Concurso

Concurso #110

Las Historias convoca a su concurso #110 de minificción o microrrelato. Los interesados pueden comenzar observando esta imagen:

Concurso 110

Instrucciones:

1) Suponer que esta imagen representa un instante de una historia.

2) Imaginar cuál es esa historia: qué está pasando allí, qué momento se anuncia, por qué, quiénes están presentes, qué hacen. No se trata de explicar la imagen, ni de escribirle un pie de foto, sino de tomarla como punto de partida para imaginar una historia propia.

3) Escribir la historia, en forma de cuento brevísimo (minificción, microrrelato; el nombre es lo de menos), en los comentarios de esta misma nota.

El o los textos ganadores recibirán un trofeo virtual y serán seleccionados considerando la opinión de quienes decidan opinar. La fecha límite para participar es el 30 de julio. Quedan invitados.

56 comentarios. Dejar nuevo

  • Limbo
    El Limbo es una sala de cine en la que el desdichado espectador tendrá que ver su vida una y otra vez hasta que descubra ese pequeño instante que lo puede salvar o condenar. La mayoría no se percata de él nunca: están muy ocupados pensando en un paraíso que tal vez ni siquiera existe.

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    • Jaime Tzompantzi
      08/07/2015 9:45 pm

      Muy bueno! Me recuerda a «Lo que dijo el mendigo» de Bernardo Couto Castillo, la descripción de cómo es la muerte es casi idéntica.Un cuento de hace ya 100 años!!

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  • Sin titubear, motivado por el sabor del triunfo acepté el reto al ente que camina en mi presente, con mi fiel alumno por testigo, proyecté mi pasado; dispuesto a soportar todo el peso que conlleva, aunque el dictamen fuese la ceguera, no siempre un ser obscuro como El o yo están preparados para tanto resplandor.

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  • Proyección.

    Y están esas personas que a pesar de estar destilando compañía siempre proyectan una hermosa soledad.

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  • La pantalla de Marker

    Esta es la historia de un hombre marcado por la imagen de un hombre frente a una pantalla en una sala casi vacía en una ciudad destruida por el contagio de un virus que no existía en una civilización casi extinta en un planeta semidestruido a principios de siglo y sin saber cómo ni por qué pero con la esperanza de salvarse él se observa a sí mismo siendo enviado a otro tiempo en el que sería un hombre a punto de abordar un vuelo para encontrar a quien será el causante de que ahora él esté marcado por la imagen de un hombre.

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  • EN EL CINE.
    Se quedaron inmóviles, pegados a sus asientos, con los ojos derretidos por la iluminación de la pantalla; por fin habían guardado silencio.
    Dos empleados entraron a la sala con linterna en mano, desesperados porque el poco oxígeno que había entre todo ese calor les alcanzara a llenar los pulmones. Se limpiaban con una mano la frente llena de sudor y se abanicaban con ella mientras pasaban la linterna a los espectadores. Uno de los dos gritó:
    –¡Oye, pásame la espátula! Las personas de ésta fila ya están.

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  • La última noche del bar Reforma
    ¡Ramiro!, abre todas las botellas de alcohol que puedas: recibamos el fin del mundo bien hasta la madre..
    Mira ven a ver…

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  • Victor Paracetamol
    09/07/2015 12:59 am

    Hay tiempo.

    Alimentados por la necesidad de más tiempo hemos comenzado a explorar las propiedades del infinito. La cuestión, ahora, es idear en qué utilizar tanto tiempo adquirido. No hay prisa.

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  • ¿Helado o cine?

    El calor del medio día en La Habana condujo los pasos de Ramoncito Blas y un servidor en busca de helados, la fila era infame, no tenía ánimos para tostarme bajo el sol asesino. Ramoncito sugirió ir al cine, se estaba proyectando una película de Pedro Infante, acepté y en una hora ya estábamos arrellanados en la butaca, Ramoncito era un barril y apenas cabía en el asiento y tenía tres días sin bañarse (debido a los cortes de agua habaneros), así que tenía la peste, ya me había acostumbrado a esa característica de mi amigo, a veces era una bendición como el día de hoy, los vecinos se retiraron dando voces y llamándolo grajo, Ramoncito no se quedó callado y vociferó insultos demenciales en contra de los críticos. Como recompensa a los improperios conseguimos asientos libres a derecha y siniestra. La película se proyectó (por la burocracia cubana permeaba hasta en el cine) con una hora de retraso, Ramoncito dormía, un par de codazos y ya lo tenía de vuelta en este mundo. La cinta la había visto varias veces, pero no me importaba: “Deja que salga la luna, deja que se meta el sol, deja que caiga la noche, pa’ que empiece nuestro amor…”, cantábamos junto a Pedrito Infante; los vecinos comenzaron el titingó así que por bienestar físico nos tuvimos que callar. Lilia Prado me miraba con ojos soñadores y yo seguía cantándole bajito, un susurro solo para ella…, la sala quedó a oscuras, la rechifla y maldiciones por esos apagones planificados por el gobierno. Salimos del cine sintiéndonos charros, con espuelas y tremendas pistolas colgadas del cinto. Nuestras monturas eran briosos corceles con sillas adornadas con filigrana de oro y plata. Nos montamos en la guagua y yo grité: “¡Arre!”

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  • Terminaron de calibrar los instrumentos de medición mientras la cuenta regresiva ya anunciaba el inicio de la fase final; tiempo adecuado para servir los bocadillos. No sabían qué esperar con exactitud, pero había una atmósfera optimista en la habitación. Desde el observatorio central, a veinte kilómetros al sur de su ubicación y apenas fuera de la zona de exclusión Geiger, llegaban los datos finales que confirmaban un protocolo extraordinariamente cumplido por civiles no entrenados. Terrence Lightwood y su acompañante tomaron asiento en la sala de observación. Ellos, los únicos voluntarios, contaron los segundos finales.

    De los ordenadores que lograron recuperarse, se obtuvieron datos vitales para establecer el factor DSX25, el coeficiente de resistencia Lightwood/Atkins y una una imagen pocos segundo anterior a que la detonación alcazara al bunker prototipo.

