Taller literario

Taller literario: pensamientos (I)

Lo que sigue es una historia de la vida real: el 10 de octubre de 1985, Orson Welles «murió de un ataque cardiaco (…) mientras mecanografiaba unas instrucciones de escena para el material que proyectaba filmar más tarde ese mismo día». En algún lugar (probablemente en un libro: no en Internet) haya detalles sobre qué se proponía filmar; el ejercicio consiste en no buscarlos y en cambio imaginar qué podría estar pensando el cineasta, cuáles eran sus preocupaciones o por dónde marchaba su proceso creativo, en los momentos que antecedieron a los dolores del infarto. Esto se puede referir como un monólogo interior y puede no incluir el propio dolor (si se decide no incluirlo, el texto puede servir como un ejercicio de suspenso).

7 comentarios. Dejar nuevo

  • Hola, yo quisiera hacer el ejercicio, pero podrías decirme de qué se trataba el material que trataba de filmar? Tal vez podría entrelazarlo con los pensamientos.
    Saludos!

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  • Hola, Roberto. Otra razón por la que no quise decir qué era ese material, es que no está tan claro: Welles tenía varios proyectos inconclusos en el momento de su muerte, y las fuentes no se ponen de acuerdo. Algunos dicen que iba a filmar escenas adicionales de El otro lado del viento, una película sobre un director en decadencia que intenta dirigir una obra maestra; otras, que planeaba escenas para completar su Don Quijote, y otras más no especifican. Claro, se puede tomar cualquiera de las dos películas que menciono y partir de ahí…

    Un saludo.

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  • Este irritante tic-tac que materializa mis pensamientos inútiles no sirve de nada: 44 años, han pasado ya 44 años y no puedo quitarme de la mente esa endemoniada sombra, esa ilusión maldita que me mató con su gloria.

    A pesar de la sombra, La Idea se me presenta fugaz y sólo la veo esquiva, fantasmal, imprecisa, volátil sustancia que persigo inútilmente sin llegar a asirla ¡maldita, maldita sea!

    Tantas cosas inconclusas, imperfectas, simplemente no logro que se formen como esa Idea original y maravillosa en mi cerebro, quedando sólo despojos: reflejos pálidos y difusos de grandeza. No me queda ya tiempo y mi vida no puede quedar definida como una colina abajo… ¡Dios mi cabeza! ni siquiera puedo pensar, sólo veo una y otras ves ese maldito espectro secundado por mi propia efigie que mira reprobadoramente, como me estrello inútilmente ante el “casi”, asintóticamente, desesperadamente, maldita sea ¡¿cómo,?! ¡¿COMO?! ¡¿Qué vida te queda con tu obra maestra culminada a los 26 años?!

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  • Ojalá tuviera yo imaginación para armar una historia, pero con trabajos puedo plasmar mis ideas y vivencias…

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  • No puede ser que ingrese de a pasos. Necesito que se imponga. De pie frente a todos con su rostro desencajado. Que los bíceps se vean duros como garrotes. Que Angelita tema por su vida y la suerte de su amante Charles. Que Carmen lo tome por un ladón y suba las escaleras por la escopeta.
    Necesito cambiar el rumbo y esta es la escena que lo puede hacer. Pero no saca palabras. Está tan furioso por la traición, solo quiere tomarlos por el cuello y explotarle los ojos. Quiere bañarse con la sangre. Los quiere despedazados.
    Si pudiera contarlo sin mostrarlo. Mostrar el cabello de Angelita pegado por la sangre, a Charles metido en la chimenea, a Carmen con el abdomen humeando luego del tiro. La casa en llamas. Y luego él saliendo con sus dedos goteando de rojo.
    Podría mostrar su brazo izquierdo temblando, muerto luego de la masacre. Viviendo un pequeño desvaído. Escuchar su corazón irregular, agitado, atropellado.
    Sí. Debo mostrar que carga granito en su espalda y no logra levantarse. Se desploma tomándose el pecho y

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  • Hola a todos y gracias Alberto.
    Saluditos
    Cocó

    La toma perfecta

    Con un click desenfadado, el cronometro sobre la mesa empezó la secuencia regresiva de los trece minutos que le quedaban de vida, él solamente queria poner el punto final y estaba a once y medio de conseguirlo. El guión debía terminar así y esperaba que pudieran leer entre líneas: un hombre que toda su vida deseó ser el protagonista de una realidad propia descubría en sus últimos siete minutos que morir es cuestión de dos píldoras y el silencio impuesto por convicción… Dos después la última acotación estaba hecha y el contador en ceros. Por un segundo confundió la realidad al verse de espaldas con la cabeza sobre el escritorio: la toma perfecta… no supo más.

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  • El ciudadano de la triste figura. Irónica observación de un Quixiote al revés que construye puentes de fragilidad relativa entre mundos de caótica manufactura. Mentiras elaboradas, perfectas, sin un dejo de error hasta el más mínimo detalle; luces de fantasía y realidad, 350 libras de historias. Mi corazón late en la oscuridad, en el blanco y negro, en la noche. Un débil punto de luz aparece en el fondo de mis pupilas; rojo, verde, azul: ¡alejen esos creyones de mi película! Voy a seguir trabajando, muy lejos de aquí, al otro lado del viento. Rosebud…Rodebud…Rosebud…

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