Taller literario

Suspenso (2)

Una variación de la propuesta previa para escribir sobre el suspenso, en dos partes:

1. Contar en un párrafo, a manera de resumen tan escueto como sea posible, un suceso importantísimo para un personaje dado: la alternativa obvia es la muerte, desde luego, pero también podría ser que lo rechazara la persona que le gusta, que reprobara un examen… Lo necesario sería dejar clara a los lectores la importancia que el hecho, sea cual fuere, tendrá para el propio personaje.

2. Contar, con la extensión que sea necesaria, la historia de las 24 horas previas al suceso de la parte 1, mencionando todos los hechos que pudieran haber servido al personaje para prever lo que le iba a pasar… y señalando cómo el personaje no se dio cuenta de absolutamente nada.

"El número 17" de Alfred Hitchcock

A ver qué sale…

2 comentarios. Dejar nuevo

  • Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Una variación de la propuesta previa para escribir sobre el suspenso, en dos partes: 1. Contar en un párrafo, a manera de resumen tan escueto como sea posible, un suceso importantísimo para un personaje dado: la alternativa o…..

    Responder
  • Rococófago
    Devorada de una tarde para otra. Por eso no encontró su casa; el castillo que creció en su jardín terminó por comerse su hogar. A su vez, dentro de esa fortaleza germinada, había brotado algo más.

    Al regresar a casa, la tarde anterior, vio como las piedras que había sembrado en su jardín estaban, mucho antes de lo esperado, retoñando unas torrecillas pálidas de lo que imaginó una catedral surrealista en miniatura, el bonsái de la arquitectura barroca. Atravesó el jardín pensando en descongelar los bisteces para la cena y en más tarde terminar con los pendientes del trabajo que se había traído.

    El habitante ignoraba los gemidos de la tierra gestando arcos, columnas, y frisos fantasiosos, porque escuchaba los doce compases de un blues, y en el útero del jardín se iban formando plantas de planos oblicuos, espacios dinámicos, curvas y contracurvas sugiriendo el infinito abovedado, insolente, ventanas ovaladas que, cuando abrieran la boca, ofrecerían perspectivas irreconocibles de patios donde una teatral crueldad montaría su final escenografía.

    Ya en la noche, el ingenuo salió con el estómago lleno a regar las torrecillas. Contempló por un instante cómo una de ellas había emergido hasta mostrar unas oscuras troneras, sonó el timbre del televideograma de la casa y el jardinero se limitó a regar rápido los albinos brotes de piedra, con el vino tinto con que solía hacerlo, sin mirar unos ojos punta de flecha asomarse desde una tronera; ¿acaso la mirada de un señor feudal?, ¿o de un morador furtivo?, era un hombrecillo de suspiros negros en busca de más tierra, de más piedra, de más lluvias, de muchos fuegos, era otro sembrador, poco más extraño que aquel petricultor quien entraba a la casa silbando una cancioncita de amor, ajeno al hecho de que mañana su casa sería devorada, y pasado mañana estarían madurando, infestados de plaga, los frutos del castillo.

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Entrada anterior
Perros y gatos
Entrada siguiente
Objetos preciosos