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  • La historia no acababa allí, la gente destinada a no mirar más tropiezos, a ser aquellos que hicieran una selección cuidadosa de la historia, aquellos que tenían en sus mentes las principales razones para abandonar… o seguir, aquellos que conocían todo de todos en cualquier canal de la historia, miraban furtivamente la decadencia empobrecida de la civilización futura y pasada. Sólo bastaba un tirón a la palanca y vendría la nada, Tzaratustra en algún momento lo vaticinó.

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  • Ulises Rodríguez Ortiz
    09/07/2015 11:58 am

    -Ese cabrón se siente inseguro por eso se sienta atrás, aunque, para llegar a esta final debe tener astucia. Cuando lo vi me recordó a Shaggy de Scooby-Do con ese pinche peinado bien mamón. Bueno pues ahora somos uno contra uno y a ver de que cuero salen mas correas. Estos amigos del «verde» si que son audaces , eso de probarnos para ver hasta donde podemos llegar para mandar chingaderas a las casas de la gente si que esta bueno. Por mi parte daré todo para ganarme el puesto de secretario de la diputada que nomás nos esta vigilando. Creo que ahora sí me ha llegado mi turno cab.. por cierto esta re buena la diputada.
    – A ver si entienden estos 2 el proceso de campaña y la manera de ayudarme a ganar esta elección. Caray! esto de intentar ser diputada nunca lo hubieran imaginado mis maestros de biología de la secundaria, y del «verde»! Pues parece que es sencillo con toda la lana que nos dan. Salí bien en la foto y me veo con buenas chichis, me cae que voy a ganar muchos votos por mi imagen. De estos dos finalistas ojalá se haga uno. El mas joven me parece más manejable y el otro aunque directo, es burdo y me ve en forma estrujante y cochina pero por ayudarme a ganar hará cualquier cosa.
    -Que gueva tengo! pero pues ni modo, mi jefe ayer me dijo en la casa que vivir del presupuesto si deja y .. me llevo de calle al gordinflon que ya cabeceo 2 veces. Se parece a Donatello de las tortugas ninja y esta re naco. Llamadas a las casas, envíos de útiles escolares para los chavos, ¡que buena jugada! pero sobre todo esa pinche tarjeta de afiliado al «verde» para tener descuentos en la Soriana esta chingon.. A controlar indios! quien quita y pa´l siguiente proceso me quedo en el lugar de la diputada, la admiro. Me late, ¿cuanto ganará de diputada?

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  • Monserrat Arias
    09/07/2015 4:02 pm

    Sin falta, Función de las 4:20

    Enrique se dedica a dar clases de química en una escuela preparatoria de Zitácuaro, Michoacán tres veces por semana. Tiene 45 años y ahora se encuentra incomodo viendo una comedia romántica, de esas que sólo a los fans del chick flick’s les podría encantar.Trata de aguantar la rozadura que le ha provocado su hemorroide mientras espera. Pero… ¿Qué espera? El viernes pasado mientras limpiaba su escritorio encontró entre sus plumones una pequeña nota donde se le invitaba a una cita a ciegas. Pasan de las cinco de la tarde y la película lleva más de la mitad. «Sólo una mala jugada» pensó entristecido mientras intentaba darle un vistazo con suma discreción a las butacas vacías.
    Ahora sólo le quedaba aprovechar los 65 pesos que le había costado hacer el ridículo frente a la cara a gran escala de Adam Sandler.

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  • Alejandro Martinez
    09/07/2015 7:19 pm

    Había olvidado los lentes. Tuvo que sentarse de primero en la fila. Asumió que los colores eran personas.

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  • -Vámonos, ellos ya estan dormidos y se miran a si mismos. Es la ventaja de viajar en la chispa infinita, conocerlos desde siempre: una raza cíclica que nunca cambia.

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  • Todo pasaba cada día monótono , y yo era uno mas de los que formaban parte del protagonismo, aun que claro, jamas era visto, una parte invisible casi, pero esencial, que mas daba, mi aburrido y rutinario trabajo en el viejo cine,cortar boletos, recibir y despedir personas que jamas recordarían mi rostro.
    Una buena mañana de viernes me dispuse a limpiar el desorden de las funciones de la noche anterior, por ser matiné laborábamos muy pocos y solo yo era el encargado en limpieza y despedir gente cuando entre a la sala 3 un escalofrió recorrió mi cuerpo al pasar por el pasillo alfombrado, al comenzar mi trabajo encontré vomito en una fila sin prestar atención seguí hasta que el lugar quedara listo para la proyección.

    salí de allí y di un par de vueltas por el cine, todo estaba muy tranquilo, mi radio tenia bastante interferencia, sin prestar mucha atención me dirigí a sacar la primera función del día, sala 3 película clasificación «C» subí las escaleras iluminas por leds azules, mirando las butacas y no vi persona alguna.
    ¡Idiota! – Murmure para mi
    si deje correr la película sin publico recibiría un regaño de recursos humanos.
    -Taquilla- dije por mi radio
    -Adelante- Respondió una joven vos de chica
    -Podrías decirme cuantos boletos se vendieron para sala 3?- dije preocupado
    -Uno…- Atendió la chica
    me pare en el descanso de la escalinata mirando de nuevo.
    la cabeza de un hombre maduro sobresalía entre los asientos cercanos a la pantalla.
    me despreocupe, luego pues mire la ventanilla de la caseta de proyección, siempre me sentí fascinado por como la luz salia para convertirse en historias.

    De repente las manasas de aquel hombre se sujetaron a mi cuello, no estaba seguro de que ocurría, tumbado ya sobre la alfombra de la escalinata que acallaba los intentos de gritos míos desesperado.
    el hombre extasiado de maldad me mostraba su cara ensombrecida a contra luz de la pantalla, en un intento de grito mio abrí la boca, el hombre metió sus dedos y logre morderle.
    -¡No lo hubiera hecho!-
    el aun mas molesto blasfemaba enfurecido, dio un jalón de lado a mi cabeza escuche el tronar de mis vertebras cervicales,desnucandome…

    Las luces se encendieron, los créditos de la película iban llegando a su fin…
    -Pasillo, pasillo!!! – Vociferaba el kakaro
    Abrí los Ojos – Adelante respondí …
    -Esta por salir Sala 2-
    -Gracias…-Dije
    ¿Que demonios paso?

