Cuaderno

Detalles de una polémica

En los comentarios de otra nota, Estragón preguntaba mi opinión sobre el Diccionario crítico de la literatura mexicana de Christopher Domínguez Michael, que se ha vuelto asunto de polémica en la prensa mexicana. Mientras lo leo, dejo aquí tres enlaces: el primero lleva a un ensayo muy lúcido de Armando González Torres sobre el estado de la crítica literaria en México. Los otros dos son notas contrapuestas sobre el libro de C. D. M. que sugiero leer después del texto de González Torres: una es la reseña (elogiosa) de Rafael Lemus y la otra el comentario (en absoluto elogioso) de Heriberto Yépez.

El libro de Christopher Dominguez Michael

Nota de horas después de redactar lo que antecede: Agrego también el artículo de Víctor Manuel Mendiola y la carta de Guillermo Samperio que comenzaron la polémica, más una entrevista con C. D. M. en la que él defiende su trabajo y una nota de Eve Gil. Provisionalmente, me quedo con la siguiente idea, que de algún modo se deriva de haber leído todos estos textos: la discusión no habría comenzado siquiera si el libro se anunciara y se percibiera como lo que parece ser, es decir, una selección personal de notas críticas (al modo de, digamos, el Arbitrario de la literatura mexicana de Adolfo Castañón, un libro de lo más estimable) que no puede ni debe entenderse como la nueva definición del «canon» de la literatura mexicana.

18 comentarios. Dejar nuevo

  • Yo estoy de acuerdo con tu conclusión Alberto, pero el título de la obra no denota esa arbitrariedad.

    PD: Lo bueno es que ni me interesaba XD. No me interesa un diccioanrio de críticas sino una antología para que así yo pueda decidir y juzgar.

    Un abrazo!

    Adiós!

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  • Hola, Fernando. Lo que dices sobre el título es cierto; sin haber leído todavía el libro, sólo me es posible referirme a lo que dicen el propio Christopher Domínguez Michael y varios de los comentaristas que lo defienden, y según todos ellos los textos no querían ni quisieron ser nunca un repaso exhaustivo y completo de «toda» la literatura mexicana, ni siquiera en el periodo indicado (1955-2005). Mal título, pues. En fin. Un abrazo de vuelta.

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  • Según entendí la reseña de Lemus no es tan elogiosa, es más bien «el libro no es tan bueno, pero el autor me cae muy bien»

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  • Yo pensaba, Santiago, en el elogio de Christopher Domínguez, pese a los reparos que Lemus pone al libro (y que no son ni de lejos tan encendidos como los de Guillermo Samperio o Eve Gil). Un saludo.

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  • Hola Alberto. He visto el libro y concuerdo con el título. Creo que ahí estuvo el error o el acierto del autor o del editor en este caso. Un diccionario interesante o que se podría convertir en eso sería el diccionario del INBA, por ejemplo. Pero un libro de reseñas como éste o de una visión sobre literatura, tampoco está de más. El juego con el título, ahí residió todo más allá de la calidad del libro o su valor.

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  • Lo he dicho siempre, incluso en este blog con los amigos que piensan que un taller es un club de elogios, es mejor una buena crítica que un elogio fuera de lugar.

    Uno siempre recuerda una afrenta, uno nunca olvida un dedo puesto en la llaga, bien por su opinión maestro, aun antes de leer los artículos y el libro, se nota que conoce usted el ambiente en el que se mueve.

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  • Ojalá que no sea que tienes envidia de no estar en ese libro

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  • Con toda franqueza, Eduardo, el que se me mencione o no en ese libro no tiene relación alguna con lo que he publicado aquí. ¿Asuntos como éste deben comentarse sólo cuando se es (o se cree ser) «parte interesada» en ellos? No lo creo.

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  • Saludos a todos,

    Creo que es extraño cómo incluso los pequeños universos contenidos, tienen sus revoluciones y espasmos tan fuertes, tan comunes y tan dramáticos como los grandes universos. Como la pequeña oficina burocrática, un equipo de investigadores de alto nivel, o algún medio como puede ser el financiero o en este caso el literario; en todos ellos hay dramas, intrigas, pugnas, y revoluciones; dominadas por la esencia humana de las filias y las fobias y el mayor o menor apego a la ética.

    En este caso, lo banal de la discusión es su trascendencia dentro de la propia literatura mexicana del periodo (libro incluido). Ni siquiera sé si lo único que me parece válido y práctico (cambiar el título o al menos poner una advertencia por arte de la casa editorial, para declarar su carácter parcial y personal como antología crítica) sirva de algo para evitar que se convierta en un mal libro de texto, ya sean en el país o fuera de él; ya que incluso en áreas más concretas del conocimiento (como las ciencias aplicadas o puras), depende del académico que libros utiliza en su cátedra, donde normalmente son dos la opciones: los consagrados y los que le gustan.

