Cuaderno

Carlos

Este artículo apareció el domingo pasado en el suplemento Día Siete, distribuido en varios periódicos del país:

A la hora de decidir cómo iba a firmar mi trabajo de escritor, elegí el nombre de mi padre (Alberto) y el apellido de mi madre (Chimal). Yo tenía 16 años. Suena bien, pensé, y seguro Chimal es más reconocible, me dije también, que Martínez, mi apellido paterno.

Grave error. Desde las primeras veces que conocí a otros escritores (y en especial de más edad), me han hecho centenares de veces la misma pregunta:

–¿Eres pariente de Carlos?

Carlos Chimal (1954) es un escritor interesantísimo, autor de numerosos trabajos de divulgación científica, un libro muy sabroso sobre rock (Crines) y la única novela de futbol americano (Escaramuza) que se ha escrito en este país. Por otra parte, no tiene parentesco conmigo.Y tampoco somos uno, aunque cada tanto alguien llega, sonriente, con toda la apariencia de que me conoce y me aprecia, y me dice:

–¡Hola, Carlos!

La gente me explica que el apellido es raro. Y no sirve de mucho proponer que hay Chimales (pocos, pero ahí están) en muchos estados del país y aun más allá. Puede ser que somos una tropa nebulosa, de origen incierto (se dice que el nombre podría ser o náhuatl o libanés). También puede ser que necesite trabajar más en la promoción de mi imagen: en crear y afianzar la marca, como se dice ahora. Entretanto ocurren cosas raras: por un tiempo, en los años noventa, todas las invitaciones que cierta institución cultural trataba de enviar a Carlos me llegaban a mí, por alguna mágica distracción de quien manejara su directorio. También sé que, a principios del siglo, llamaron a casa de él preguntando por mí, y que poco después un diccionario de escritores mexicanos estuvo a punto de aparecer con la ficha de alguien llamado Carlos Alberto Chimal, autor de los libros de Carlos y también de los míos: era, claro, un escritor muy versátil y prolífico. Y así sucesivamente.

Cuando estoy de ánimo alegre, todo esto da un poco de risa. Cuando llega la sombra, suelo recordar que me han confundido también con otros colegas, con actores de teatro y televisión y una vez, como a los seis o siete años, con mi madre: fue por teléfono y fue una señora un poco sorda.

Jorge Luis Borges escribió de lo que nos afantasma: lo que nos hace sentirnos menos reales. Puede ser el presente con sus hechos terribles, o lo que está en los límites de nuestra existencia material, o las pequeñas convulsiones en el interior, las que nunca se ven. Para no afantasmarme, hace años me tomé una foto con Carlos en una ocasión en que nos hallamos por casualidad. La cámara, digital, era de otra persona, quien borró la foto. A partir de entonces bromeaba diciendo que aquello era producto de una maldición. El mes pasado volví a encontrarme a Carlos en una librería, pedí que nos tomaran una foto con mi teléfono… y perdí el teléfono algunos días más tarde.

Sin embargo (descubrí, todavía más tarde) había podido salvar la foto. Un respaldo se había quedado en la computadora. Es la imagen que ven aquí. Yo soy el de la izquierda.

Carlos Alberto, me tendrás que perdonar, pero el que no existe eres tú.

14 comentarios. Dejar nuevo

  • Información Bitacoras.com…

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  • Hijo de la Bella y la Bestia
    11/10/2011 3:46 pm

    Solo pa’ desahogarse
    Yo me siento seguro dentro de un personaje, puedo hacer cosas que no podría siendo yo mismo. Mientras crecía cronológica y biológicamente todos a mi alrededor me iban poniendo grilletes sistemáticamente (yo digo cadenas), cadenas sobretodo mentales, que van reprimiendo mental y físicamente todas mis acciones y decisiones…, ¡niña, no toques eso!, ¡niña, no se habla cuando hay personas mayores!, ¡ay chamaco del demonio!, ¡no te puedes quedar quieto un solo momento? (eso era lo que hacía precisamente, quedarme quieto solo un momento…), tienes que sacar buenas calificaciones, no vayas pa’lla, no hagas aquello, tienes que, tienes que…..siendo otra persona he podido quitarme ciertas cadenas, ahora mismo te escribo en forma anónima porque de otra forma puedo tener «problemas», si, bueno, tu sabes, el estar en una oficina encerrado y tener que hacer solo lo relacionado con tu trabajo. Además el tener algo así como una «personalidad secreta», no sé, como tener el poder de volar, de hacer justicia, no se, el que tengas cosas solo para ti, la seguridad de que nadie se entera si cometes algún error, si fallas, algo que no te hace muy vulnerable ante tus sentimientos….en fin…

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  • Jajajajajaja, ¿seguro, Alberto? Saludos!

