobrando precios ridículamente altos o haciendo toda suerte de trampas con el tamaño y la calidad de sus tirajes. (El péndulo de Foucault de Umberto Eco tiene un capítulo muy entretenido sobre los engaños y trampas de una editorial de las «que en los países anglosajones se denominan ‘vanity press'».) La única manera de hacer funcionar un proyecto de publicación así es que el autor sea su propio editor, pagando los costos y encargándose de todo (hasta de la distribución), con lo que al menos estará seguro de que nadie se aprovecha de él. Es agotador, pero algunas personas pueden hacerlo y lo prefieren.

La tercera alternativa es la de las revistas virtuales. Las revistas impresas eran, tradicionalmente, el primer paso de muchos escritores principiantes, que se iban dando a conocer con textos breves. Las revistas electrónicas de ahora hacen básicamente lo mismo, aunque sus lectores acostumbran ser menos que los de las revistas de otras épocas; por otro lado, son lectores están más dispersos geográficamente, lo que a la larga tiene sus ventajas, y (si el texto se acepta) hay la posibilidad de ayudar a la promoción que haga de él la propia revista de muchas formas. Las revistas más accesibles son las que no se crean como contraparte de una revista impresa; en un medio como la red (y sobre todo como la red en América Latina), este tipo de publicaciones tiende no privilegiar lo comercial por encima de todo, lo que en la práctica implica muchas cosas pero, entre ellas, más disposición a examinar textos que se propongan espontáneamente, sin antecedentes ni contactos de por medio. En estos casos siempre habrá algún tipo de filtro; por ejemplo, un editor o comité editorial que lea los textos y decida qué se publica y qué no, pero además de que se puede aprender de esos editores (o al menos de aquellos que se molestan en decir por qué rechazan un texto; en el peor de los casos, los más cerrados pueden servir de ejemplo de lo que no se debe hacer), la autopublicación siempre queda como alternativa.

La siguiente nota de esta serie tendrá que ver con géneros literarios y revistas impresas.

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12 comentarios. Dejar nuevo

  • Información Bitacoras.com…

    Si lo deseas, puedes hacer click para valorar este post en Bitacoras.com. Gracias….

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  • Caray maestro, se anticipó justo a lo que estaba pensando al leer las primeras entregas de este rollo sobre las publicaciones. ¿Qué es publicar? ¿Imprimir algo o hacerlo público? Creo que por muchas razones a la mayoría nos gustaría ver en papel lo que escribimos, acariciar la pasta, oler el pegamento y verlo en anaqueles, pero por una y mil razónes es difícil que la industria ofrezca todas las oportunidades que una deseara. No sólo es falta de talento, sino de dinero y relaciones lo que hace más difícil que un empresario le entre a invertir en imprimir y distribuir un texto cuyos costos no tienen garantía de recuperación. Una opción es juntar una lana y patrocinar tus propias publicaciones, cosa medio loca, pero sé que algunos hacen, otra alternativa es simplemente escribir sin esperar que la publicación llegue.

    Afortunadamente vivimos en una era de comunicación vertiginosa. En los últimos años han aparecido muchos medios baratos y sencillos a través de los cuales puede cualquiera, sin importar edad, género, relaciones ni talento, publicar (hacer públicos) todos los textos que quiera. Desde notas breves, ensayos, cuentos, crónicas, talleres, poemas, novelas hasta mierda chocarrera para pasar el rato. Es tan sencillo como abrir un blog. Lo importante además, es que según cómo manejes tu espacio y haya gente interesada, más público será tu trabajo y más gente te leerá. Pronto, se pueden tener múchos más lectores que los que se puedan juntar con una edición de ¿qué les gusta? ¿mil ejemplares? Somos la generación del blog y las revistas electrónicas. Nos toca con ellos revolucionar la literatura. Nada, como dice Xavier Velasco en su propio Blog ( http://www.elboomeran.com/blog/10/xavier-velasco/) ha de sustituir al libro impreso, pero si de lo que se trata es de publicar, es decir, de que la gente te lea y retroalimente, los blogs son un espacio fenomenal para ello, lashistorias.com es un magnífico botón de muestra.

    No lo sé, al menos a mí, me ha funcionado mucho, mi blog me hace sentir muy contenta (aunque obviamente no es ni pretende ser de literatura, yo califico en mierda chocarrera) y he aprendido mucho más de la lectura y participación en otros blogs. Gracias a esto, hasta el momento no he sentido la necesidad de ver en Gandhi o en el Sótano un libro con mi nombre, pues siento que el día que algo quiera publicar, ya tengo una enorme casa virtual donde hacerlo y que está abierta a mucha gente. Bueno, ya me fui de largo. Un beso.