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  • Diego Hernández
    09/07/2015 9:47 pm

    Costumbres
    Era cierto. Sólo quedábamos dos personas en todo el mundo. El encargado de proyectar las películas en el viejo cine de la ciudad y yo. Después de aceptar que tan patético final había sido para la humanidad, decidimos ver una película. Por suerte encontramos un generador eléctrico para hacer funcionar las máquinas. El proyector puso la película. Luego fue a sentarse a la sala. Pensé que se sentaría a mi lado, como un acto de solidaridad entre miembros de la extinta humanidad. No fue así. Se sentó algunas filas más adelante de donde me encontraba yo. Al terminar la función sólo me dijo: Lo siento, estoy muy acostumbrado a ver las películas sólo.

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  • De Vuelta

    En su sueño de viajero interplanetario, voló y cruzó la ventana iluminada… Olvidó a propósito el maniquí, silencioso acompañante, donde guardaba las instrucciones del viaje… Quiso regresar a recogerlo, pero ya no había ventana, sala, maniquí ni manicomio… Todos, ya libres de su furia, se fueron a otros mundos… Ahora estaba cuerdo.

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  • Valentín Chantaca
    10/07/2015 1:43 am

    DECEPCIÓN

    Ahí estaba él. Quiero decir yo. Mi yo del futuro, un hombre gordo y jadeante, sentado en una desvencijada butaca de un cine donde sólo se proyectaban películas porno del siglo XX. La sala estaba desierta, a excepción de nosotros dos. Sus ojos, que también son míos, miraban fijamente la pantalla mientras que mi mano; quiero decir, la suya, se deslizaba hacia un lugar demasiado incómodo para los protocolos de la decencia pública. Yo, el científico más joven y prometedor de mi generación, el único capaz de perfeccionar el viaje en el tiempo, acabé en un lugar tan lamentable. Si eso me ocurrió a mí, ¿qué fortuna les espera a ustedes? Imaginen mi decepción.

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  • Tragicomedia de Híbrido y gonorrea.

    La vida le había le enseñado ¿la vida? Un triste libro que leyó por ahí ¡un libro? En realidad, un artículo en internet, o quizás, lo leyó en un meme de aquellos que deambulan como conocimento verdadero y próximamente serán el hit de premios literarios, dónde el híbrido, imagen-frase ingeniosa, generará miles de becas y los creadores tendrán como única responsabilidad: crear un meme por mes.

    Qué leyó, ah, es verdad, leyó que la combinación de géneros creaban obras de arte. Así, varios escritores optaron por la fotografía, el cine, la música, la pintura, todo arte enredado magistralmente en la narración daba como resultado algo muy fashión que los jipsters hojearían y comprarían en primeras ediciones retractiladas, sin importarles pagar miles de pesos.

    Era una fórmula sencilla y fácil de llevar a la práctica y ganar dinero, cual receta de cocina. Aunque nunca supo intuir bien la cantidad de agua que deben llevar los frijoles en la olla express, ya no se diga la capacidad y la técnica de cocinar un buen arroz rojo. A sabiendas que la cocina y todas las artes de la labor doméstica no influían para nada en su arte fotográfico, tomó su recién comprada cámara Canon, caminó con paso decidido hacía la cineteca, arte con arte y más arte, debe sobrar el arte en estos proyectos de suma importancia para el arte mismo. Estaba seguro que su idea revolucionaría incluso el concepto de fotografía artística, hoy en día tan acotado por el Instagram, tomó su lente, sin saber mucho hacía dónde enfocar o que luz elegir, apretó el botón. Si él sería un artista, sería uno salvaje y arriesgado.

    Al bajar el archivo de su gran obra de arte, quedó satisfecho, fotografió gente viendo cine ¡cine de arte! Lo borroso y mal enfocado, sin duda le daban estilo y sensibilidad, publicó en su cuenta la imagen, ahora sólo era cuestión de esperar, llegó el primer like.

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  • Daniel Martínez
    11/07/2015 8:14 pm

    El examen de titulación doctoral de Dianita Nájera fue memorable. Para cuando terminó de exponer la mitad de su tesis sobre «Metarelatos discursivos en torno a la hegemonía de lo universal», ya había recibido la mención honorífica que por unanimidad le otorgó el jurado.Todos y cada uno de sus invitados, incluyendo su papá, su mamá, tres docenas de amigos que solo conocía por las redes, además de los sinodales , habían abandonado el aula y se encontraban degustando los pastes y el café orgánico que su novio preparó para la ocasión. Dentro, sólo quedaron los dos trabajadores encargados de llevar el proyector, cerrar el aula y tirar la basura. Quince minutos después de mirar una presentación incomprensible en power point, empezaron a beber a hurtadillas el medio litro de mezcal barato mezclado con orange crush que uno de ellos llevaba consigo. De súbito la voz de Dianita los interrumpió en su espera: «profesores, ¿no quieren ustedes sumarse al festejo?, estamos armando un debate sobre lo inconsustancial en Cioran.

    Responder
  • Daniel Martínez
    11/07/2015 8:46 pm

    En el hoyo de la desesperación.
    El examen de titulación doctoral de Dianita Nájera fue memorable. Para cuando terminó de exponer la mitad de su tesis sobre “Metarelatos discursivos en torno a la hegemonía de lo universal”, ya había recibido la mención honorífica que por unanimidad le otorgó el jurado.Todos y cada uno de sus invitados, incluyendo su papá, su mamá, tres docenas de amigos que solo conocía por las redes, además de los sinodales , habían abandonado el aula y se encontraban degustando los pastes y el café orgánico que su novio preparó para la ocasión. Dentro, sólo quedaron los dos trabajadores encargados de llevar el proyector, cerrar el aula y tirar la basura. Quince minutos después de mirar una presentación incomprensible en power point, empezaron a beber a hurtadillas el medio litro de mezcal barato mezclado con orange crush que uno de ellos llevaba consigo. De súbito la voz de Dianita los interrumpió en su espera: “profesores, ¿no quieren ustedes sumarse al festejo?, estamos armando un debate sobre lo inconsustancial en Cioran.