    Por lo demás, lo que he disfrutado más de todo este caso, es la recursividad literaria: la crítica feroz y complaciente de un libro, de crítica feroz (“la peor crítica es el silencio”) y complaciente…

    Un abrazo Alberto

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  • Un abrazo para ti, Ricardo. ¿No es irónica esa recursividad? En fin…

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  • Pura envidia (no de Chimal): «¿por qué no me pones?». La de Samperio da pena. La de Gil, enojo. La de Lemus, flojera. Chismecillos y rencores en un universo de ficción. ¿Pues que de verdad es tan poderoso Christopher Domínguez Michael? Lo que sí es que dio la gran nota: un título «apócrifo», una beca escamoteada y un libro de refritos. Pero, ¿la gran nota para quién? Ese mundillo de las letras está lleno de señoritos y señoritas delicadísimas.

    Saludos.

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  • Frente a esta polémica, casi signo del aburrimiento, siento más cercana mi opinión a la de Luis Venegas, brevemente expresada aquí.

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  • Como siempre, Alberto, admirada de tu profesionalismo. Me causan gracia las críticas huecas de quienes señalan que «estás enojado» por no aparecer en el libro. No te conocen. Tampoco a mí. De sobra sabemos tus lectores que no necesitas estar incluido en un diccionario de Christopher Domínguez para afianzarte tu lugar (que ya es tuyo) en las letras mexicanas… ¿qué autor mexicano, pregunto, puede presumir de haber inspirado un libro a un académico tan destacado como Samuel Gordon, este sí crítico estudioso de nuestra literatura? La gente prefiere amarrar navajas y lanzar comentarios a la ligera, antes que detenerse a pensar: ¿qué es lo que pelean estos tipos y esta tipa (yo)? Peleamos que se termine, de una vez por todas, ese afán de cierto sector de la intelectualidad mexicana de establecer canones, religiones, cultos en torno a su grupo de cuates de cantina. Eso, por supuesto, solo lo puede entender quien, como tú y yo, vivimos inmerso en este mundo de letras, sí, maravilloso… pero al mismo tiempo tan lleno de mezquindad.
    Recibe todo el cariño que tu amiga (que antes que ser tu amiga, fue tu lectora atenta)
    ev

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  • ¡Qué ganas de contradecirse! «Peleamos que se termine, de una vez por todas, ese afán de cierto sector de la intelectualidad mexicana de establecer cánones, religiones, cultos en torno a su grupo de cuates de cantina». ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Las letras serán mejores? ¿Los lectores serán más felices? ¿Los autores escribirán mejor? ¿Qué ganaríamos(o perderíamos)? Aaaa, pero como somos vulgares, incultos, profanos, insignificantes lectores «por supuesto, solo lo puede entender quien, como tú y yo, vivimos inmerso en este mundo de letras». Aaaameeén.

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  • ji ji ji ji sícierto, Eve Gil, perdón, pero su comentario sí me causó risita, me sumo al amén prolongado jia jia jia. a lo que no me sumo es a la indiferiencia. saludotes a todos chingás.

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  • La evidencia es: se trata de un libro de elogios y no un punto de partida para reconocer a la literatura mexicana. Es definitivo ¿no? El tono de cada crítica la asume quien la haga (en el caso de Samperio, Mendiola y quiene fueran). Lo cierto es que el título del libro es demasiado presuntuoso, pedante y su contenido no es ni de lejos lo que anuncia… Otro asunto es aquello que Lemus afirma en cuanto a que Ch.D.M. alcanza y rebasa a Paz, Pacheco y Carballo… Este tipo de obras, se supone, debieran ser herramientas, puntos de referencia, signos pues, al menos. La obrilla, en efecto, no es ni diccionario ni crítico ni refleja a la literatura mexicana. El asunto es simple porque se trata de un ademán que se llama reverencia, caravana. La literatura no es un «mundillo», no caigamos en simpladas que cagan.

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  • Yo solo opino de lo que conozco. No me atrevería a opinar a algo de lo que no tuviera ni idea. Se necesita vivirlo en carne propia para entender, pero por desgracia hay demasiada gente opinando a la ligera. Y no, no me gustan los monopolios, y en el ámbito cultural mexicano se ha pretendido imponer uno. Que no lo hayan logrado (porque no lo han logrado) es porque existe gente que mete la cuchara en asuntos como los del famoso diccionario. Lamento que mis opiniones les resulten inoportunas, pero soy periodista y mi oficio es ser impertinente.

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  • estragón
    27/02/2008 5:28 pm

    o sea cómo? mi opinión es a la ligera? 🙁 jajaj. ay Eve Gil, creo que de menos no entiende mi pequeña risa. su pedantería y su ámbito de frases risibles «soy periodista y mi oficio es ser impertinente». su ámbito se parece taaanto al ámbito pedante de los amigos de CD que presentaron el libro en la librería Bella Epoca. Al inicio usted me pareció lista, pero abrió la boca y ahora me da flojera (no va a agarrar la onda). Creo que no fue tan atenta cuando leyó a Alberto Chimal jiji. saludos detodos modos, alivíanese, no sea tan soberbia

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