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  • Cierto. La urgencia de publicación puede satisfacerse con las opciones que presentas aunque tampoco son garantía (gestiono un blog desde 2006, con interesantes resultados, al menos en lo cuantitativo, pero no me parece, al menos a mí, una opción muy «en serio» de publicación, últimamente subo algunos textos más trabajados o poemas con menos errores, pero tampoco es algo que prefiera).
    La cuestión de las revistas es curiosa desde mi experiencia, he publicado en periódicos (Síntesis de Hidalgo) y revistas literarias locales (la única relevante entre ellas es La Palanca – http://lapalancax.blogspot.com -), y mira que aunque leo con regularidad hermano cerdo, no se me ha ocurrido mandarles algo a la fecha, supongo que es cosa de quitarse el miedo…

    En otros asuntos tengo dos peticiones más:
    1.- ¿Recomiendas particularmente alguna traducción de El Cuervo de Poe? voy a realizar una versión radiofónica (audio, música y efectos) para un podcast y me serviría mucho alguna de tus recomendaciones….

    y 2.- si vienes a Pachuca el jueves a una conferencia sobre la literatura de terror (o el bicentenario de Poe) trae un par de libros para vender, jeje…

    Saludos y espero la tercera parte de esta entrega…

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  • Eso del blog está pelado.

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  • Ese capítulo de El péndulo de Foucault es lo máximo.

    (Como coincidencia, mientras leía el libro descubrí que un conocido mío había empezado una editorial con un estilo escalofriantemente similar. Lo curioso es que él ni siquiera disponía de imprenta, ni de nada: todo lo subcontrataba.)

    Comparto un enlace que me pareció interesante:

    http://purasletras.wordpress.com/2009/01/14/escribi-un-libro-%c2%bfahora-que-hago-con-el/

    Saludos

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  • Pues es muy cierto, yo le entré por medio de los blogs, y luego por medio d elas revistas musicales a este asunto de la escribida… abrazo, maestro!

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  • Buen artículo. Abarca una constante en la mayoría de los excritores, ya sean publicados o no, conocidos o no, leídos o no, geniales o no, mediocres o no, etc. o no.

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  • La utopublicación sucita varias controversias. Para no ahondar en ellas, me gustaría recordar que Fervor de Buenos Aires se publicó a costa del papá de Borges.

    Y entre otras cosas, lo cierto es que yo me he ido topando con bastante gente en la red que de vez en cuando quieren publicar mis escritos en antologías de autores cibernéticos que se autopublican.

    No sé si está bien o mal.

    Yo todavía albergo la esperanza de lograr un one hit wonder…

    Y por eso sigo escriiendo…

    Aunque la literatura sea una niña desnuda que cae de la azotea por perseguir un papalote.

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  • Hola a todos y gracias por comentar…

    Yo creo, Fernanda, que la casa virtual es una cosa insustituible, que se puede complementar con lo otro (la publicación en otros medios) pero que en efecto sirve para algo distinto: no es sustituto ni peldaño ni nada. Y está bien así, ¿no crees?

    Por otra parte, pensando en lo que dice Rafael… La cosa, en ese caso, está precisamente en perderle el miedo. Y en persistir y aprovechar la experiencia inicial en proyectos que luego puedan ampliarse y diversificarse. Sobre tus preguntas: para lo del podcast, Carlos Cruz Meza tiene una versión rítmica de «El cuervo» aquí, y conozco otra, rítmica también, de Ana Elena González, que no está en línea pero debe poderse conseguir (realmente te la recomiendo) vía el blog del proyecto Helbardot. Y en cuanto a lo otro, sí, llevo libros a Pachuca. 🙂

    Gracias, R., por el enlace al texto de Wen, que está muy bueno.

    Pedro, gracias y un abrazo de vuelta.

    Ruy, de hecho creo que, sin importar qué recursos o tecnologías se tengan, el proceso (o la búsqueda) es más o menos la misma…

    Soma, el recuerdo de ese libro de Borges me parece muy pertinente. Y las antologías que mencionas no están ni bien ni mal de por sí: depende de la calidad de lo que se reúna, creo, y también de no estancarse: de no creer que es suficiente el poder publicar y no hace falta mejorar ni seguir «creciendo», por así decir, una vez que ya se ha publicado algo. Persistir, pues.

    Gracias otra vez y saludos.

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  • Internet es utilísimo pero a la vez traicionero: la primera vez que «publiqué» mis primeros intentos de cuento fue en una página web que dejó de existir hace buuu. Alguna vez me pidieron una editorial para un proyecto que murió víctima del sabotaje; mi texto comenzaba con un fatídico: «Internet es efímera por naturaleza» 😀 ja jaja

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  • Jodorowsky o Grant Morrison te dirían que, para provocar el efecto opuesto, podrías escribir otro texto que comenzara: «Internet permitió que mi texto llegara a millones»… 🙂 Yo no sé si serviría, pero sé lo que decía arriba: a persistir. Y suerte.

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  • […] editoriales que cobran a sus autores por publicar sus textos, en el esquema que (como escribí en una nota previa) se llama a veces “vanity press”. Nombre despectivo y todo, ésta puede ser una opción […]

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