Este libro es la segunda colección de minificciones de Alberto Chimal escritas inicialmente en la red social Twitter. Tras el experimento de 83 novelas, sin embargo, estos textos son más ambiciosos al jugar con un personaje clásico de la ciencia ficción: el protagonista de la novela La máquina del tiempo de H. G. Wells. El personaje, desaparecido al final del libro de Wells, regresa en pequeñísimas aventuras y estampas que lo llevan por todo el tiempo y el espacio. El libro inauguró la colección Hormiga Iracunda de Ediciones Posdata: la primera en México dedicada exclusivamente al cuento brevísimo.
A continuación, una muestra.

El Viajero del Tiempo extiende la mano y atrapa la primera gota de la lluvia. Todas las demás impiden que el mundo se entere de la hazaña.

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El Viajero del Tiempo soñaba un «flashforward»: en él se despertaba, viajaba hacia atrás en el tiempo, se dormía y soñaba un «flashforward».

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Un pasaporte del Viajero del Tiempo lo acredita como oriundo de un país que todavía no existe y nadie, nadie recordará cuando desaparezca.

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El Viajero del Tiempo usa una máquina propulsada por horas perdidas, ignoradas, malgastadas. Se alegra: tendrá energía para siempre.

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El Viajero del Tiempo te saluda, se va 10 años, decide verte otra vez, regresa segundos antes de la primera. Déjà vu, pensarás. O piensas.

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El Viajero del Tiempo, quien puede pasarse un año entero en un solo segundo, tiene el secreto para no envejecer.

No, no lo dice.

Ni lo vende.

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El Viajero del Tiempo fue a 1888 y vio la cara de Jack el Destripador. Gritó: era la de todos a la vez, como dicen que era el rostro de Adán.

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El Viajero del Tiempo ha visto varias películas (de eras diversas) que tratan de tu vida. Y ahora ansía conocerte para saber toda la verdad.

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Fastidiado luego de seis horas de ruido en el cuarto contiguo, el Viajero del Tiempo retrocedió seis horas, pasó al otro cuarto, lo halló vacío y entendió.

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—¿Cuál es el sentido si no se matan? —dijo el gladiador al Viajero del Tiempo mientras veían el partido de futbol.

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El Viajero del Tiempo manda decir que sí, recuerda el futuro, pero no es psíquico: no sabe a quién estás por conocer ni cómo te hará feliz.

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El Viajero del Tiempo se queda muy callado en la esquina más oscura del comedor de los Bioy. ¿Sacará su cámara? Hoy come en casa Borges.

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El Viajero del Tiempo escribe este texto para que lo lean en el siglo 490156673/498+, en el que cada una de sus palabras significa otra cosa.

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(a)

El Viajero del Tiempo me lleva con un amigo que murió en 2003. Éste, al verme, se preocupa: —Parece que hubieras envejecido de golpe —dice.

(b)

El Viajero del Tiempo viene con un amigo al que vi ayer y ahora parece 10 años mayor. Entiendo de inmediato. —¿Por qué vienes hoy? —pregunto, de todos modos.

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El Viajero del Tiempo retrocede despacio, muy despacio, para ver a Michael Jackson caminar hacia adelante.

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El Viajero del Tiempo detuvo su máquina. Por un largo instante que nadie más percibió no hubo una sola muerte en toda la Tierra.

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El Viajero del Tiempo sirve el café, retrocede a toda velocidad y pone la taza a tiempo para recibir el líquido.

—¡Ocioso! —lo regaña su mamá.

copyright © Alberto Chimal, México, 2011

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