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  • Querido Alberto, a veces la vida nos regala deliciosas coincidencias. Un abrazo.

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  • Omar Nieto
    12/10/2011 10:07 am

    Me encantó tu artículo. Pero mira, podría ser peor, como aquella ocasión que trabajando en la Secretaría de la Reforma Agraria contesté el teléfono y era alguien de un X fideicomiso agropecuario que buscaba al jefe.
    – De parte de quién -le pregunté como es usual.
    – De Omar Nieto, por favor. Disculpe, ¿con quién tengo el gusto?
    – Con Omar Nieto -le dije muy confuso pues no sabía si hablaba conmigo o era una broma o era la maldita realidad que siempre supera la ficción.
    Sinceramente ya no lo quise tomar sus datos, no fuera ser que viviera en mi misma calle o usara mis llaves de mi carro.
    Saludos!

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  • Un respetuoso saludo. No tengo el gusto de conocerte más que a través de tu obra. ¿no se han planteado un cuento, una novela, un libro a cuatro manos firmado por Carlos Alberto/Alberto Carlos Chimal?

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  • Y qué decir de que el otro «Huchín» conocido por estos lares (aunque en su caso, sea «Huchim»), también se llame «Eduardo».

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  • Carlos Alberto Chimal
    12/10/2011 3:11 pm

    ¡Genial! ¡Un saludo a ti y a Carlos! 🙂

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  • Hijo de la Bella y la Bestia
    12/10/2011 5:30 pm

    Un compañero de trabajo le ha estado pagando la casa a alguien con su mismo nombre y parecida clave del seguro social desde hace 5 años

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  • Maestro Chimal,
    celebro comprobar que nos has dejado igual, ya que dices que eres el de la izquierda; pero no visto desde dónde. ¿Él está a tu derecha en la foto? ¿O estaba a tu derecha en la librería?
    Da igual.
    Ana María Shua no habló de Carlos Chimal en el taller que impartió el mes pasado en Madrid.
    Saludos
    Gabriel

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  • A veces pareciera que el nombre y el apellido nos elige. Cosa que, creo, sucedió en su caso.
    La gente y el tiempo hacen esas revolturas y compuestos maravillosos. Yo dejé de ser Andrea Aguilar, para ser Andrea de Gante (también apellido materno) simplemente por que se le quedaba más a la gente. – Probablemente con el tiempo, Alberto Chimal hubiera sido el mismo al día de hoy, después de una serie de combinaciones, sólo que simplemente al seleccionar el nombre se le ha dado un poco de ayuda extra.
    Me encantó el artículo (agradable sorpresa en la sección «Hasta Atrás» del suplemento).
    P.D. – En su visita a Puebla, tuve la oportunidad de asistir a la conferencia magistral de «La generación Z» y pude hacer una nota, la cual le dejo a continuación:
    http://www.subterraneos.com.mx/wp/archives/4692

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  • Yo también muchas veces estuve a punto de preguntarte si eras pariente de Carlos Chimal

    Y hace tiempo , el director de la primaria donde estudié, aquí en la col, Pantitlán, Iztacalco, se apellidaba Chimal. Por ahí tengo al menos una boleta firmada por él.

    Finalmente parece ser divertido que te confundan con otra persona.

    Saludos Alberto Chimal

    Verónica

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  • Ahora entiendo porque en una ocasión que pregunté en la Gandhi de Madero a uno de los auxiliares por un libro tuyo me contestó «ahh claro, el autor contracultural ¿no?» francamente me preocupó que la literatura fantástica se considerara contracultura. (¿ya viste que en el formulario para comentarios pide que de uno su «nimbre»?)

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