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  • Daniel Martínez
    11/07/2015 8:48 pm

    El examen de titulación doctoral de Dianita Nájera fue memorable. Para cuando terminó de exponer la mitad de su tesis sobre “Metarelatos discursivos en torno a la hegemonía de lo universal”, ya había recibido la mención honorífica que por unanimidad le otorgó el jurado.Todos y cada uno de sus invitados, incluyendo su papá, su mamá, tres docenas de amigos que solo conocía por las redes, además de los sinodales , habían abandonado el aula y se encontraban degustando los pastes y el café orgánico que su novio preparó para la ocasión. Dentro, sólo quedaron los dos trabajadores encargados de llevar el proyector, cerrar el aula y tirar la basura. Quince minutos después de mirar una presentación incomprensible en power point, empezaron a beber a hurtadillas el medio litro de mezcal barato mezclado con orange crush que uno de ellos llevaba consigo. De súbito la voz de Dianita los interrumpió en su espera: “profesores, ¿no quieren ustedes sumarse al festejo?, estamos armando un debate sobre lo inconsustancial en Cioran.»

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  • Daniel Martínez
    11/07/2015 8:50 pm

    En el hoyo de la desesperación.
    El examen de titulación doctoral de Dianita Nájera fue memorable. Para cuando terminó de exponer la mitad de su tesis sobre “Metarelatos discursivos en torno a la hegemonía de lo universal”, ya había recibido la mención honorífica que por unanimidad le otorgó el jurado.Todos y cada uno de sus invitados, incluyendo su papá, su mamá, tres docenas de amigos que solo conocía por las redes, además de los sinodales , habían abandonado el aula y se encontraban degustando los pastes y el café orgánico que su novio preparó para la ocasión. Dentro, sólo quedaron los dos trabajadores encargados de llevar el proyector, cerrar el aula y tirar la basura. Quince minutos después de mirar una presentación incomprensible en power point, empezaron a beber a hurtadillas el medio litro de mezcal barato mezclado con orange crush que uno de ellos llevaba consigo. De súbito la voz de Dianita los interrumpió en su espera: “profesores, ¿no quieren ustedes sumarse al festejo?, estamos armando un debate sobre lo inconsustancial en Cioran.»

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  • LA MANO

    Su mejor amigo le dijo que era la mejor película que había visto en años, pero que él no la entendería. Edgar no había escuchado nada sobre ella. La curiosidad lo empujó al cine más cercano. Las películas de terror le eran indiferentes.
    En la sala había pocas personas. Un señor gordo estaba sentado en la tercera fila, se había terminado las palomitas antes de que apagaran las luces. Dos muchachas de unos dieciséis años estaban cuchicheando en la parte de arriba. Él, como siempre, se había sentado justo en medio. Notó que en la orilla de su fila estaba sentado un hombre con una gabardina y lentes circulares. Cuando lo estaba mirando apagaron las luces y empezó la película.
    Era en 3D. El título apareció en letras enormes: LA MANO, y se desvaneció en un fondo negro. Luego un destello insoportable obligó a Edgar a cerrar los ojos. Se mareó y se quitó los lentes 3D. Un pequeño zumbido empezaba a inundar la sala. Se volvió a poner los lentes pero el brillo seguía siendo muy molesto. ¿En qué piensan estos cineastas cuando proyectan sólo el color blanco en una pantalla así de grande? Poco a poco empezó a reconocer una forma gris: una mano apareció en el centro de la pantalla. La mano flexionaba lentamente sus dedos arrugados. La imagen no era nítida, Edgar parpadeó varias veces y se reacomodó los lentes en varias ocasiones, la mano seguía acercándose.
    Es una película muy lenta, pensó. Pero no se iba a salir, por alguna razón Raúl se la había recomendado y el comentario sobre su incapacidad para entenderla lo volvió más necio. Aunque fuera muy mala, la vería completa, para después quejarse con él. Ya había ocurrido otras veces.
    La mano seguía ahí, pidiendo algo. El zumbido era más intenso, pero algo más lo molestó.
    ¿Por qué se ríen? Volteó a ver a las muchachas y ellas se callaron mutuamente. Casi diez minutos y no pasaba nada más. Edgar se puso ansioso. Debe ser una de esas películas de arte.
    De pronto el señor gordo se puso de pie y comenzó a caminar hacia la pantalla. Edgar notó que no traía sus lentes, se quitó los suyos y la mano se veía igual. Las muchachas iban a la mitad del pasillo cuando Edgar las vio y las siguió hasta que llegaron al final del pasillo, iban directo a la pantalla. Edgar volteó por reflejo. El señor de la gabardina estaba a su lado, sus lentes brillaban como dos monedas de plata.
    Vamos, Edgar. Es nuestro turno, le dijo. Se levantó y bajó los escalones.
    Edgar se quedó paralizado. Esto es una broma de Raúl, pensó, pero eso no lo tranquilizó. Cuando los cuatro estaban justo enfrente de la pantalla, voltearon al mismo tiempo hacia Edgar y repitieron el gesto de la mano en la pantalla, llamándolo. Ya no parecían humanos, se veían igual de borrosos y pálidos que la imagen. El zumbido se volvió insoportable.
    ¡No, no lo haré!, les gritó mientras trataba de reírse.
    Al unísono los cuatro hablaron: La mano necesita que seamos cinco y debes entrar por voluntad propia. Si no quieres venir, entonces debes convencer a alguien más, de lo contrario una de tus manos desaparecerá. Es la cuota justa.
    Edgar sintió que la mano derecha se le adormecía.
    Asintió con la cabeza y salió corriendo.

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  • Permanencia Inevitable

    Para quien va al cine de la calle catorce toda película es un poco más sentimental que en otras salas; pero si se va con regularidad, si se hace del cine de la calle 14 un hogar, lo que aparece en la pantalla siempre cuenta una parte de la vida del espectador, cifrada en tramas variadas, en personajes no siempre bien compuestos que al final obligan a dicho individúo a volver, a nunca abandonar su asiento, a encontrar signos en las estrellas de cine de manera compulsiva. Las escenas del pasado empiezan a demandar las del futuro y entonces es imposible saber si se vive fuera de la sala o si como espectador, la permanencia en la butaca ya es inevitable.

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    • Una corrección:

      Permanencia Inevitable

      Para quien va al cine de la calle catorce toda película es un poco más sentimental que en otras salas; pero si se va con regularidad, si se hace del cine de la calle 14 un hogar, lo que aparece en la pantalla siempre cuenta una parte de la vida del espectador, cifrada en tramas variadas, en personajes no siempre bien compuestos que al final obligan a dicho individuo a volver, a nunca abandonar su asiento, a encontrar signos en las estrellas de cine de manera compulsiva. Las escenas del pasado empiezan a demandar las del futuro y entonces es imposible saber si se vive fuera de la butaca o si se está siempre dentro de la sala.

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  • —Tuve otro de esos sueños, mamá —dijo la niña al fin—. El silencio había hecho cristales afinados pero nítidos en la habitación del hospital. —Tú te morías después de mí. Me alcanzabas en el purgatorio y allí nos quedábamos como ahora esperando a papá. Él nunca llegaba a nuestra sala de espera porque se hacía de otra familia luego de nuestra muerte y moría de viejo. En el purgatorio se ponía a esperar a su esposa que no eras tú, pero ella tampoco llegaba y todos nos quedábamos tristes en habitaciones contiguas.

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  • Habian esperado días para que cayerá la plancha. Los peces abajo no tenian idea, y eso les fascinó. Durmieron en la sala los cinco. Si algun día iba a caer, iban a ver como acabarían las vidas de los peces – de sangre fría, asi se llamó, y habian reído sutilmente cuando les dijeron el titulo del evento. No habia costado mucho estar allí, por que el dueño del teatro tambien participó, un aleman bastante blanco que quería que le llamarian Traven. Todos sabian que iba a demorar mucho el evento, que iban a estar mirando el acuario durante un largo tiempo, pero los dias se alargaron y se alargaron, y eso sumó a la tensión. Cuando al fin la plancha cayó, a las 3.13 pm del decimo sexto día, dos de ellos estaban durmiendo, los dos gringos que sí habian que pagar una suma excorbitante para poder estar allí. Habia una luz intensa, durante tres segundos, hasta que se quemó la electricidad, y cuando por fin se despertaron los dos, Traven dijo: no se preocupan, fue todo un sueño, y les mostró la puerta del pequeño teatro.

    [disculpa mi ortografia y mis frases chuecas, normalmente no escribo en español]

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  • Kelly J. Hernández
    15/07/2015 5:40 pm

    Hastiado de su vida monótona santiago visitó, por primera vez, la recién inaugurada sala de cine del pueblo.
    Emocionado por la nueva experiencia quedó  inmóvil al ver que en la pantalla,
    La película que se presentaba, era la de su vida.

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  • EN LA PANTALLA
    Por aburrimiento, por morbo, por no tener nada mejor qué hacer o por flojera de hacer alguna otra cosa, aquel hombre veía fijamente la pantalla, una imagen, tras otra, tras otra: Caídas graciosas, golpes, fails de bodas y cumpleaños, chistes estúpidos, insultos de bandos contrarios que sin fundamentos defendían opiniones y hechos… Aquél hombre era Dios: observando, juzgando, riendo a carcajadas o sonriendo sin intervenir: “Gente estúpida – Pensó- me hacen falta unas palomitas”. De pronto una imagen en la pantalla requiere una atención más detallada: La imagen de una chica viendo el monitor de una computadora donde una imagen, tras otra, tras otra aparecen: Caídas graciosas, golpes, fails… “Qué estúpidos –Piensa la chica- voy por algo de comer”.

    Responder
  • Natalie Kalkach
    16/07/2015 9:27 pm

    Querido Jorge

    Por fin, después de 7 años de buscar la cinta, después de ser perseguido y humillado, de ser mal visto, por fin, después de 7 años de querer vengar la muerte de mi esposa estoy a punto de ver la cinta que contiene la cara del asesino.
    La luz blanca me deslumbra y el cuarto se llena de un color azulado.
    -Jorge, hijo, ¿por qué tardas tanto?, ¿sabes lo que esto significa para mí?-
    Este muchacho, es mi hijo y lo amo, por supuesto, pero durante estos años más que ayudarme a encontrar la cinta ha sido un retraso, es casi como si quisiera posponer el momento en el que yo la viera, casi como si no quisiera que la encontrara…
    No obtengo respuesta alguna, silencio detrás de mi, me levanto rápidamente del asiento
    -¿Jorge? ¡Jorge!-
    Su mirada, no la reconozco, esconde algo en sus manos pero sé qué es, distingo el brillo del metal reflejado por la luz del proyector mientras se acerca lentamente.
    -Jorge, hijo, no puedes haber sido tú, tan solo eras un niño, no es posible que fueras tú.-
    Siento miedo, por primera vez en 7 años de búsqueda. Recuerdo que sentía odio, rencor y sed de justicia y pensar que no tenía que buscar, la respuesta estaba en mis narices pero jamás quise verla.
    Al pasar al lado del proyector Jorge inicia el video, si voy a morir de todos modos, quiero ver cómo lo hizo. Le doy la espalda mi hijo sabiendo que en cualquier instante me atravesará un dolor punzante pero ya nada de eso importa, solo importa la verdad.
    Al principio creo ver mi sombra en la pantalla pero después me doy cuenta de que no es mi sombra, no es un reflejo, ahora recuerdo, es cierto, no me arrepiento, fui yo el que inició el incendio que acabó con la vida de su madre. Siento calor en mi espalda escucho los gritos y el esfuerzo de Jorge al atravesarme en repetidas ocasiones y me pregunto, ¿desde cuando habrá sabido?

    Responder
  • Compro una escopeta para no malgastar mi dinero en libros. Ya de viejo me da por dejar la lectura y preferir, bajo juramento, vindicar a los clásicos. Es lo menos que puedo hacer por quienes me han colmado de sabios consejos sobre dilemas humanos. He tomado las mejores decisiones a lo largo de mi vida, cuando pasaba a la ¿infinita? página siguiente; No obstante, ahora soy de la idea que las balas penetran más profundo o mejor difundido y certero es el mensaje, si se trata de aleccionar a ignorantes a balazos.
    Abro fuego en aulas de escuelas, en atrios de iglesias, en los lugares donde una bala pueda germinar y halla un libro abierto con el tema de dolor. Hay gente sacrificada, a mi llegada me reciben como el suelo a la semilla. Pero no cumplo deseos ni derramo sangre en vano quitándoles la vida a mártires hospitalarios, para eso no ocupan un gatillero culto. No, solo abro heridas para darme a entender; no me fío de la muerte (ni como último recurso argumentativo), sufrir en su ausencia basta, para aprender sobre la materia.
    Depende de mi puntería conservar la pureza del mensaje, tengo contadas las palabras, vendido el tiraje de boletos y comprados los espacios de radio y televisión. El cine mudo fue mi primer paso. Necesito regalarles oídos a los ojos para que se cultiven de arte y no rieguen lágrimas donde vean vertida sangre otrora escrita con tinta. Es más fácil no oír que no ver: Salto de la página a la pantalla y nadie ve un crimen en la acción.

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  • Amparo Tello
    18/07/2015 10:50 am

    Y ahora, escuchen atentamente: todos tendrán el mismo trato.

    –¡Gulp! ¡Qué estúpidos fuimos!

    El plan perfecto

    –Reciclarán más mentes. Deja de mirar la pantalla. Despierta. Tenemos segundos.

    ¡Click! Log off

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  • Prófugo
    No le dejábamos salir fuera, ni siquiera de noche. Nos dijeron que siempre tenía que permanecer en la habitación. Allí dentro tenía todo lo que necesitaba: ropa limpia todos los días, una cama comodísima, sillones ergonómicos, un monstruoso LD, canales por satélite para no aburrirse, baño con hidromasaje. Le dábamos la comida que quería y, si nos lo hubiera pedido, le habríamos llevado una chava. Sin embargo, siempre se estaba quejando. Decía que se sentía como en la cárcel.
    Se fue en mitad de la noche. Desapareció. No sabemos si contó con algún cómplice. Simplemente, se esfumó.
    Seguimos buscándolo. No sé lo que puede pasarnos si no lo encontramos antes que la policía.

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  • Alejandro Martinez
    20/07/2015 7:33 pm

    La pantalla se iluminó. El muerto volvió a la vida. Todos querían ver ese recuerdo.

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  • Después que desconectamos nuestras vidas apagamos la luz y no sentamos un rato a mirar por la ventana.

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  • Alejandro Espinosa
    22/07/2015 12:17 pm

    Jack, conmovido hasta las lágrimas, vio pasar en vivo y a todo color su vida entera, antes de que Rudolf le cortara el cuello.

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  • juan guerrero
    22/07/2015 7:51 pm

    LA TIERRA DE LA GRAN PROMESA
    Nadie estaba preparado para lo que iban a ver.
    Desde las seis de la tarde empezaron a llegar los invitados. El sol iba en plena caída y la luz dorada que se arrastraba por el suelo se deslizaba hasta la sala de proyección. En el suelo se hacían visibles las huellas de las pisadas de quienes por allí caminaban sin aparente rumbo fijo. Era muy curioso, todas las huellas se dirigían a la zona de los sanitarios, particularmente al de los hombres.
    La jornada iba ser larga, se iba a celebrar un examen en la escuela de cine. Los invitados serían los familiares y los amigos del realizador. Desde luego se suponía que asistirían todos los estudiantes de la escuela y el grupo de sinodales. Primero se vería el material filmado, luego se platicaría con el alumno y por último los sinodales disertarían en público, para finalmente deliberar en privado y dar su aprobación o no del material fílmico.
    La animación era poca, porque poco se sabía del trabajo a examinar. El alumno había filmado solo, él mismo había sido cámara y sonidista. Él había editado y él había hecho la regrabación de sonido. El examen estaba programado para las seis treinta de la noche.
    A las seis cuarenta, alguien salió a anunciar que pasaran a la salita de proyección. Para entonces las huellas marcadas en el piso eran muy numerosas, pero nadie reparó en ellas. Eran muchas más huellas que las de los de los asistentes, se diría eran las huellas que dejarían quienes han caminado en el piso sucio de cal o cemento de una obra en construcción. Cuando se apagaron las luces, el realizador salió refresco de lata en mano y miró el piso, se notaba pálido y ojeroso, un ligero temblor sacudía su labio inferior. Se escucharon algunos acordes musicales en la sala de proyección y el examinando corrió y se sumergió en la oscuridad de la sala. En la pantalla los marcadores de la cabeza de la película pasaban veloces y una música que parecía tenebrosa emanaba de los altoparlantes. La pantalla estaba negra, luego, imperceptiblemente un punto de luz apareció y fue aumentando de tamaño e intensidad. Para entonces la música se había mezclado con un crepitar extraño que los alumnos de sonido sabían se lograba estrujando un poco de cinta de sonido enmarañada: parecía el crepitar de una hoguera.
    Cuando el punto luz creció y se intensificó, se podían discernir algunas cosas en la sala de proyección, en primer lugar estaba el antipático secretario de la escuela; luego, en la fila de atrás el aspirante a realizador, y en la última fila siete personas amodorradas de antemano, acurrucadas como si tuvieran mucho frío. Eran los sinodales. No había alumnos. Lo sabía bien desde el principio el sustentante. Era el alumno menos popular de la escuela.
    Y la pantalla se hacía más y más brillante por momentos, y la música con cada cuadro de película parecía agregar una nueva pista sonora, músicas y efectos de sonido. Todo se discernía clara y distintamente.
    Un mar de luz ahogaba a los espectadores que ya no se mostraban indiferentes y en el sonido se distinguían sirenas de ambulancias, coches, tráfico intenso, el crepitar era insoportable, crujían metales sobrecalentados, un sordo sonido de avalancha, agua lanzada con fuerza por extraños surtidores.
    ¡Bájenle al sonido! gritó el secretario de la escuela.
    Se volteó y le gritó al alumno, ve y dile a Chucho que le baje, está muy alto.
    Ahora en ese mar blanco que parecía una autentica pantalla de plata, se empezaron a discernir lo que parecían siluetas a la distancia, figuras humanas desdibujadas, personas indefinidas.
    Sobrevino de repente un gran silencio, las personas captadas por la cámara se acercaban más y más a paso lento, ahora se advertían rostros, rostros blancos, con ojos muy definidos delineados por un grosero pincel, todos parecían haber usado el mismo maquillaje que Chaplin se aplicaba cuando hacía películas mudas.
    Los hombres y las mujeres, pasaban sin ver a la cámara, pero se distinguían muy bien los rostros, impávidos, se les adivinaba sufrientes, sin expresión, se les sabía solos. Mudos, pero gritando algo, una manifestación del silencio gimiendo y llorando, pero sin alterar el rostro.
    Al fondo de ese silente mundo pálido y dilatado, una luz amarilla que pronto pasó al naranja y que llegó enseguida el rojo, empezó a moverse frenéticamente como fuegos fatuos prisioneros.
    Por fin, al fondo, muy nítida, gracias a la profundidad de campo, se hizo legible una marquesina torcida en la que a pesar de las letras faltantes, se leía con claridad: Hoy La Tierra de la gran promesa. Tarde moda noche. Cineteca Nacional.
    Cuando los asistentes lograron salir de la sala de cine de la escuela, los asaltó el banal e intenso ruido del tráfico de la Calzada de Tlalpan y Río Churubusco pero ellos caminaban en silencio. Dicen que no asistieron a un cine durante muchos años.

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  • Amparo Sánchez Lara
    22/07/2015 9:15 pm

    Destino
    Aquella noche veía a mi padre frente a la gran pantalla. Mirar sin parpadear, la resplandeciente luz del sol esplendoroso en esa playa paradisíaca donde alguna vez se divirtió cuando sólo era un adolescente como yo.
    Después de que todo acabó por culpa de la humanidad, gracias a su gran apatía e indiferencia. Ahora, sólo quedamos algunos refundidos en oscuras ratoneras, cuya única luz es la que se obtiene a través de la misma oscuridad que se congrega en las afueras. La energía del frío nos provee batería para subsistir y poder mirar la pantalla y revivir en los adultos, viejos recuerdos.
    Todo acabó y mientras miro a espaldas de mi padre lo hermosa que fue la tierra, me pregunto qué será de nuestro destino.

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  • –Muy bien, comencemos –dijo el profesor de cine experimental dirigiéndose al único reprobado de ese semestre, y le dio play al reproductor.
    Para el maestro, era la tarea de un alumno condenado a repetir el curso; para el estudiante, la venganza perfecta por haber sacado cinco y con ello perder la beca; y para el resto del mundo que pudo ver la cinta infiltrada en Internet meses después de todo aquello, la mejor obra snuff que los adictos al género habían observado jamás.
    En ella, se presenciaba en high definition el asesinato de la hija del ex catedrático.

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  • Julián clava los ojos en esa pantalla luminosa en la que intenta distraerse, sentado como está, en el cine. Para quien lo mira, es obvio que anda huyendo de algo. De vez en cuando manotea en el aire como si estuviera peleándose con sus recuerdos, voltea receloso hacia las cuatro esquinas del recinto y vuelve a acomodarse en el asiento para mascullar quién sabe qué palabras, inaudibles entre el sonido de la película.

    En esas anda cuando un pequeño se le acerca. Lo siente venir detrás de él y finalmente toma asiento a su lado. Julián palidece.

    —Mira, Chato, tú sabías que para mí el amor se reducía a pasarla con cuarentonas divorciadas, como tu madre, con niños como tú a los que les tenían que pedir permiso para salir. Sí, le dije que eras un estorbo porque quería estar más tiempo con ella. Pero te juro, por ésta, que yo no te maté.

    Julián resbala de la silla y se impacta en el suelo. Afuera, la sirena de una patrulla brama sin parar.

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  • La memoria
    Cuando por fin creyó haber encontrado el código bioquímico que activaría el axón de al menos una de las células del cerebro de Abdón, salió corriendo al auditorio de la universidad y con la ayuda de su profesor proyecto el mensaje. Alberto esperaba que el neurotransmisor activaría una de las dendritas de las neuronas receptoras del cerebro de Abdón, y con ello, uno a uno sus recuerdos, que semejan una gran fila de fichas de dómino, caerían lentamente formando esa gran traza luminosa que se llama memoria. Con un cerebro lleno de recuerdos Abdón lo llamaría nuevamente hermano. Sin embargo, el profesor de Alberto miró fijamente la pantalla y exclamo: “los caminos neuronales son misteriosos y tu hermano, sólo recuerda un bosque lleno de niebla”.

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  • La epifanía ansiada por fin se hizo presente. Y aunque la película nada tenía que ver con su vida, truqueó todo en su mente para irse a casa con un mensaje de vida que sólo le costó treinta y cinco pesos, unas palomitas con mantequilla extra y varios siglos de avances tecnológicos. Ahora, en medio de su tranquilidad, lo único que le preocupa es pensar en lo desafortunados que debieron ser los hombres depresivos de la Prehistoria, quienes tenían que conformarse con su veneración a la naturaleza y tantos ritos extraños muy distantes de él.

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  • Una horrible melodía se deshebró con el goteo y yo, hundido en ese cuarto, no podía manipular mi ritmo. No podía conmover a la lluvia para que cesara, ni a ti para que vinieras a quitarme el miedo. Sabes que me acerqué la biblia al pecho, que rogué por mi alma y le prometí muchas cosas a Dios, a Él primero. Pero ni la lluvia ni las voces húmedas ni las palpitaciones ni el desconsuelo disminuyeron. Mamá, nunca me compuse, pero por lo menos aquí he dejado de tener miedo.

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  • Solos

    Los dos hombres permanecieron en silencio varios minutos, no podían dar crédito a lo que veían sus ojos. Apenas horas antes la habían visto como tantas veces, majestuosa, suspendida en el espacio, hermosamente azul, su gran casa, donde nacieron, crecieron y disfrutaron de su infancia y juventud. La vieron cubrirse de nubes poco a poco, no se preocuparon, ya antes habían visto como surgían tormentas o se formaba el ojo de un huracán, sin embargo al par de las nubes se iba formando una especie de niebla muy espesa, era tan densa que al poco tiempo no podía verse ni un ápice de la superficie terrestre. Se alarmaron al no poder comunicarse con sus superiores pero no quedaba más por hacer que esperar. Fueron horas de angustia interminable y cuando la niebla por fin cedió no había un solo rastro de la Tierra, los tripulantes de la estación espacial, que atónitos contemplaban la escena, eran los únicos sobrevivientes.

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  • Entró el pasante a la sala de edición. El Editor se percató y preguntó:
    –¿Ya está, chamaco?
    El refresco en la mano del pasante temblaba. Su voz tipluda también.
    –Sí, señor –respondió.
    –¿Respetaste los parámetros?
    –Todos, como Usted lo ordenó.
    El Editor revisó rápidamente la sesión en su pantalla. Todo estaba ahí.
    –Muy bien, chamaco. Puedes irte –contestó el Editor sin voltear, calmadamente, al tiempo que presionaba las teclas con impresionante habilidad.
    –Gracias, Señor, hasta mañana –dijo el pasante despidiéndose, esta vez, con una voz mucho más profunda y grave. –Ah, y gracias por esto también.
    Este joven aprendía rápido y tenía disposición. Eso lo apreciaba el Editor y por eso lo premió con un pequeño cambio en su voz. Muy distinto a otras veces, con tantos pasantes poco dispuestos, en las que incluso había tenido que apretar la tecla «Delete».

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  • Sólo hay tres voces dignas de romper el silencio: la de la poesía, la de la música… y la del amor
    -Amado Nervo-

    Someto a la aprobación de la sociedad de la media noche el presente tejido:
    ——————————————————————————————————————————
    Comisuras de un fragmento

    Soñar requiere la potencia de la sensibilidad para poder imaginar.

    El film va a iniciar. Benjamín es consciente de los horarios y días de la cartelera; procurando así abrir la posibilidad de entrar a una sala de cine vacía y evitar a ese tipo de fauna que siempre hace ruido e interrumpe.
    Leer es un delicioso placer como lo es el de disfrutar del cine. El cine y la literatura se corresponden. El cine es una forma de hacer literatura; y la literatura, si vous me permettez la redondance, es una forma de hacer cine.

    Imaginar requiere la potencia de la sensibilidad para poder soñar.
    ——————————————————————————————————————————
    Breves minutos y la única conversación era la de sus miradas
    ——————————————————————————————————-
    Sueño en fuga

    Soñé que me soñabas,
    que tu voz como estela de naufragios
    amanecía en mi aliento.

    Que era mío el silencio
    de cada madrugada cómplice
    en tus párpados cerrados,
    el secreto
    que rindes a tu almohada,
    el pensamiento
    que traicionas en mis brazos.

    De ese sueño sin fin
    ya no despiertes:
    que el alba nos encuentre suspendidos,
    sin voz, sin figura, sin recuerdos,
    habitantes
    de un sueño en fuga
    hacia su propia muerte.

    Blanca Luz Pulido

    [Nuit Blanche]

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  • Roberto López
    30/07/2015 5:11 pm

    Butacas malolientes y pegajosas debido a los residuos de refrescos derramados, niños insolentes que gritan a borbotones con el beneplácito de sus padres, jóvenes en plena fiebre pasional se dejan llevar por el brío de las hormonas mientras que, los menos afortunados, gustan de hacer bromas estúpidas e infantiles. De los adultos no se puede decir mucho; la escena es la típica de siempre: parejas que buscan reavivar amores casi extintos, hombres y mujeres solitarios que buscan matar el tedio de la soledad y uno que otro despistado que no supo ni como llego ahí. En efecto, estoy en el cine.

    Sentado desde donde estoy y contemplando las cosas desde esta perspectiva no puedo dejar de notar el tremendo parecido que tienen nuestras vidas con las salas de cine: Tal vez no sea la analogía más novedosa de todas ni mucho menos la más elegante, pero todo buen amante del cine convendrá conmigo en este hecho. Mientras cavilo en ello tratando de profundizar cada vez más; recibo una ráfaga furiosa de palomitas de maíz acompañada por una buena dosis de risas pueriles de unos engendros sentados unas filas más atrás.

    Bien, es aquí donde todo individuo se decanta en hombre o en payaso. ¿Qué haré: me quedaré de brazos cruzados o iré a poner en su lugar a esa bola de trúhanes? No puede ser de otra manera: me levantaré, iré hacia donde están los granujas y les haré ver que conmigo nadie se mete, y si acaso uno de ellos se atreve a levantarme la mano, le propinaré un buen puñetazo. Está decidido, hoy conocerán lo que es la disciplina, no habrá nadie ni nada que me detenta. Ahora sólo es cuestión de levantarme, pero… ¡Oh sorpresa! Las luces se apagan y el film es proyectado. ¡Qué suerte han tenido esos bastardos!

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  • Alfonso Salas
    31/07/2015 12:12 am

    Lo detuvieron dursnte la proyección. Pasó sus ultimas horas imaginando el final de la película que no alcanzó a ver en su totalidad. La historia realmente le había intrigado. Prefería los desenlaces poco claros, las arbitrariedades del azar, ideas colgando en el abismo del suspenso. Su sentencia de muerte declaraba paradójicamente el final de su propia historia.

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  • Alberto L.L.
    31/07/2015 11:21 am

    Nota: Fuera de tiempo (lo se, se me paso pasarla) en fin, aquí esta.

    Película surrealista
    El director se levanto de su asiento retirándose, vistosamente enfadado, de la sala al terminar la exhibición de su obra. Todo tras de que el escaso público dio una muestra exacerbada de su fascinación por la cinta demostrándolo vitoreando y aplaudiendo de pie.
    Ya en la salida lo intercepto el único critico que se encontraba presente. Enfrentándolo le pregunto él porque de su enojo ya que la película le había parecido buena, tal vez no una obra maestra, pero si como una muestra surrealista de buena hechura.
    El director ofendido solo respondió – Pusieron la versión donde el editor se equivoco poniendo el principio de la película al final y viceversa – Inmediatamente después se retiro sin decir una sola palabra más.

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  • […] los cuentos “¿Helado o cine?” de Sergio F. S. Sixtos, que sugiere el efecto de las ilusiones que provoca el cine de un modo […]

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